—Epsilon.— Año:3119.—
Los voraces rugidos de histeria provocaban un zumbido constante y doloroso a través de su armadura reforzada. Sostenido como un trofeo por las manos de un Devastador en su estado de rabia, el hombre presenciaba la caída de este planeta.
Normalmente, un solo S.A.S era suficiente para diezmar en su totalidad con las criaturas habitantes; Contaminantes y que resurgían infectando hasta el más mínimo organismo orgánico existente de cada planeta.
Pero está vez, los múltiples infectados con cada parpadeo de sus cansados ojos, apenas con un poco de lucidez y manchados de sangre, crecían en numero. No solo en miles, si no en cientos de miles e incluso millones. Todos rugiendo por devorar su carne, sin poder defenderse.
Su armadura quebrada yacia sin energía para siquiera activar un escudo o alguna habilidad. Sus armas estaban completamente rotos, destruidas por los arañazos, golpes y mordiscos de los múltiples infectados espaciales.
solo esperaba su final. el Devastador levanto su cuerpo magullado, apenas con un apice de consciencia y que se retorcía; Con múltiples fisuras de su armadura derramando el tan ansiado nectar que las abominaciones babeaban por probar.
"M....misión fallida." Fue su último pensamiento, antes de caer en las manos de la inconsciencia. Presenciando como el Devastador abría sus fauses para arrancarle la cabeza con crueldad y sin empatía.
—Tierra.—Año: Desconocido.—
-m...hg..- Leves quejidos de dolor escaparon de un caparazón verde de armadura. Su anfitrión, apenas retomando los sentidos, no lograba localizar dónde estaba.
Su sentido de la orientación no ayudo, los verdes fongosos de árboles se asomaban en todo su periférico.
Intentando ver algo, solo avistó una serie de estructuras a lo lejos; Una ciudad prendida en llamas que bailaban al son de los gritos humanos.
[Equipo:Ninguno destacable. Armadura: (Red) 38% de funcionamiento.]
Sin nada más que hacer o alguna información de la cual saber que está pasando, fue al escenario prendido en llamas, no muy inusual en los planetas que visito.
—Raccoon City.—
Con su pisadas ensangrentadas por su sangre seca y cortes sin desinfectar y sanar, el hombre avista en sus periféricos nuevamente a la desolación del universo; La plaga con la que la humanidad ha estado luchando cientos de años.
-¿¡!?- El hombre, perteneciente a la elite de la humanidad, los S.A.S, quien había visto poblaciones ser diezmadas, tragedias tras tragedias, nunca se había inmutado siquiera por la eliminación de millones de infectados. Pero lo que vió lo sorprendió más haya del reconocimiento.
Frente a el; Además del infierno en fuego por todas las calles, cuerpos marchitos, quemados hasta los cimientos, pudo presenciar humanos...Humanos que hace tantas docenas de años se habían casi extinguido cuando la tierra fue domada por la infección.
Los objetivos de los altos mandos de S.A.S eran claros; La exterminación de los infectados en todos los planetas habidos y por haber. Pero, por sobre todo; si quedaba algún humano orgánico, salvaguardar absolutamente la vida orgánica.
Para eso fueron creados los S.A.S, humanos genéticamente modificados que ya no eran humanos puros y completos.
Con un repentino shock en cada extremidad, la adrenalina tomo cada acción del soldado de Elite para abalanzarse sobre la mujer en el frío asfalto de Raccoon city.
"mnn..." Comprobó los signos vitales de la mujer: Estaba muerta. Rápidamente noto los síntomas crecientes de la infección dentro de su cuerpo. Así que, con pesar coloco su pie sobre la cabeza del recién infectado. Y hubo una pequeña explosión de carne y viceras por la acera.
Una mujer oculta de la vista indulgente, había presenciado la escena rara. Nadie, para su pensamiento, actuaría de forma tan calmada y aún más su conjunto destruido que denotaba su armamento.
Heavy continuo su búsqueda de algún ser vivo por la marchita y desolada ciudad de Raccoon city.
Por otro lado, una serie de sucesos provocó la separación de un hombre rubio, de tez blanca, cuerpo cincelado y una cara enmarcada profundamente por una seriedad que la vida lo obligó a ostentar veía preocupado al otro lado del infierno en llamas.
-¡León! ¡No te preocupes por mi, luego nos encontraremos!- El hombre rubio no pudo bocalizar ni una sola palabra ante la huida de su reciente amiga.
Fin del prólogo.
El siguiente capitulo será al menos 2 o 2.5 veces más alargado en palabras. Enfocando más en pequeños detalles y en la narración del capítulo.
Está apenas fue una breve introducción.