Dos

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Gavi sabía que no era la solución, no, pero... Quería olvidar, aunque sea por esa noche, así que salió, fue al primer bar que encontró y bebió, bebió hasta ya no poder mantenerse en pie.


Gavi se quedó sentado en su cama, con la nota temblando entre sus dedos, incapaz de procesar lo que había sucedido.

El dolor en su espalda baja era un recordatorio constante, pero lo que más le dolía no era lo físico, sino la confusión, la vulnerabilidad que sentía.

Se había dejado llevar, había bebido hasta perder el control, todo por olvidar a Marc. Y ahora, despertaba en su propia cama, con la evidencia de que había compartido la noche con alguien.

Leyó la nota de nuevo, como si las palabras pudieran cambiar de significado si las miraba lo suficiente.

"No deberías de hacer lo que hiciste, fue peligroso, otro quizás te hubiera lastimado..."

Su garganta se apretó. Sabía que quienquiera que hubiera sido, había tenido cuidado.

Pero eso no quitaba el nudo en su pecho, el sentimiento de haber sido imprudente, de haber dejado que el dolor y la desesperación lo consumieran.

"Intenté que tu primera vez fuera agradable..."

Eso lo hizo temblar aún más. Su primera vez. Gavi jamás había querido que fuera así, jamás se imaginó entregándose a alguien de esa manera, bajo esos términos, bajo esa niebla de alcohol y confusión.

Su primera vez había sido con un desconocido.

Cerró los ojos y trató de recordar algo más claro, pero solo había destellos.

Recuerdos borrosos de manos cálidas en su piel, de palabras suaves que apenas entendía, y de una sensación de cuidado, de preocupación.

No fue agresivo, no fue brusco. No había rastro de violencia. Y aun así, no podía evitar sentir que había perdido algo valioso.

Se tumbó de nuevo en la cama, observando el techo mientras las lágrimas caían por sus mejillas, silenciosas.

Todo esto había pasado por querer olvidar a Marc, por querer huir de ese rechazo frío que lo perseguía. Y ahora, estaba más perdido que antes.

El vacío en su corazón no se había llenado, y ahora había un nuevo peso que cargar.

Miró de reojo la bandeja en su mesita de noche. Al menos, quien fuera que había estado con él, lo había cuidado después.

Eso lo consolaba, aunque solo fuera un poco. La culpa y la confusión seguían presentes, pero había un resquicio de alivio en saber que no lo habían tratado con desprecio.

—¿Quién eres?—Se preguntó en voz baja, dirigiéndose a la nota como si pudiera hablarle de vuelta.

No había ningún nombre, ninguna pista sobre la identidad del Alfa. Gavi cerró los ojos de nuevo, el agotamiento emocional haciéndolo sentir más pequeño de lo que ya se sentía.

Había buscado olvidar, pero todo lo que había logrado era enredarse más en su propia angustia.

Había buscado olvidar, pero todo lo que había logrado era enredarse más en su propia angustia

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Habían pasado un par de semanas desde aquella noche que Gavi prefería no recordar.

Se había alejado de Marc, demasiado abrumado por la mezcla de emociones y el dolor que aún cargaba en su pecho.

El rechazo del Alfa aún pesaba en su mente, y aunque la herida seguía abierta, ahora tenía algo más de qué preocuparse.

Las náuseas comenzaron una mañana. Al principio, no les dio importancia, pensando que quizá solo había comido algo que no le cayó bien.

Pero cuando los vómitos se hicieron más frecuentes, Gavi empezó a sentir un temor creciente en su interior.

No quería enfrentarlo, no quería pensar en lo que aquello significaba. Pero sabía que había algo que no podía ignorar por más tiempo.

La mañana que todo cambió, Gavi estaba en los vestuarios, tratando de mantenerse en pie mientras el malestar lo sacudía.

Sabía que debería irse a casa, pero no quería que nadie se diera cuenta de lo que le estaba pasando. Sin embargo, el destino parecía decidido a que Marc estuviera allí.

Marc había comenzado a observarlo más de lo normal en los entrenamientos. Aunque Gavi intentaba evitarlo, el Alfa lo seguía con la mirada, como si estuviera notando algo que antes había pasado por alto.

Esa tarde en particular, Marc estaba dispuesto a hablar con él, aunque ni siquiera estaba seguro de qué iba a decir. Había algo diferente en Gavi, algo que no podía ignorar.

Cuando Gavi se quedó en el vestuario, solo, Marc aprovechó la oportunidad. Caminó hacia él con esa calma calculada que siempre mostraba.

Iba a decirle algo, pero antes de que pudiera pronunciar palabra, vio cómo Gavi tambaleaba, y en un instante, su cuerpo comenzó a caer.

—¡Gavi!—Gritó Marc, lanzándose hacia él.

Con rapidez, logró atraparlo antes de que su cuerpo golpeara el suelo. El Omega estaba pálido, respirando con dificultad, el sudor cubriendo su frente.

Marc lo sostuvo en sus brazos, alarmado por el estado en el que se encontraba. El corazón del Alfa latía con fuerza, una sensación de urgencia lo invadía.

—Gavi, ¿Qué te pasa?—Preguntó, sacudiéndolo suavemente, intentando que abriera los ojos.

Pero Gavi solo gimió débilmente, su cuerpo incapaz de responder. Marc no sabía qué hacer. En ese momento, cualquier resentimiento que pudiera haber tenido, se desvaneció.

Lo único que importaba era que Gavi estaba mal, y él tenía que hacer algo.

Sin pensarlo dos veces, Marc levantó al joven Omega en brazos y lo llevó rápidamente hacia la sala médica del club.

El peso ligero de Gavi en sus brazos le recordaba cuán frágil podía ser a veces, a pesar de la fortaleza que solía mostrar en el campo.

Al llegar, los médicos del equipo se apresuraron a atenderlo, y Marc se quedó de pie, observando con los puños apretados.

No podía apartar la mirada del rostro de Gavi, que ahora parecía más vulnerable que nunca. Algo en su interior se removía, algo que no entendía del todo, pero que lo obligaba a quedarse, a no moverse de su lado.

También había un olor diferente, no era el de Gavi, era simplemente... Diferente.

Mientras los médicos trabajaban, una idea empezó a formarse en la mente de Marc. Un pensamiento que lo golpeó como un rayo.

—No puede ser... ¿Está...?

El Alfa se quedó helado, observando a Gavi mientras lo atendían. ¿Podría ser? ¿Era posible que Gavi...? Marc apartó la mirada por un momento, tratando de procesar lo que su instinto le decía, lo que su mente comenzaba a aceptar.

Cuando uno de los médicos lo miró, la confirmación fue casi inmediata. Gavi estaba en las primeras etapas de un embarazo.

Marc sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies.

Recuerdos Borrosos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora