the taste of the heaven.

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Un día más en la oficina, un día más de muchos, un día como todos los días. Tsunade había trabajado en esa misma oficina desde que tenía 25 años, y ahora los 38 le pesaban.

Ordenó su escritorio para limpiar su mente un poco y comenzar a hacer lo suyo, el día de hoy sería agotador y ella estaba agotada incluso antes de empezar.

La oficina, el papeleo, pasar horas y horas escribiendo, jamás había sido lo suyo, pero era por lo que los Senju eran más reconocidos, así que tuvo que tomarlo.

Su vida se volvió aburrida desde que terminó la escuela secundaria, justo cuando tuvo que “elegir” una carrera, o más bien, cuando fue obligada a estudiar administración de empresas. Nada le parecía más aburrido, pero luego de horribles discusiones con su familia, la heredera de la cadena de hoteles más lujosos de Konoha, terminó aceptando su destino.

Todo era monótono desde entonces, pasaba la vida privándose de todo, en un matrimonio arreglado y horas de trabajo diario. Incluso si era la jefa, no podía evitar sus responsabilidades.

Sus esperanzas de un poco de adrenalina estaban completamente destrozadas hasta que, hace unos meses, conoció a una joven que devolvió el color a su vida. Desde el momento en el que Shizune, su ahora secretaria, entró a su despacho, las cosas no fueron iguales.

-Señora Tsunade, me disculpo por la tardanza, me fue casi imposible contactar a los nuevos inversionistas. Tienen la agenda sumamente ocupada.-

-Buenos días. Si, sabía que era complicado, aún así, buen trabajo.-

-Muchas gracias, pero fue mérito de varios. ¿Necesita ayuda con eso?- Consultó al ver la pila de fotocopias sobre el escritorio de la rubia.

-Mm, está bien por ahora, no te preocupes…Quizás necesite de ti luego.- Dijo, la mayor, dejando un mensaje entre líneas.

Shizune de inmediato le sonrió, sabía lo que eso significaba, hoy tendría doble turno, y eso no sería precisamente malo.

-Entendido, entonces…si no necesita nada…- Mientras ponía un folio delante de su jefa- Me retiro…Hoy será un día movido Tsunade, ¿quieres que te traiga un café?-

La más alta miró sugestivamente a su contraria, le entrego una mirada que solo ellas conocían, una que nadie más podría descifrar, le entregó esos ojos negros que pasaban desapercibidos para todos, pero que ocultaban secretos…sucios secretos.

-No es necesario, puedo buscarlo sola, necesito salir de estas cuatro paredes o terminaré volviéndome loca-

Rápidamente Tsunade se paró y se acercó a la puerta por dónde Shizune estaba por salir y antes de adelantarse a ella nalgueó su trasero.

-Oh, disculpa, es que esa falda se te ve maravillosa-

Tsunade se rió, burlándose de la menor y fingiendo inocencia mientras salía de la habitación.

No se volvieron a cruzar en todo el día. Shizune estaba hasta el cuello de trabajo, yendo de aquí para allá, recogiendo miles de papeles y ordenando la agenda de su jefa. Mientras que Tsunade había estado en diversas reuniones que tenía previamente preparadas por su linda asistente para ese día. Ambas acabarían exhaustas.

Al caer la noche, las dos se encontrarían dónde siempre, pero al llegar, la escena paralizó a Shizune.

Tsunade discutiendo con su esposo, como de costumbre, pero esta vez parecía haber algo más, así que, en contra de su moral, había decidido quedarse a escuchar.

-Estoy harto de tus caprichos, ¿no crees que ya estamos en edad para formar una familia?- Reclamó Jiraiya enojado.

La peli negra sintió su corazón hacerse pequeño, sabía que su jefa estaba casada y era plenamente consciente de que ella era la amante, pero pensar en que Tsunade debía formar una familia, embarazarse, tener hijos y luego retirarse de su trabajo…esa idea la ponía tensa.

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