Capitulo 1

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El Infierno tenía una manera curiosa de mantener las cosas en constante caos, pero para Alastor, el Radio Demon, eso solo lo hacía más interesante. Su vida —si es que podía llamarse así— había seguido un ritmo constante durante años. Desde su trono en lo más profundo de su mansión, dominaba a los más débiles y se deleitaba en el sufrimiento y el desorden que gobernaban su mundo. Era el amo de su propio destino, y nadie, ni nada, lo sacaba de su impecable equilibrio.

Hasta que una tarde, su vida dio un giro inesperado.

Mientras revisaba los intrincados hilos de poder que tejía en el submundo, algo fuera de lo común llamó su atención. Tocaron a la puerta de su mansión. Alastor, con un gesto curioso, dejó de lado lo que hacía y fue hacia la entrada.

Abrió la puerta y ahí estaba: una niña pequeña, de no más de ocho años, con un vestido rosa fuerte, con dos pares de brazos como una araña y un par de ojos brillantes que lo miraban con una mezcla de nerviosismo y determinación.

—¿Qué demonios...?—murmuró Alastor, sorprendido de ver a una niña en su puerta, algo extremadamente raro en el Infierno.

—Hola — dijo la niña, levantando la barbilla —Tú eres Alastor, ¿verdad?—

El Overlord parpadeó lentamente, aún sin procesar la situación. —Efectivamente ¿Y tú eres...?—

— Me llamo Annabelle— respondió con firmeza — Y soy tu hija —

Alastor arqueó una ceja, una sonrisa ligeramente burlona se dibujó en su rostro —¿Mi hija? Qué broma tan extraña. Me temo que te has equivocado de puerta, pequeña — dijo cerrando la puerta, se alejo intentando olvidar esa broma de mal gusto cuando la puerta fue golpeada nuevamente. Alastor volvió a abrir la puerta y ahí se encontraba nuevamente la pequeña arañita — Creo que no fui lo vastante claro contigo, te has equivocado de puerta y de persona niña—

Annabelle no se inmutó ante la incredulidad de Alastor —No me equivoqué. Mi mamá me contó sobre ti. Dijo que eres mi papá—

Alastor soltó una risa seca, esa risa que solía congelar a sus enemigos —¿Tu mamá, dices? Y dime, ¿quién es tu... mamá?—

— Angel Dust —

La sonrisa de Alastor se desvaneció lentamente. De todas las respuestas que podía haber imaginado, esa no era una de ellas —Angel Dust... ¿es tu madre?— repitió, incrédulo, tratando de atar cabos en su mente.

—Sí,— dijo Annabelle, cruzando los brazos con un aire decidido —Él me dijo que viniera a conocerte. Está ocupado con unas cosas y no puede cuidarme por ahora, así que me mandó aquí... contigo —

Alastor cerró los ojos un momento, como si intentara entender cómo había llegado a este punto. No era extraño que Angel Dust estuviera envuelto en todo tipo de líos, pero la idea de que existiera una niña fruto de su relación, aunque extraña, comenzaba a ser una posibilidad cada vez más real.

Abrió los ojos, mirando a Annabelle de arriba abajo. No había mentiras en su mirada. Aunque la situación era absurda, algo en la seguridad de la niña lo hizo detenerse. Además, si había algo que Alastor no soportaba, era ser tomado por sorpresa. Y ahora, esta pequeña criatura había llegado para alterar su mundo.

[.....]

—....Entonces, déjame ver si entiendo bien —dijo finalmente, con su tono suave pero cargado de subtexto viendo a la pequeña que ahora se encontraba sentada frente a el. No iban a estar hablando de algo tan serio como esto en la puerta —Angel Dust... te envía aquí, a mí, porque está demasiado ocupado para... cuidarte—

Annabelle asintió, sin inmutarse ante la voz siempre amenazante de Alastor —Sí. Dijo que eras mi otro papá y que era momento de que nos conociéramos. Dijo que aquí estaría bien—

Alastor dio un paso hacia atrás, frotándose el mentón mientras pensaba. Este giro inesperado no solo era desconcertante, sino también problemático. No tenía intención alguna de cuidar a una niña, y mucho menos una que afirmaba ser hija de Angel Dust.

—Y dime, pequeña, ¿qué esperas que haga con esta... información?— preguntó con un tono que mezclaba curiosidad y malicia.

— Bueno — respondió Annabelle con la misma seguridad que había mostrado desde que llegó —Vine porque quiero conocerte. Eres mi papá también, y no conozco mucho de ti. Así que... pensé que podrías cuidarme por un tiempo hasta que mamá pueda venir a buscarme—

Alastor sonrió lentamente, aunque la sonrisa no alcanzó sus ojos —Así que vienes aquí esperando que, por algún capricho del destino, yo me convierta en tu... cuidador— Se inclinó levemente hacia ella, su figura imponente proyectando una sombra sobre la pequeña. —¿Sabes realmente con quién estás hablando, niña?—

Annabelle lo miró sin vacilara —Sí. Sé quién eres. Mi mamá me contó cosas. Dijo que eres muy fuerte y que eres alguien importante aquí—

Alastor alzó una ceja, sorprendido por la falta de miedo en los ojos de la niña —Interesante... muy interesante. Sin embargo, me temo que esto no es un parque infantil, pequeña. Yo no soy de los que... cuidan—

Annabelle frunció el ceño, cruzando un par de brazos —No estoy aquí para que me cuides como a un bebé. Solo vine a conocer a mi papá—

Alastor se quedó en silencio por un momento, evaluando la situación. Esta niña no era como cualquier otro ser que había conocido. Tenía una determinación y una confianza inusuales, quizás un rasgo heredado de Angel Dust. Aunque la idea de hacerse cargo de alguien era ridícula, algo en esta situación le intrigaba.

—Bien —dijo finalmente, enderezándose —Puedes quedarte... por ahora. Pero te advierto, niña, que si llegas a causarme algún problema, te aseguro que no seré tan indulgente—

— Gracias — dijo Annabelle, sin mostrar un ápice de temor —Prometo no causarte problemas—

Alastor la observó unos momentos más, aún sorprendido de cómo su día, que comenzó de manera tan normal, había dado un giro tan inesperado—Veremos— murmuró, sus labios torciéndose en una sonrisa oscura. —Veremos qué tan interesante se pone esto—

 —Veremos qué tan interesante se pone esto—

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Fin del Capítulo 1

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