Kushina salió de la opulenta mansión del noble Hosokagua, que antes de ella irse había aprovechado su paso desenfrenada por la polla grande del hombre durante la noche anterior. A pesar de la intensa sesión de sexo que habían compartido, Kushina no podía demorarse, ya que había recibido una misión de último momento del tercer Hokage, Hiruzen, la noche anterior.
Con un suspiro, Kushina se despidió de su amante, prometiéndole que pronto se reunirían nuevo para satisfacer sus necesidades más íntimas. Hosokagua, con una sonrisa pícara, le dio un beso apasionado en la mejilla y un apretón de nalga haciendo a la mujer moliera su nalgas mas cerca de sus manos, deseandole suerte en su misión.
Kushina subió a la carroza de hosokawua, y dio la orden de partir hacia Kumogakure,el pais de las Nubes. La misión era entregue un pergamino importante al feudal de la nación del rayo, un asunto de suma importancia que no podía demorar, le habian dicho que si el feudal no aceptara podia seducirlo para tratar de negociar el tratado de paz. Después de varias horas de viaje, la carroza finalmente llegó a las puertas de Kumogakure. Kushina se bajó del vehículo, ajustándose su ropa y asegurándoe de que el pergamino estuviera seguro.
Kushina se dirige hacia la mansión del feudal del rayo, un edificio impresionante que destacaba en el centro del país del rayo. Después de anunciar su llegada, fue recibida por un servidor que la conducto hasta la sala de recepción del feudal.
Kushina se inclinó con respeto al ver al feudal del rayo, un hombre en sus 40 años de edad, con una bata negra que resaltaba su piel oscura. con un cuerpo en poco relleno de grasa, pero no lo suficiente como para ser obeso. Sus ojos parecían brillar con una intensidad presencia que hizo que Kushina se siente pequeña.
"Señor feudal del rayo, es un honor para mí entregarle este pergamino en nombre del tercero Hokage, Hiruzen", dicho Kushina, ofreciendo el pergamino con una reverencia.
El feudal del rayo la miró con curiosidad, su rostro serio pero con un toque de interés. "Kushina Uzumaki, la famosa habanero sanfriento. Es un placer recibirte en mi hogar. ¿Qué noticias de Konoha?"
*Kushina se enderezó, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus hombres. "El tercer Hokage envía sus saludos y un mensaje de buena voluntad. El pergamino contiene un tratado de paz entre nuestras villas, señor feudal del rayo. Esperamos que haya lo considerado con atención y que nuestros pueblos pueden vivir en armonía."
El feudal del rayo asintió con atención, sus ojos brillando con una intensidad creciente. "Lo consideraré, Kushina Uzumaki. Pero antes de que te vayas, ¿puede ofrecerte una copa de té? ay podemos hablar mas a gusto sobre el tratado.
Kushina sonrió amablemente, intentando ocultar su cansancio después de la noche anterior. "Sería un honor, señor feudal del rayo. Me encantaría compartir una copa de té con usted."
Kushina se sentó en una silla próxima al feudal del rayo, quien le ofreció una taza de té fragante. Mientras se servía, Kushina no pudo evitar sentir la mirada del feudal en sus pechos, que parecían atraer la atención de todos los hombres que la rodeaban. pero no le dio importancia ya que ya andaba acostumbrada.
El feudal del rayo se acomodó en su silla, con una expresión seria en su rostro.
Kushina tomó un sorbo de té, intentando mantener su compostura, El feudal del rayo se acomodó en su silla, con una expresión seria en su rostro, pero en realidad, su mente estaba en otro lugar. Mientras escuchaba a Kushina hablar sobre la alianza entre Konoha y Kumogakure, no podía evitar pensar en sus pechos, en cómo se debían sentir en su verga. Su imaginación se desbordó y se encontró a sí mismo en un escenario imaginario. En su mente, Kushina estaba vestida con un traje de conejita sexy, con una falda corta y un corsé que realzaba sus pechos. Estaba arrodillada frente a él, con una sonrisa seductora en su rostro. "Señor feudal del rayo", decía, "¿por qué no nos olvidamos de la política por un rato y nos concentramos en algo más... placentero?"
