Odiaba su vida.
Odiaba esa vida.
Odiaba a su padre.
Nuevamente sentado en esa silla, absurdamente cara. Rodeado de cuadros que presumían ese arrogante rostro que tanto detestaba. ¿Cuánto tiempo más debía aguantar esto?
— ¿Qué es lo que quieres?
—Buenos días a ti también, hijo. Debemos trabajar tu cortesía. —Dejó su té sobre el escritorio —Yo no te crié de esa forma.
—Tú no me criaste en lo absoluto.
—Bueno, tienes un punto. —Una sonrisa macabra se dibujó en sus labios —Tú eras tan manipulable, deberías agradecerme.
—¿Agradecerte? —Preguntó con incredulidad.
—Gracias a mí ahora eres temido y respetado.
—Pues gracias, gracias por convertirme en un puto criminal. —Solo quería largarse de ahí —¿Para qué me llamaste?
—¿Acaso no puedo pasar tiempo de calidad con mi hijo?
—Por favor, no quieras hacerte la víctima. —Cruzó sus brazos sobre su pecho —Sé muy bien el tipo que eres. Habla de una vez, viejo, ¿qué quieres?
Rio en voz baja.
—Qué bien me conoces, muchacho. Te tengo un trabajo.
—¿Qué? Pero recién completé uno de tus estúpidos encargos.
—De alguna forma debes pagar todo lo que comes y utilizas. —Apareció una carpeta amarilla sobre su escritorio —Ahora esto es lo que...
Estaba harto de esto, harto de ser cruelmente utilizado.
—No.
—¿Qué?
—No. No me seguiré ensuciando las manos por ti. —Arrojó el folder al suelo —Desde que tengo 12 años te encargas de sobreexplotarme, manipularme y poner mi VIDA en juego. Estoy harto.
Esperaba cualquier reacción, una furiosa, sorprendida o incluso un disparo, pero la reacción de su padre fue todo lo contrario, soltó una carcajada.
—Tienes coraje, mocoso. —Un escalofrío recorrió su espalda al ver a su padre alejarse del escritorio, posicionarse tras él y presionar sus hombros —Pero de palabras no se vive, si no de acciones, y si no me equivoco, tú sigues viviendo conmigo, comiendo de mi comida, durmiendo bajo mi techo, habitando mi casa. ¿O me equivoco?
Maldijo en su interior. Ese viejo verde tenía toda la razón del mundo. Siempre decía odiar su forma de vivir, pero jamás intentó escapar, independizarse, huir... Solo aceptó cada horrible trato, cada trabajo. La verdad tenía miedo, miedo de lo que las calles le harían, pues gracias al desgraciado de padre que tenía, era el principal criminal de la ciudad.
Mantuvo su cabeza gacha, suspiró desesperanzado y tomó aquella carpeta nuevamente.
—¿Cuál es el trabajo?
Sabía que su padre sonreía con satisfacción. Había ganado, como siempre.
—Sé que estás harto de esto, Genya, igual estoy harto de ti, pero resultaste ser un excelente trabajador. Me gané la lotería contigo. —No comprendía a dónde quería llegar con tantos halagos —Mereces un descanso, completa este trabajo y quedarás libre.
— ¿Qué? ¿Hablas en serio?
Asintió.
—Todo está planeado. Te mudarás a una nueva ciudad donde podrás empezar de cero, vivir una vida normal y feliz. Yo jamás volveré a intrometerme en tu vida. —¿Esto era real? Abrió la carpeta. Fotos de dos chicos idénticos, información extra, una beca a la academia Kimetsu, dos direcciones —Solo debes hacerte amigo de los Tokito, descubrir qué planean hacer con su herencia y dónde la esconden.
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enamorado de la misión /genmui
RandomLa vida fue cruel. Su padre fue una mierda con él, pero después de cinco años se le ofrece una oportunidad única: su libertad. A cambio, solo tenía que recolectar un poco de información sobre la familia Tokito. Hacer amigos no era su objetivo. Anhel...