13. AL DESPERTAR

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Fuertes sonidos de lluvia me despiertan en la mañana. Agarro mi teléfono que está en mi mesa de noche y veo la hora. Me quejo al ver que no he dormido nada. Son las diez de la mañana, me quedé dormida a las ocho, y solo he dormido dos horas, ya que me quedé viendo películas hasta las siete de la mañana con el Jeremías.

Hablando de el Jeremías.

Me giro despacio hacia el otro lado de la cama y lo veo ahí, durmiendo tranquilamente. Noté que se le hacía un puchero mientras dormía, cosa que me pareció muy tierno.

Llevo quizás cinco minutos detallando su rostro. Es muy lindo. Nunca lo había visto tan de cerca. Tiene el pelo todo desordenado. Se ve que tiene una piel muy suave, me muero por acariciarlo, pero no. Tiene unas cejas muy bonitas, mejores que las mías, y también unas pestañas mejores que las mías, tiene una nariz bonita que le queda perfecta a su rostro. Y sus labios... son muy rojos, ni tan gruesos, ni tan finos. Me pregunto... ¿cómo sería besarlos?

Me doy un disparo mental. Yo no acabo de pensar eso. No, no.

Dejo de mirarlo y me giro sin hacer mucho ruido. Intenté dormir otra vez, pero no pude. Así que me puse de pie y me fui al baño haciendo el intento de no despertar al Jeremías.

Me lavé la cara y los dientes. Me miré al espejo y... mierda... parecía un zombie. Además tenía ojeras, no sé si las tenía porque no he dormido nada o porque había llorado por el Titanic.

Salí del baño y mire hacia la cama para confirmar que el Jeremías siguiera dormido. Agarré mi cosmetiquera con maquillaje que se encontraba en mi escritorio y fuí nuevamente al baño.

Antes de ponerme maquillaje en la cara, me puse una crema. Luego un poco de corrector en las ojeras, y por lo menos ya no se me notaban tanto. Me puse rubor en las mejillas para no verme tan pálida. Y acabé poniéndome máscara de pestañas.

Ahora salí definitivamente del baño, fuí a mi cama y me quedé sentada pensando que pasará cuando el Jeremías se despierte. Ya que está lloviendo muy fuerte y no creo que pueda irse, sabiendo cómo están las calles con estas lluvias.

También pienso en el Kevin y la Massiel.

¿Por qué mierda se les ocurre salir un día de lluvia? Y tan temprano.

Suspiro y me pongo de pie nuevamente, pero está vez para abrir la puerta y bajar las escaleras.

Tenía hambre así que me hice una palta para comerla con pan, junto a una taza de té.

Ahora iba subiendo las escaleras. Abrí la puerta de mi habitación y el Jeremías seguía durmiendo, o eso creía, hasta que al caminar hacia la cama y sentarme, se empezó a mover, y de repente abrió los ojos.

Sus ojos se encontraron con los míos. El Jeremías se sentó y se acomodo mejor en la cama.

—¿Dormí aquí?

Su voz salió ronca. Mierda, mi debilidad.

—Sí.

—¿Contigo?

—Sí.

—Oh.

Yo me río, parecía tan perdido. Ni se acordaba que se quedó conmigo viendo películas.

—Espera —me dice y se pone de pie—. ¿Puedo ir a tu baño?

Yo asiento media confusa. Veo que se dirige al baño, pero no cierra la puerta. Escucho el agua de la llave.

Cuando sale lo veo con la cara mojada.

¿Por qué es tan perfecto hasta con la cara mojada? Veo gotas de agua que se le iban al cuello. Creo que deseo ser esa gota.

With You  | JERE KLEIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora