Andrew se encontraba en su habitación, eran las 12:00 PM y no podía conciliar el sueño. No dejaba de pensar en lo que vió en la cafetería aquella mañana.
La sola idea de que Natalie pasara por alguna especie de depresión le daba una especie de tristeza y rabia al mismo tiempo. Se le ocurrió hablar con su madre, pero decidió que no le daría más molestias por el momento.
Andrew encendió su lampara, sacó su diario debajo de la almohada y empezó a escribir:
No sé en que pensar, por un lado tengo a Nata , y por el otro están mis padres.
Se detuvo un breve momento y prosiguió:
Mañana hablaré con Nata, ella confía en mi, me permitirá ayudarla.
Terminó de escribir, no quería lamentarse escribiendo.
Andrew solo utiliza su diario para organizar sus pensamientos, le parece una idiotez lamentarse en él.
Decidió salir a caminar un rato; se puso los primeros zapatos que encontró, agarró las llaves y salio sin hacer ruido.
Se dirigió a un pequeño parque cerca de casa y se sentó en una incomoda banca.
No dejaba de mirar a todas partes; miraba al cielo, a los arboles, las botellas de cerveza barata tiradas alrededor de la banca en la que estaba sentado y un condón usado que alguna persona habría tirado por ahí.
Se mantuvo así por varios minutos, hasta que algo llamó su atención.
Una chica lo observaba desde un árbol mientras sostenía un cigarrillo en su mano derecha. Le pareció realmente guapa, pero Andrew siempre creía que una chica de su edad que se encontraba a esas horas en la calle fumando no era nada conveniente, por lo que no intentó ir a hablarle o algo más.
La chica usaba una gran cantidad de tatuajes y piercings, tenía el cabello realmente oscuro y usaba ropa un tanto provocativa.
La chica lo observó por un tiempo y se le acercó, lo miraba como si fuera alguien cercano o algo similar.
Andrew no supo que decir, pero ella dijo:
- ¿Tienes fuego?
Estubo a punto de decirle que no, pero recordó haber tomado un encendedor en la tarde. Su madre lo usó para prender el fogón, ya que la estufa no funcionaba como debía. Andrew recordó que Saraya se lo entregó nuevamente, existia una posibilidad de que estuviera en su bolsillo. Tanteó sus pantalones y lo encontró, para finalmente darselo a la desconocida chica.
- Gracias - dijo
Fumó profundamente, y exhalo mirando hacia el cielo.
Andrew la miraba con curiosidad.
- ¿Cómo te llamas? - Preguntó la desconocida
- An- Andrew
- Mucho gusto Andrew, mi nombre es Elizabeth, un placer.
Andrew la saludo de manera cordial.
- Oye, conozco muy bien esta zona. La verdad te he visto pocas veces. ¿No sales mucho cierto?
- dijo Elizabeth
- Vivo cerca, pero no visito este parque muy seguido
- Entiendo. Estoy muy seguido por aquí, podremos salir cuando quieras, ¿te gustaría?
- Claro, mañana estaré aquí
- ¡Genial!
- Tengo algo que decirte algo que quizá te interese
- ¿Algo que me interese?
- Así es
- Ahh..., esta bien
La chica se retiró sin decir nada más. Andrew pensó que quizá esta chica lo estaba esperando, pero descarto la idea.