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Lucasta, un chico amable, divertido y extrovertido.

Y...Natalan, que es todo lo contrario a él. Alguien desconfiado, solitario e introvertido.

Nadie creería que estos dos fueran mejores amigos siendo ellos tan diferentes.

Pero, vamos...¿Quién lo creería si uno de ellos es una persona tan antisocial?

Aunque ambos casi siempre estén juntos, Natalan era un poco más alejado de el otro por la inseguridad que le causaba Soarinng, quien era uno de los varios amigos que tenía Lucasta.

Y, ¿Cómo no tenerlo? Si a cada que ellos se reunían el fanático de pokemón iba en compañía del castaño de lentes, haciendo que el de cabello azabache se sienta de mal tercio con los dos chicos extrovertidos que hablaban efusivamente sobre miles de temas que se les ocurrían, dejándolo de lado a él.

Para Natalan era una tortura ver a los dos castaños demasiados unidos, porque su inseguridad y desconfianza a sí mismo le decían que su amor por el de lentes nunca iba a ser correspondido.

Cada que los veía cerca, sentía como su corazón era de cristal y empezaba a romperse parte por parte, cada que le invitaban a un lugar sólo para dejarlo atrás sentía unas inmensas ganas de llorar a mares, cada que los observaba a ambos de lejos o cerca quería encerrarse en su habitación y jamás volver a ver la luz del día, cada que ellos se hacían mucho más unidos sentía que la vida disfrutaba de verlo sufrir.

Lucasta jamás se fijaría en él y Natalan lo sabía perfectamente.

No conversaba o se acercaba a Soarinng, pero sabía que su personalidad era igual a la de su amado, teniendo los dos mayor posibilidad de quedar juntos que la de él y Lucasta, según él.

El físico y las expresiones del castaño heterocromatico eran mucho más mejores que los suyos, y al parecer, al de lentes le encantaba lo increíble que era Soarinng.

Sintiendose aún peor, Natalan comenzaba a compararse con Soarinng de tantas formas que nisiquiera recordaría quién sería él al lado de el chico de suéter de pikachu.

Encerrado en su habitación y a oscuras, el azabache heterocromatico veía las publicaciones de su amigo en redes sociales, donde aparte de Soarinng y Lucasta estaban más personas que conocía. En las fotos todos tenían unas deslumbrantes sonrisas, estando en distintos lugares y de buen humor, Lucasta incluso parecía estar disfrutando el momento sin él, parecía como si se hubiera sacado de un peso de encima, como si estuviera mejor, como si viviera mejor sin él.

Ninguno del grupo de amigos pareciera acordarse de él y Lucasta tenía cara de no querer hacerlo, de no querer recordarlo.

Le dolía demasiado el no preocuparle o siquiera importarle un poco al castaño. Desactivó sus notificaciones, quitó el Wi-fi, puso su celular en modo avión y lo tiró a cualquier lugar en donde haya caído, no queriendo que el aparato móvil le recordase siquiera el día en el que estaba.

En todo el día no se levantó de la cama, sólo despertándose para hacer sus necesidades o tomar un poco de agua. No le importaba enfermarse, total a nadie le iba importar si le pasaba algo.

...

Días después, Natalan se despertó y se levantó de la cama para ir al baño.

Mientras entraba al baño, se observó a sí mismo en el espejo del fregadero, viendo que tenía grandes ojeras y sus ojos hinchados de tanto llorar, viéndose con asco por como se encontraba de desastrosa su cara.

Decidió concentrarse en asearse aunque sea un poco, lavándose el rostro, cepillandose los dientes y duchandose.

En lo que se daba una ducha de agua fría reflexionó, y sin llegar a sobrepensar optó por comer algo de su refrigerador. Claro, si es que había.

Se preparó un "desayuno" ligero y prendió el televisor que tenía, viendo canales hasta que alguno le entretenga.

Terminó de comer y lavó su plato, dejándolo secar a un lado. Caminando al rededor de la cocina se dio cuenta que esta tenía mucho polvo al igual que la casa. Entonces empezó a limpiar su casa, limpiando, ordenando, lavando e incluso moviendo muebles para cambiar un poco su hogar, todo esto mientras escuchaba su Playlist favorita en su televisor. Teniendo por alguna razón más energía de lo normal.

Mientras terminaba de mover los últimos muebles que tenía por ahí, su estómago le dijo que era hora de comer, pero Natalan no tenía nada en su refrigerador más que hielo.

Estaba cansado como para salir a comprar, así que pidió comida desde una app de delivery, donde lo único que tendría que hacer sería levantarse e ir por el pedido.

Él azabache aún no estaba consciente de que seguía con su pijama, por lo que al darse cuenta rápidamente fue a su habitación a cambiarse para verse presentable.

En lo que se vestía, probaba distintos y múltiples conjuntos, algunos siendo de su gusto y otros no mucho.

Por alguna razón, ahora verse al espejo le parecía algo...normal e inclusive se encontraba feliz, probarse distintos estilos se le daba bien y lo ponía de buen humor. Algo que descubrió en ese mismo instante en el que probó un vestuario diferente de los que vestía anteriormente.

Seguía probandose conjuntos que él mismo creaba hasta que sonó el timbre de su puerta, seguramente era el pedido.

Vistío el estilo que más le gustó y bajo las escaleras de su casa casi saltando de emoción, como si fuera un niño apunto de recibir los regalos de navidad.

Se dirigió a la puerta con su mejor sonrisa, le daría las buenas tardes al repartidor, le agradecería por traer su pedido e incluso lo abrazaría.

Estaba tan contento, era el mejor día que tuvo.

Cerca de la puerta el azabache se dio una última mirada a él y su conjunto. Ya confirmandose que se veía presentable, abrió la puerta en donde el repartidor esperaba para entregarle su pedido.





































































































-¿Natalan?- Nombró su amigo, Soarinng.

Inmediatamente su sonrisa cayó, toda la felicidad que tenía desapareció con el desafortunado encuentro con el castaño heterocromatico, quien era el repartidor.

Los recuerdos llegaron a su mente y en cada uno se recordaba a él como alguien inservible.

Pero uno de ellos hizo que su corazón se estrujara y era el de su mejor amigo Lucasta. Recordando el hecho de que el de lentes nunca lo vería de la forma en que él lo ve, sumándole una gran tristeza al recordar la mala suerte que llevaba en la vida.

Y, al parecer, así era.

*°*°*°*°*°*






















































Holaaaaaaaaps :)))

Primero q nd, muxas gracias x siqiera entrar a leer esto ;v

Y prdónenme por las fallas ortográficas q ai en el fic, hago lo mjor q puedo. Además q es una las primeras historia k hice

Tmb perdón por lo mal redactado o k en algunas partes no c entienda vien, no soi una persona kon demasiada imaginación :c

Pero igualmente gracias al k ande leyendo x entrar aki(si esq alguien lo lee)








m despidouuuu


























































Baiiiss y tenkiuuss :DDD

¿Love?... || NataCasta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora