𝐋𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐚

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Las calles de Daegu están totalmente blancas. El suelo, el cielo y el aire tienen un blanco sin vida. Una neblina hecha de pequeñas motas de nieve cayendo por doquier. Las calles siguen siendo ruidosas a pesar de que la noche se está haciendo presente. Los autos siguen pasando y las personas manifestando su felicidad también.

Una pequeña niña pasaba con sus padres, su sonrisa se veía genuina y llena de pura inocencia. Por un momento Heejung recordó su infancia, su niñez feliz. A pesar de que su padre la había abandonado cuando estaba por entrar a la adolescencia, había pasado sus mejores años al lado de su cariñosa madre. Pero la realidad es cruel e irracional, su madre acababa de fallecer hace poco y ya no tenía a nadie más por quién luchar. Ni amigos ni familia que le importara.

Las luces artificiales poco a poco se hacían más fuertes y el ruido de los autos persistía.Ella solo podía pensar en que se hacía más complicado respirar ese aire frío. Su cara y sus manos se estaban congelando, el abrigo no era lo suficientemente grueso y solo provocaba que su pecho empezara a temblar.

Heejung entró a una tienda de conveniencia donde se pudo resguardar un momento de la temperatura que bajaría más por culpa de la noche. Se dirigió al refrigerador donde estaban las botellas de soju y sacó un par para ir a la caja. Tomó casi lo último que le quedaba de su salario para pagar. Porque, sí, también había sido despedida.

—En total serían 5,000 wones. ¡Que tenga buena noche! —Heejung pagó sin decir una palabra y salió de la tienda.

El frío nuevamente la atacó, pero el licor tal vez le ayudaría a guardar un poco de calor. Caminaba para volver a su pequeño apartamento de renta que no era la gran cosa.

Mientras esperaba que la luz le indicara detenerse a los autos, una persona se le acercó. Era un chico joven no muy alto y rubio de algunos veinte años. Sus ojos se convirtieron en dos líneas, acompañaban una linda y expresiva sonrisa.

—¡Buenas noches! —hizo una leve reverencia.

—Hola... —Contestó sin ganas y con la mirada perdida. Él extendió un folleto hacia la chica. —¿Mmh?

—Mi nombre es Jimin —sonrió de nuevo. —Se ve algo decaída y me gustaría ayudarle.

—No creo que puedas hacerlo con un folleto y tampoco necesito tu ayuda.

—No diga eso.

—¿Tienes dinero acaso? Tal vez eso sea útil.

—¿Se encuentra en una mala situación económica?

—Tal vez, pero no es de tu incumbencia.

—Señorita, siempre tendremos momentos difíciles, se lo aseguro. Vengo a ofrecerle una forma de recargar nuestra energía por medio de la naturaleza.

—¿Esto es una estafa?

El rubio se sorprendió y de inmediato negó con la cabeza.

—Claro que no señorita —abrió el folleto y mostró la información que contenía. El folleto no tenía nada interesante, solo un par de fotos de un paisaje natural y algunas palabras que decían "salir de la rutina", "conectar con uno mismo", "meditar". —Mire con atención, le ofrezco un día de reconexión con usted misma —cerró el folleto y se lo ofreció. —Tómelo.

La sonrisa de este joven emanaba una energía extraña, era demasiado forzada. Pero si rechazaba tan siquiera el folleto, era seguro que insistiría mucho más, así que lo tomó con duda.

—Y no se preocupe por pagar, ¡la primera visita es completamente gratis! Si le interesa seguir asistiendo deberá pagar una cuota, pero le aseguro que es mínima.

Rastro de tu Esencia || TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora