Joder tío, ella ya estaba delante mio sin dejar de bailar con esa cintura, parecía que se fuera a desmontar en cuestión de segundos, no paraba de restregarse conmigo, de acariciarme... Y empezamos con el juego de siempre. Y como siempre, comienzo por el vientre, le acaricio a medida que subo hacia su tripa pasando por su ombligo y llegando hasta su escote. Ella se giró y continuó bailando al ritmo de la tralla. Le grité a la oreja que le invitaba a unas rayas, se apartó un poco y dijo con la cabeza que no. Me quedé quieto y le enseñe un chivato de yerba lleno a reventar, sonrió, me cogió de la mano y fuimos fuera.
Sentados en unos sofás mugrientos algo lejos de la bodega de trance, le dije que se liara una buena ele para conocernos. Decía que se había fijado en mi cuando me estaba metiendo mierda en aquel garito de reggae, que sabía que iba al trance por la pintura fosforita y que se percató de que la miraba, pero que no entendió que me fuera, que ella no paraba de mirarme también. Fumando de aquel canuto, saqué todas mis herramientas para flipar. <<¿Qué te hace eso?>> Me preguntó con aires de preocupación. Le respondí que ''eso'' te hace flotar, te sientes extraordinariamente, con energías, con ganas de fiesta, te sientes libre pero que en realidad no lo eres.
Sus ojos eran de un color marrón verdoso, tenía cara de niña buena y mona, y con esa cara podía mover al tío que quisiera. No sé qué quería, pero yo sí qué quería; follar.
Me pinté un par mientras ella apagaba eso. <<Dios, tengo el cerebro algo reventado la verdad, no me para de doler, bah... esto se me pasa con un buen bajo>>. En cuanto solté por la boca esas palabras me metió tal ostia en las mejillas que se me quitó la tontería de golpe. No paraba de decirme que dejara esa mierda. Le cogí del culo sin pensármelo dos veces y la empujé para que tirara, sonrió y empezó a andar delante mio asta llegar a la puerta. Vaya vistas que tenia. Bajando las escaleras me agarró de la mano y entramos dentro de aquella ensalada de luces, música, drogas y gente.
Yo, mejor que nunca, no paré de bailar con ella. Mis colegas estaban de puta madre, así que de lujo. Ella me besaba todo el rato, se restregaba y sabía que iba cachonda a más no poder, era mi hora, la hora de follármela.
La puta como gritaba, parecía que la estuviera matando. Quien diría que me la acabaría tirando en un callejón de aquellos. Le quité la parte de arriba, iba a full de meta, y le arranqué aquella camiseta ancha que os dije antes. Aquellos pechos eran perfectos, en cuanto los vi no paré de manosearlos mientras la besaba y me la follaba, ella estaba ocupada cogiéndome las rastas con una mano y con la otra rodeándome el cuello, estaba encima mio disfrutando, hostia sí, y chillando.
Grindaba un canuto mientras me subía los pantalones , decía que no era de hacer esas cosas, eso dicen todas, después son las primeras en ponerse a cuatro patas. Por la gracia que tuve en romperle la camiseta, me quito la mía y se la puso, era un cambio justo la verdad, suerte que tenia otra de manga larga. Seguidamente fuimos a fumarnos aquel peta a una de las muchas salas que hay por ahí perdidas. Había una tranquila, no había casi nadie, sólo una pareja que se estaba dando el lote.
Ya era de día, me comentó que dónde iba a ir a dormir, que si quería ir a su casa. No había nadie y podríamos comer algo, ver la tele o dormir un poco. Le dije que dormir yo no dormiría, que estaba en Barcelona y yo vivía en Terrassa, que dejaría a mis colegas colgados. Al final me engalió para que fuera con ella, no le dije que no, suerte que tenía la casa a quince minutos andando.
¿Por cierto, cómo te llamas? Empezamos a reírnos los dos. Es verdad, suerte que me lo preguntó ella, porque yo con mi morado no hubiera caído.
Me llamo Sid Trip, bueno, en realidad Trip es como un pseudónimo que tengo por una experiencia que no tubo importancia. Me miró y sonrió, esta chica es alegre, viva y encima se le ve que es un trozo de pan. Le cogí de la mano y fuimos juntos a follar, digo, a su casa.
