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—Oh, maldición

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—Oh, maldición. —Me apresuré a intentar enderezar la lata de pintura derramada, pero tropecé con el poste sujeto al rodillo y terminé cayendo de sentonazo. Agarré la lata de pintura y la incliné hacia arriba con un suspiro de impaciencia. Luego quité un brazo de toallas de papel y limpié el desorden.

— Dios, te juro que de verdad he pintado antes. Normalmente soy mucho más hábil.

—Sabes… puedo manejar esto por mi cuenta. —La voz divertida de Zee llegó desde arriba. Estaba en una escalera tratando de llegar a los rincones más altos de la habitación.

Me reí mientras me ponía de pie.

—Estate tranquilo. Solo me caí porque no quería que la pintura arruinara tu costosa alfombra.

—Por eso lo cubrimos con una lona. —Contuvo una risa. —Bonito clavado. Te doy un ocho.

—Ha. Ha. —Puse los ojos en blanco y agarré mi rodillo. Lo mojé en el pigmento amarillo y volví a pintar la pared. —No esperaba que te pasaras el día libre haciendo esto. Solo para que sepas.

Dejó de pintar y me miró.

—¿Por qué no ayudaría?

Me encogí de hombros y seguí pintando.

—¿Todavía crees que solo tengo un pie adentro?

“A veces”.

—Por supuesto que no —respondí alegremente. Me concentré en un parche rebelde donde la pintura no quería llenar los huecos del estuco. Quería creer que Zee estaba totalmente de acuerdo, pero había sido tan inflexible acerca de no querer tener hijos al principio, que era difícil aceptar su rápido cambio de opinión.

Resopló y bajó lentamente la escalera. Se quitó los guantes y los arrojó sobre la lona. Luego se acercó a mí, con una expresión muy seria.

—Puedes hablarme de cualquier cosa. Si te sientes inseguro, quiero que me hables. No finjas que todo está bien si no es así.

Mi estómago se arremolinaba de emoción a medida que se acercaba, como siempre hacía cuando se acercaba. Simplemente me hacía algo físicamente que ningún otro alfa me había hecho. Desde el principio, nuestra conexión sexual había estado ahí, pero definitivamente se estaba convirtiendo en mucho más. Desde que tuvimos nuestra pequeña pelea por mi embarazo, realmente comencé a enamorarme de él. Cuando me persiguió y me trajo de regreso a su casa, comencé a creer que tal vez me amaba. En realidad, nunca me había dicho esas palabras, pero ciertamente me sentí amado. Me trataba como si fuera la persona más importante de su vida. Nunca antes había tenido eso de un alfa, y recé para que fuera verdad.

Se detuvo frente a mí y puso su mano sobre mi vientre ligeramente abultado. La calidez de su palma se hundió en mí, y suspiré, inmediatamente reconfortado por el toque de mi alfa.

Rude Doctor - ZeeNuNew  🍼1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora