Las cosas se tuercen

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Allí estaba yo, frente a la puerta de 1° de la ESO E, junto a otros veinticuatro niños, los únicos niños que yo conocía estaban en otra clase y ya ni caso me hacían.

Mientras nuestra tutora llegaba, traté de socializar un poco con los nuevos alumnos y por lo tanto, mis compañeros de clase. En esos minutos que se me hicieron eternos, conocí a Fernando, a Lorenzo, a Alejandro, a Martina, a Alicia, etc... Pero, en ese momento, miré a esa chica, Graciela Gustín, una chica de doce años con el pelo castaño claro y ojos marrón avellana, en un abrir y cerrar de ojos, mi corazón empezó a latir vigorosamente.

-¡Jesús! ¡Para! ¡Lo dejaste con Sofía hace dos meses y ya te has enamorado! Me dije, dándome un suave golpe en la cabeza.

Tras varios minutos, nuestra tutora llegó al aula, abrió la puerta y todos entramos en masa a la clase, mis ojos no podían despegarse de Graciela, era tan guapa.

-¿Jesús? ¡Jesús! Me habló Sofía, mi profesora de inglés y a la vez mi tutora.

-Es tu turno de presentarte, dijo ella con un tono amable y risueño.

-Pues y-yo s-s-soy Jesús Felipe y m-m-me gusta jugar al waterpolo y observar p-p-pájaros. Dije temblorosamente, empecé a sudar ligeramente al ver que Graciela me miraba fijamente, me temblaban todo el cuerpo, sentía que mi cuerpo era un simple flan sacudiéndose.

No podía soportar su profunda mirada con esos dulces ojos, esos ojos con tantos secretos que esconder, sentía un deseo lujurioso por estar con Graciela, pero no sabía lo que me esperaría...

Lo que el amor puede provocarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora