Una suave brisa otoñal acariciaba las cortinas del hogar, haciendo que el ambiente fuera aún más sereno y acogedor. Lingling estaba recostada en el regazo de Orm, sus largas piernas eran un refugio cómodo, con su piel suave y cálida bajo sus manos. Orm, concentrada y gentil, aplicaba una pomada en los rasguños de la espalda de Lingling, el contacto era tierno, casi terapéutico, como si con cada caricia calmara tanto el dolor físico como el cansancio de la tarde.
Lingling suspiraba suavemente, sintiéndose completamente a gusto. Las yemas de sus dedos jugaban perezosamente con el borde del vestido de Orm, mientras sentia la textura sedosa de sus piernas bajo su piel. Había algo hipnótico en ellas, la manera en que se estiraban con gracia, la forma en que sus luces del atardecer reflejaban un suave brillo sobre su piel pálida, casi etérea.
"Son tan bonitas..." Pensó Lingling, fascinada por la simplicidad y elegancia de aquellas piernas que la sostenían con tanto cuidado. Era como si cada detalle, desde la suavidad hasta la longitud, la invitaran a descrubrir más. Sentía una mezcla de comodidad y una ligera emoción que le hacía cosquillear los dedos.
Mientras Orm continuaba con sus atenciones, Lingling no pudo evitar deslizar un poco más la mano, explorando delicadamente, como si intentará comprender por qué esas piernas la atraían tanto. Pero Orm, siempre tranquila, solo sonrió, dejando que Lingling disfrutará del momento. La tarde avanzaba lentamente, y ambas se perdían en la placidez del silencio compartido, dónde cada toque y cada mirada decía más de lo que las palabras podrían expresar.
Lingling empezó a deslizar sus dedos distraídamente por ellas, sintiendo la calidez bajo su tacto.
Orm, con una gran sonrisa, dejo escapar una leve risa, como si entendiera lo que pasaba por la mente de Lingling.
- ¿Te gustan? - pregunto con voz baja, sus ojos entrecerrados en un gesto de ternura, mientras continuaba acariciando la espalda de Lingling, ya sin necesidad de curarla, simplemente por el placer de tocarla.
Lingling, un tanto sorprendida y avergonzada, levantó la vista para encontrarse con los ojos miel de Orm, pero no valía la pena negar lo que sentía.
- Son tan...perfectas.- Admitió en un susurro. Después de la experiencia que tuvieron con la fascinacion de la castaña, prometieron hablar de sus gustos para tener más comunicación y placer mutuo. Al final, era una atracción que iba más allá de lo físico, una conexión profunda con esa tranquilidad que se transmitían sin esfuerzo.
- Siempre has sido curiosa.- murmuró Orm, mientras sus dedos jugaban con los mechones de cabello de Lingling, enredándolos y desenredándolos con ternura. La quietud del momento envolvía a ambas mientras la pelinegra, sin dejar de explorar con delicadeza, se daba cuenta de lo mucho que le fascinaba ese lugar.
°✩☽.
Desde el momento en el que Lingling conocío a la castaña, hubo algo que capturó su atención de inmediato. Sus piernas altas, largas y de un color lechoso que resaltaba bajo la luz, parecía haber sido esculpidas por algún artista con una obsesión por la perfección. Cada vez que Orm cruzaba sus piernas o se levantaba de su silla, Lingling no podía evitar sentir un latido más fuerte en su pecho, y en algunas otras partes. Le encantaba el como representaban todo lo que admiraba de la feminidad: elegancia, fuerza y un toque de delicadeza.
La pelinegra solía pasar largos minutos observandolas cuando estaban juntas en casa. Cuando la castaña estaba concentrada en leer o mirar una serie, a menudo se recostaba en el sofá, con sus piernas estiradas, libres y relajadas. A Lingling le facinaba como cada músculo parecía suavemente delineado, como la luz reflejaba en su piel pálida, creando un contraste entre sombras y brillos que hipnotizaba. La simple visión la hacía sentir una atracción innegable, por el porte que Orm exudaba sin siquiera intentarlo.
Una noche, mientras estaban en la cama, Orm notó la mirada fija de su novia en sus piernas.
- ¿Que tanto miras? - pregunto con una sonrisa traviesa, mientras flexionaba ligeramente sus piernas, consciente del efecto que causaba. Lingling se sonrojo, pero no aparto la mirada.
- No puedo evitarlo - murmuró, acariciando suavemente la pantorrilla de Orm.- Son perfectas y me encantan.
La castaña, divertida, solía reírse de su adoración, estirando su otra pierna hacia ella jugetonamente, quitando la mano de su acompañante de su pantorrilla.- No toques sin permiso, Ling.- La pelinegra solo sonreía, dejando que la exitacion y fascinación fluyera, le encantaba de sobre manera cuando su novia se portaba dominante. Porque ella sabía que a Orm le encantaba ser el centro de su atención.
°✩☽.
Con el paso de los días, está fascinación no disminuyó, así como la obsesión de su compañera era cumplida, la suya, crecía de sobremanera. Había algo magnético en como la castaña se movía, ya fuera caminar por la casa o cuando decidían pasar un dia tranquilo en la playa. En esos días, cuando Orm vestía faltas ligeras o pantalones cortos, Lingling sentía un cosquilleo de emoción en su interior. Ver las piernas de Orm al aire libre, moviéndose con gracia, era un espectáculo en si mismo.
Había una tarde en particular que Lingling recordaba con especial claridad. Estaban en el parque, bajo un árbol, leyendo en silencio. Orm se había recostado sobre una manta y cruzado las piernas en el aire, mientras sostenía el libro con una mano. El contraste del verde del césped y el blanco porcelana de sus piernas resultaba casi poético para Lingling. Sin poder evitarlo, se acercó y se sentó a su lado, deslizando sus dedos sobre la piel suave de la castaña.
Orm rio suavemente, dando una palmada en la mano sobre sus piernas.- Estamos en público mi amor, comportate.- dijo, sus ojos brillando con diversión.- ¿Tanto te gusta estar cerca de ellas?
Lingling asintio apenada y con un apice de exitacion en su cuerpo, como le encantaba que le hablara así. Y en ningún momento intento ocultar su atracción.
- Es que son hermosas, no por como lucen, sino como me hacen sentir. Son tan elegantes, tan femeninas...- susurro al momento de esconderse en su cuello y dejar besos húmedos en su hombro.
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Cuando estaban en público, Orm aprovechaba para burlarse de la pelinegra, como en este momento, salieron a cenar y la castaña se sento de manera que sus piernas quedarán cruzadas frente a ella.
- ¿Te gustan así? - preguntaba con una sonrisa juguetona, mientras Lingling intentaba mantener la compostura. A Orm le encantaba ver cómo su novia se sonrojaba y luchaba por disimular su fascinacion y excitación.
Lingling se acercó a ella hasta quedar cerca de su cuello e inhaló el perfume de la castaña, haciendo que su piel se erizará y con una profunda y grave voz le contestó.
- Me gustan más cuando las tengo en mis hombros.
- ¿Entonces por qué no lo haces ya? - La castaña le contesto, sin ningún tipo de vergüenza, importandole poco el lugar donde se encontraban.
La pelinegra entonces actuó, pago la cena y tomo la mano de su acompañante, llevándola hasta el auto, y como su novia lo merecía, abrió la puerta para que ella pudiera entrar. El ambiente en el auto tenía una tensión sexual palpante, ambas estaban desesperadas por cumplir sus fantasías íntimas, y apenas llegaron a su hogar se apresuraron a entrar y ahí, fue donde la fascinación de Lingling fue cumplida por su más grande amor.
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。.゚+ 𝓛𝓪 𝓯𝓪𝓼𝓬𝓲𝓷𝓪𝓬𝓲𝓸𝓷 𝓭𝓮 𝓛𝓲𝓷𝓰𝓵𝓲𝓷𝓰 °✩☽. [LingOrm] [G!P]
Romance↝ ╏ " En los últimos meses, Lingling tenía una curiosa obsesión con el cuerpo de Orm. Especialmente con sus piernas. " ╏ → LingOrm (TSOU) GL tailandes. → Two-Short. → Lingling G!P bott0m. Orm t0p. - Part.2 de "La fascinación d...