Veo globos de colores verdes, dorados y blancos, pero quiero clavarle mis uñas hasta explotarlos.
Una alfombra áspera también verde bajo mis tacones parece hierba , sólo quiero rasgarla hasta hacerla añicos.
Un pastel de tres pisos muy cerca de mí, necesito tirarlo al suelo y destruirlo.
Las velas que iluminan mi rostro tienen mis emociones cegadas, aderezan mi rabia y mi descontrol, aunque son las causantes de estas sensaciones tan extrañas.
A cualquier lado que miro solo logro encontrar sentimientos que no concuerdan con lo que yo siento ahora. Caras alegres, sonrisas gigantes, ojos iluminados por la felicidad.
Lo único que ilumina mis ojos es el fuego frente a mí. Fuego que consume mi mente... poco a poco. Pero que de alguna manera me hace ver un matiz optimista.
– Sopla las velas – me recuerda mi hermana con una sonrisa. Entonces vuelvo a escuchar los aplausos, la canción de "feliz cumpleaños" y el mundo parece volver a girar para mí.
Soplo las velas y los aplausos no demoran en hacerse notar. Abro y cierro mis puños inhalando el ligero olor a quemado que se desprende. No quiero apagarme como el fuego en este momento tan especial para todos, tan especial para mí. Lucho por no desmayarme mientras las emociones fuertes me pasan factura, apagando cada vez más mi propia llama. Y sonrío. Nadie merece imaginar que estoy tan jodida.
Nada más acaba la canción empiezan las fotos. Mis ojos desorbitados escanean rápidamente las cámaras que se presentan ante mí. No todos mis invitados quieren guardar este recuerdo conmigo, pero la gran mayoría sí. Muchos de mis familiares lo hacen por obligación por quedar bien conmigo, aunque no me importa. Lo único que tengo que hacer es sonreír. Es fácil.
Después de ese momento donde el fotógrafo y los celulares me toman como protagonista, voy a donde está mi mejor amiga, mi respiro en medio de tanto alboroto. Y hablando de alboroto, su cabello rizado ya no tan rizado parece un nido.
– ¡Muchas felicidades! – exclama con los brazos bien extendidos para recibirme en un fuerte abrazo. Su sonrisa permanece intacta, mostrando esos dientes tan blancos y bonitos.
– Gracias, reina de los moños – digo haciendo uso del apodo que menos soporta. ¿Quién la manda a llevar un moño alto todo el tiempo y presumir que a nadie le luce tanto como a ella?.
– Te lo dejaré pasar porque oficialmente es tu cumpleaños – avisa sin soltarme. Me siento tan cómoda en sus brazos, inhalando ese olor dulce que me hace sentir refugiada.
– Algún día admitirás que lo eres.
– Felicidades de nuevo – se apresura Miles, su primo, en decir. Tiene el teléfono en sus manos, así que la intención de abrazarlo queda descartada.
– Gracias – miro sus ojos con firmeza, aunque una sonrisa en mis labios hace que no huya despavorido de mi aura aburrida.
Nunca me he fijado tanto en sus ojos como ahora. Al sonreír, se le marca el Aegyo Sal a sobremanera. Es muy bonita esa característica en él. Parece que su mirada sonríe, en vez de sus labios.
– Un año más vieja – me recuerda mi tercera mejor amiga. Su voz sale rara porque está comiendo un cupcake.
– Que pesimista – negué con las manos en las caderas.
– La pesimista te ha traído algo especial que...- se quita las manos de la espalda y me enseña una bolsita blanca con un "felicidades" de color negro escrito. Siento mis ojos humedecerse al tomar su obsequio – ...no es lo mejor, pero al menos no pasó este momento desapercibido.
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Sáname, no me rompas.
Teen FictionSanar. Un sinónimo de perdonarse y liberar el pasado. Renovar, restaurar, reponer. Es poder tocar con amor lo que antes se tocaba con miedo. Abrazar el temblor y obtener la calma. Saber que es necesario, y que "después" no es una opción válida. ...