- ¿Hace cuanto fue que se metió el boletín? – Pregunto de forma desinteresada.
- Hace ya 27 horas oficial, y no han dicho nada de mi niña- Estaba al borde del llanto una vez más, ya ni siquiera sabía cuántas botellas de agua hubiera llenado con tanto liquido saliendo de sus ojos.
Se escucho el suspirar del oficial que, era el típico que solo se la pasaba bebiendo café y comiendo cada que tenía la oportunidad, que, al parecer, era casi siempre.
-Señora, mis compañeros están haciendo todo lo posible para localizar a su hija, tenga solo algo de paciencia. Además, lo más seguro es que su hija este en la casa de alguna amiga o algún novio que aún no les presenta...
-Mi hija no tiene novio, y si hablamos de amigos, ella no sale de casa, así que su círculo es muy limitado. - Interrumpió la madre rápidamente, mirando con impotencia al oficial.
- ¿Ha tenido algún tipo de discusión con ella?
- ¿Como dice…? – Pregunto incrédula ante la acusación silenciosa que le hacia el oficial. Su intuición le dijo rápidamente lo que aquel hombre estaba insinuando. Provoco que se sintiera ofendida ante eso.
-Como escucho. – Soltó un suspiro al tiempo que se recargaba en el respaldo de su silla giratoria, comenzando a balancearse con ayuda de su pie. - Hoy en día, los jóvenes como ella hacen rabieta por cualquier cosa y solo desaparecen un determinado de horas para llamar la atención. – Informo mirando la computadora enfrente de él. En vez de estar viendo informes, solo estaba viendo paginas de cualquier cosa que no sea lo que debería estar haciendo realmente.
-Oficial, mi esposa ha dicho que no hubo ningún conflicto- Poso su mano pesada en el hombro delicado de su devastada esposa -Ya hemos narrado los hechos, era de noche, habíamos terminado de cenar algo ligero y después cada quien fue a su habitación, ella entro a la suya y estuvo ahí todo el tiempo, yo tengo el sueño ligero así que no desperté con el ruido de alguna ventana o puerta abriéndose. Y mi esposa al despertar eh ir a su cuarto para despertarla para desayunar, no la encontró, solo su cama arreglada como si nunca la hubiera utilizado, cuando sus compañeros fueron a investigar, su ropa estaba intacta. Por favor, se los suplico, han pasado más de 24 horas, y no hemos recibido ninguna noticia de ella.
El oficial miro a la pareja con aburrimiento. Seguía sin creerse que aquella chiquilla desapareció como si nada, lo más seguro es que la niña desarrollo algún tipo de habilidad para no realizar ningún ruido para no despertar a su padre y simplemente salió a cualquier lugar. Hizo un esfuerzo titánico (según él) para no suspirar una vez más. ¿Por qué tenía que levantarse precisamente hoy para escuchar los lloriqueos de padres que perdieron a sus hijos?
-Como usted lo dijo Sr. Berrycloth, ya han pasado las 24 horas, así que ya hemos tramitado el boletín y esperar en las próximas horas en noticieros y demás estaciones por si algún ciudadano reporta algo, aunque será algo difícil con respecto a la ropa, ya que pudo haberse puesto uno totalmente diferente al que le vieron la última vez. Y antes de que digan que mis compañeros no encontraron su ropa alterada, pudo haberse comprado un conjunto de ropa que ustedes desconocían.
Ambos adultos se sentían ofendidos ante tal falta de desinterés de ese estúpido oficial.
- ¿Nos llamaran enseguida si tienen una mínima pista de mi pequeña? – Preguntaron en un último intento inútil de que el oficial les hiciera caso como corresponde.
-Si Sra. Berrycloth, enseguida le llamaremos -Su sonrisa era forzada, era parte de su trabajo tratar de darles seguridad a aquellos desesperados de encontrar a sus personas desaparecidas; aunque siendo honestos, no estaba haciendo su trabajo como corresponde. Pero si por él fuera, ni los miraría. ¿En qué momento fue que decidió meterse como policía en el departamento de ayuda a civiles? De solo intentar pensar la razón le hacía doler la cabeza.
Ambos adultos dieron un asentimiento, no creyéndole totalmente sus palabras, se notaba a leguas que no los quería ver, pero debían entenderlos, su hija llevaba un día entero sin dar señales de vida. Fue demasiado traumático para Carlota Berrycloth no encontrar a su hija de solo 17 años en su habitación como habitualmente en días anteriores a su desaparición.
Al principio pensó que estaba en el baño realizando sus necesidades, aunque también se le hizo raro ver su habitación como se lo había dejado el día anterior a su desaparición. Fue con su esposo a preguntarle si sabía dónde estaba su hija, teniendo una respuesta negativa. Algo dentro de Carlota hizo que buscara con algo de ansias toda la casa, tal fue el ruido que despertó a sus otros dos hijos menores. Su esposo; Baltazar Berrycloth, compartiendo el sentimiento con su esposa, había salido a preguntar a los vecinos si de casualidad la habían visto por la mañana, más a aquellos que salían desde temprano a realizar sus ejercicios matutinos o quienes tenían la costumbre de regar su pasto a primeras horas del día, recibiendo el tan indeseado "No".
El mundo de la familia Berrycloth se derrumbó al no encontrar a la primogénita Tamara Berrycloth una mañana del 23 de septiembre de 2017.
Desapareciendo sin dejar ningún rastro, en formas demasiado extrañas y sin sentido.
Dejando atrás un hueco en aquella familia al que una vez perteneció.←_←←_←←_←←_←←_←←_←←_←←_←←_←←_←←_←
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Y como diría el buen Truman: "Y por si no nos vemos, ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!"