CAPITULO II

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Después de que se terminara el programa se sentía agotada y eso que apenas estaban cursando las primeras horas del día sentía que no podía más, tenía la cabeza dándole vueltas  desde la mañana que vio esos aretes, su mente viajaba a esos momentos, esos momentos donde fue tan feliz y tan cobarde a la vez, desearía volver al pasado y decirle todo lo que su corazón gritaba que expresara, pero no, le tenía que hacer caso a su lado racional y al miedo, quien sabe si se lo hubiera dicho ahora mismo estaría ella a su lado como la primera dama de México y no allá quien sabe donde, recordaba aquella ves donde quería declararse, aquel verano en el que le había regalado esos aretes. Todo iba a ser perfecto, tenía todo, reservó un restaurante muy bonito con una vista muy bonita, tenía una carta expresándole todo lo que sentía incluso un pequeño anillo para poder pedirle una oportunidad.
Claudia sentía que ese día era el mejor para declararle su amor a esa mujer que con tan solo una mirada y una sonrisa le había cautivado el corazón y el alma aquella tarde cuando chocaron por accidente, aquel hermoso día que el destino las unió.
Disculpa, no miré a donde iba—Dijo una mujer que nunca había visto levantándose ofreciéndole su mano para ayudarla —No te preocupes, yo también venía distraída—Dijo Claudia mientras la mujer tomaba la mano de Claudia que estaba fría y hacia contraste con la mano tibia que la tomo, no sabía pero se sentía cautivada por esa mujer que a su ver tenía una mirada dulce pero decidida— y ¿cómo te llamas? —preguntó al soltar su mano—
Claudia Sheinbaum Pardo y ¿tú? —contestó nerviosa acomodando su chaleco que traía puesto—Xóchitl Gálvez Ruiz un placer conocerte —dijo mientras la miraba, esperaba que no se diera cuenta que estaba un poco nerviosa, lo que no sabía era el por qué, pero lo atribuyó al choque accidental que tuvieron— Bueno debo irme a mi oficina —dijo rápido, sentía la necesidad de salir corriendo pero no de miedo si no de nervios pero antes algo que nació dentro de ella le hizo decir  — ¿Quisieras ir más tarde a comer conmigo? —dijo esperando que no asustarla con la pregunta, pero al verla a los ojos sabía que le emocionó la idea ya que se le instaló un brillo particularmente bonito— Claro, me gustaría —le sonrío ampliamente y esa sonrisa le hizo sentir como un tsunami desbordando todo en su interior—Perfecto, entonces, ¿nos vemos en la puerta de la entrada a las tres? —preguntó mientras le devolvió la sonrisa— Claro, ahí nos vemos— respondió y con una sonrisa se despidieron y la vio partir cuando la perdió de vista suspiro, no podía creerlo, ¿Que había hecho? ¿Por qué la había invitado a comer? —¿Que pasa conmigo?  —dijo tratando de calmar los latidos de su corazón solo espero que todo salga bien —caminó a su oficina con el corazón en la garganta, rogándole a todos los dioses y santos que la escucharan que todo saliera bien—
Por suerte si fue así, la tarde fue fantástica, platicaron y se sentía la conexión, parecía que se conocían de hace mucho tiempo. Aunque esa tarde se pasó más rápido de lo que hubieran querido y tenían que regresar a sus casas, en lo personal, Claudia quería retenerla un poco más, pero con lo que platicaron sabía que tenía esposo; al igual que ella y no debían tardar si no tendrían problemas.
Me divertí mucho, deberíamos salir de nuevo —dijo Xóchitl al salir del lugar donde estaban comiendo— Claro que sí, yo encantada —Claudia la miró directamente a sus ojos sentía su corazón latir contra su pecho eso es algo que nunca había experimentado ni con su esposo— Perfecto, entonces, nos vemos luego —la emoción de Xóchitl se notaba en sus ojos brillaban como brilla un par de cristales color ámbar. —
Después de despedirse el regreso fue tranquilo. Al llegar a sus casas a su casa solo estaban sus hijos los cuales la miraron con una expresión de extrañeza ya que se les hacía raro que llegara de un humor tan feliz y radiante, y sabían que algo había pasado.
Claudia recordaba cada momento de esa tarde como si hubiera pasado ayer, se sentía feliz mientras iba camino hacia la casa de Xóchitl, cumplían un año de ser amigas, claro que con el plan que desarrolló pensaba cambiarlo, no le importaba ser la amante si podía tenerla solo esperaba que aceptara. Llegando a la casa de Xóchitl le marcó pero se le hizo muy raro que no le contestara, se estaba preocupando hasta que escuchó su voz.
¿Hola? —se escuchó a través del teléfono— Hola, Xo — Oh, hola Clau —responde— ¿ya éstas lista? —no quería sonar ansiosa, pero se sentía así— sí, ya voy —respondió y colgó al instante, después de un par de minutos tenía a Xóchitl entre sus brazos, se sentía tan bien, era su lugar seguro— te extrañé— pronunció Xochitl con la voz algo amortiguada por estar contra su pecho — yo también te extrañé, Xo, ¿Vamos? —le preguntó separándose un poco— claro que sí, pero antes —estira la mano quedando la bolsita frente a ella — feliz aniversario—Dice Xochitl, mientras su cara era de asombro e ilusión, toma la bolsita— ay, Xo, no tenías que molestarte—Abre la bolsita, saca la cajita y la abre viendo que son un par de aretes— ¡Que hermosos! Gracias, linda —los saca y se los prueba— ¿Qué tal? —preguntó — Te quedan hermosos, y te quedan de acuerdo al vestido que tienes puesto —Le sonríe y Claudia queda prendada a esa hermosa sonrisa— ahora sí, vámonos—toma su mano y una electricidad la recorre al sentir su tacto tan tibio y acogedor-
Esta tarde solo es para ti y para mí— menciona con una sonrisa de camino al restaurante— Lo sé estoy muy emocionada creo que será genial —la sonrisa de Xóchitl era imborrable— Dalo por hecho. —le sonríe, pero por dentro estaba hecha un manojo de nervios, quería que fuera perfecto todo como lo había planeado—

Al llegar al restaurante con Xóchitl se sintió como en una película de romance se obligó a no pensar así, pero era inevitable, tenían una mesa solo para ellas, apartada de la gente metiche era perfecto, eso quería ella, porque estaba decidida a declararse. Todo el tiempo que pasaron ahí estaba pensando la manera perfecta de decirle, no sabía si darle la carta y que después declararse a viva voz o esperar a ver su reacción
¿Pasa algo Claudia? Te noto algo pensativa... ¿Tenías cosas importantes que hacer?—preguntó un poco preocupada ya que sabía que Claudia era muy responsable— No nada de eso, ahora tú eres lo más importante —tomó delicadamente sus manos— No te preocupes por lo demás —Sonrío al sentir que Xóchitl da un ligero apretón en sus manos— está bien, Clau, te creo —sonrío y Claudia deseo que le tiempo dejara de transcurrir para quedarse así por siempre; pero las buenas cosas siempre acaban y más cuando se escucha unos ligeros murmullos de los que alcanzó a escuchar son:
Que asco, ¿ya viste?  —se escuchó una voz con un todo asqueado—

Ay sí, Dios santo a lo que hemos llegado —Dijo otra señora que estaba cerca—

Claudia vió como le afectaron esos comentarios a Xochitl y más de la manera en la que soltó sus manos, como si se avergonzara. No negará que a ella también le dolieron e incomodaron esos comentarios; ahí fue el momento en el que se dió cuenta que no había caso que su plan se llevará acabo. Guardó sus sentimientos y dedicó toda esa tarde a hacer sentir mejor a Xochitl para hacerle olvidar lo que pasaron en ese restaurante.

Muchas gracias por esta tarde, fué muy divertido y hermoso —se acerca  y la abraza — Fue todo un placer, Xo, y lo sabes —Sonreía ligeramente mientras su corazón se debatía entre estar tranquilo o alocarse por la cercanía de Xochitl— Eres la mejor, gracias de nuevo —se separan del abrazo lentamente, pero antes Xochitl deja un pequeño beso en la mejilla cerca de la comisura de sus labios de Claudia — Gracias —se sonrojó un poco pues por poquito y sentía que Xochitl la besaba, aunque claro que ella no se hubiera negado pero quién sabe si solo se hubiera detenido en un beso; detuvo el hilo de sus pensamientos pues no la estaba llevando a lugares santos. — debo irme, ¿Nos vemos mañana en el trabajo? —pregunta— Claro que sí, y vamos a comer a la fonda, ya se convirtió en nuestro lugar —guiña y sonríe, a Claudia le encantaba que hiciera eso, así que le siguió el juego— por supuesto, hermosa —le guiña de regreso— ja, ja, ja, ay Clau, eres genial, descansa, ¿Si? —la mira— Claro, tu igual descansa —Sonríe y espera a que entre a su casa para entrar a su carro y comenzar a manejar a su casa, se sentía tan impotente, no podía creer que se hubiera acobardado. Suelta un enorme suspiro apretando contra su pecho la carta y la cajita que tenía el anillo, se iba a guardar esos objetos hasta que vuelva a sentir que era un buen momento. — Solo espero que llegue ese día —se dirige y pone dentro de una cajita de madera guarda esos objetos jurando un día por fin entregarlos. —

Esa cajita aún permanecía en su poder, nunca había encontrado el momento adecuado y después de las cosas que pasaron se obligó a tenerla para siempre.

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Hola

Espero les guste

¿Que tal la perspectiva de Claudia?

Nos vemos luego.
BYE 💫

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