El inicio del dilema.

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Un sonido de estática invade el ambiente. Una tenue luz azul titila lentamente, iluminando suavemente la habitación. El científico le da varios golpecitos al micrófono de la grabadora.

—Maldita golpe cosa golpe vieja, ¡funciona de una vez!

La estática se detiene, y un pitido anuncia el inicio de la grabación.

—Proyecto Ecos del Futuro, 10 de octubre de 2004 —se hace un silencio de unos segundos mientras el científico procesa la situación—. Este es Courtis Monroe al habla. Luego de cinco años de investigación, desarrollo, pruebas e incontables fracasos, al fin he logrado que encienda sin que explote o deje sin electricidad a media ciudad. Al parecer, el sistema de retroalimentación era la clave para evitar el colapso del circuito...

La explicación del científico se ve interrumpida por gritos entrecortados que provienen del mismo dispositivo que emite la luz titilante.

—¿Pero qué...? —Atónito, Courtis se queda paralizado unos segundos, procesando lo que sucede—. ¡Funciona! —susurra para sí mismo—. ¡FUNCIONA!

Su euforia se ve interrumpida de nuevo. Los gritos, ahora más claros y desesperados, inundan la habitación. Son desgarradores, personas pidiendo ayuda, voces ahogadas por la angustia y el miedo.

Courtis, aún temblando de emoción, corre hacia la máquina. Con manos temblorosas ajusta los diales, intentando estabilizar la señal. Los gritos no cesan, pero están envueltos en distorsiones y estática. «Tiene que haber una manera de hacerlo más claro,» murmura, sudando mientras gira perillas y ajusta parámetros, buscando ese punto exacto en el que todo encaje.

—¡Vamos! ¡Vamos! —grita, agitado, mientras su obsesión lo consume.

De repente, la luz azul de la máquina comienza a titilar de forma irregular, más rápida y más intensa. En su esfuerzo por mejorar la señal, Courtis ha forzado demasiado el sistema. El zumbido de la máquina se vuelve más agudo, la estática se amplifica, y entonces ocurre: la luz azul se proyecta hacia las paredes, formando imágenes holográficas difusas.

—¿Qué...? —susurra, retrocediendo un paso.

Frente a él, figuras distorsionadas emergen de la luz titilante. Son imágenes entrecortadas de personas corriendo desesperadas. En el fondo, los edificios se desploman como si fueran de papel, mientras el caos reina. El suelo tiembla, las paredes parecen vibrar, y los ecos del futuro invaden la habitación. Todo es confuso, como un mal sueño.

Courtis acercandose a las proyecciones para obtener mas detalles de las mismas observa con horror cómo las imágenes cobran mayor nitidez a medida que la máquina se sobrecarga. Fragmentos de un desastre inminente desfilan ante él, incompletos, como si el futuro estuviera derramandose hacia el pasado frente a sus ojos.

De pronto, en medio del caos, una voz entrecortada emerge de la estática. Se trata de una transmisión, casi inaudible, pero lo suficientemente clara como para entender retazos de una terrible noticia:

—...los hechos... el pasado... 11 de oct.... ubre de 2024... han dejado innumerables víctimas fatales... desaparecidos...

Courtis se queda petrificado. «¿2024?» Apenas puede respirar. Su mente procesa lentamente lo que está sucediendo. La voz, aparentemente de una reportera, continúa:

—...las autoridades... el origen del desastre... aún desconocido...
El sonido se corta.

Todo vuelve a la estática y a los gritos desgarradores. Courtis, paralizado, contempla cómo la máquina que él mismo creó proyecta imágenes de un futuro desolador. Las preguntas empiezan a inundar su mente mientras los gritos provenientes de la máquina se desvanecen a medida que esta se apaga...

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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