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📍 Londres.
22/02/2021
el estadio estaba explotado, lleno de gritos y cánticos que te hacían vibrar el pecho. enzo corría como un pibe chiquito con la cabeza llena de sueños, sin parar nunca, como si tuviera un motorcito adentro. todo iba bien en la cancha, pero él no podía dejar de pensar en el palco, donde francisco estaba con mateo. el gordito no se quedaba quieto, tratando de zafarse de los brazos de su papá, queriendo caminar y explorar todo.
francisco, con esa calma que parecía de otro mundo, lo miraba como si fuera lo más lindo que había visto en la vida. mientras tanto, sus ojos no perdían de vista a enzo.
—mirá, amor, ahí está papá, ¿ves cómo corre? parece un loco. —le dijo a mateo, que estiraba los bracitos hacia el campo—. vos también vas a correr así un día, pero primero te tenés que portar bien, ¿ok? y comer todo, nada de hacerte el difícil.
—¡quiero ir con papá ya! —dijo mateo, sacudiendo las piernas con esa energía que solo los nenes tienen.
francisco soltó una risa bajita, besándole la cabecita.
—tranquilo, amor, ya vamos. dejá que termine el partido, ¿dale? pero mirá qué enorme es esto, parece otro mundo, ¿no? —le hablaba mientras lo acomodaba en brazos, caminando despacito por el palco.
abajo, en la cancha, enzo tenía el foco en el partido, pero cada tanto levantaba la vista, buscando a los suyos en el palco. esa mezcla de orgullo y ganas de verlos de cerca le hacía correr más fuerte. en el entretiempo, julián se le acercó con su típica cara de chusma.
—che, ¿todo bien? te veo medio volado, ¿vinieron los tuyos o qué?
enzo no pudo evitar reírse.
—sí, boludo, están allá arriba. —movió la cabeza señalando el palco—. francisco, mateo y mis viejos. ¿y los tuyos?
—ahí también, están con mi mujer. pero, escuchame, cuando termine el partido, los chicos te van a querer agarrar para preguntar, ya los conozco.
enzo suspiró, tratando de hacerse el relajado.
—ya sé, loco, me la veo venir. —dijo, aunque en el fondo sabía que no iba a ser tan fácil zafar.
el partido terminó con una victoria que hizo que el estadio explotara de nuevo. mientras enzo se abrazaba con sus compañeros y saludaba a la hinchada, francisco ya estaba en camino a la cancha con mateo en brazos. el gordito estaba como loco, señalando todo y repitiendo "papá, papá" a cada rato. la esposa de julián iba al lado, charlando y riéndose de cómo el nene parecía el más fanático de todos.
—mirá, amor, ahí está papá. ¿ves cómo saluda a la gente? ya vamos, pero primero vamos despacito, que si no te me caés. —francisco le hablaba con una ternura que te derretía, bajándolo al piso para que caminara un poco. mateo se agarraba fuerte de su mano, pero sus ojitos iban de un lado a otro, fascinados con todo.
