Sabes que es amor cuando no te importaría rogar. Quisieras gritar ¡Vuelve! ¡Vuelve a mí! ¡Mírame otra vez! Dime que yo soy tu persona favorita de nuevo, tú cárdigan. ¿Fallé yo? Si esto es una broma, esto no es nada divertido. Por favor no juegues con mi corazón, el cual grita cada sonido en megahercios por ti.
Me prometiste que no te dejara, pero esto no es lo que esperaba a cambio. Tus palabras "Me gustas. Te quiero. Te amo" ¿Eran todas mentiras? ¿Qué no entiendes que me siento morir?
Las palabras que me enseñaste en tu idioma, ¿Tenían un propósito? ¿Querías matarme en vida? Porque se sintieron como una curita primero y después como un profundo cuchillo. Un cuchillo que atraviesa mente, alma y corazón. Dijiste que solo podías enamorarte una vez, ¿Qué pasó con eso? Tu indiferencia es la peor de todas. ¿Por qué me incluiste en tu vida, en tu rutina? ¿Por qué me dijiste que era el amor de tu vida tantas diez mil veces?
Ahora tengo un hueco construido de desesperanzas, apilados en lágrimas con cimientos de sueños rotos. No tengo fuerzas para levantarme porque tu desinterés clavo mis manos y piernas en la cama. Tu arma cargada de palabras cariñosas es tan poderosa que es capaz de romper hasta los más puros recuerdos.
Excelente cuentacuentos de futuros, pero también demoledor de edificios de promesas e ilusiones. No logré tocarte, pero tú me tocaste el alma y lo más profundo de mis entrañas; no besé tus ojos, pero tu mirada recorrió y perforó mi alma; no besé tu nariz, pero imaginé el perfume unido de los dos; no toqué tus manos, pero no hizo falta porque siempre me las imaginé unidas con las mías; no acaricié tu cabello, pero memoricé la posición de cada fibra de él; y no hizo falta darte mi cuerpo, porque solo era la envoltura de todos los regalos que te di.
Entre ríos de lágrimas y manos temblorosas escribo esto; deseando no haberte conocido nunca, no haberme imaginado destino juntos, una desesperada necesidad de cruzar el mundo para verte. Ojalá hubieras dejado solo mi corazón, el cual estaba quieto, tranquilo y en paz.
Odio que los hombres nos dividan el corazón en tantos pedazos. Odio su falta de humanidad y empatía. Y me odio a mí misma, porque no sé hasta cuando pararé de amarte.
