Capitulo 2.

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Leonardo

Entré a la habitación para ver cómo habían amanecido las dos mujeres de la casa justo después de despertarme a causa del llanto de la bebé.

Me habría gustado visitarlas entre la noche solo para saber si estaba todo bien pero una vez que mi cabeza tocó la almohada no volví a despertarme.

Ángela estaba sentada en la cama con la espalda recta y tarareaba una canción en voz baja mientras sostenía a Isabella entre sus brazos.

— Buenos días —Dije acercándome con pasos firmes pero ninguna de las dos parecía haber escuchado lo que dije o notar mi presencia, tal vez aún estaba medio dormida así que me aclaré la garganta y esta vez hablé en voz alta— Buenos días, ¿qué tal dormiste? —.

— No tan bien como tú —Respondió cortante sin quitar sus ojos de la bebé—.

Fruncí el ceño confundido por no saber el por qué de su actitud pero claro, acababa de llegar de dos días en el hospital luego de haber dado a luz y todo eso sin dormir nada.

Se que está cansada y la entiendo, tal vez hoy tampoco logró dormir mucho durante la noche pero no importa lo que le diga, estará molesta hasta que ella sola decida ya no estarlo.

Suspiré restándole importancia y me senté frente a ella notando las bolsas que colgaban bajo sus ojos. La tomé del rostro para que me mirara pero a los pocos segundos desvió la mirada.

— Dámela, yo la cargo —.

En silencio y sin protestar me la entregó y salió de la habitación caminando a paso lento hasta desaparecer por el pasillo.

— Hola amor —Dije en voz baja mirando a Isabella mientras la mecía despacio de arriba a abajo, no sabía bien que mierda hacía pero ahora ya no lloraba tanto— Eres tan hermosa y tan pequeña —.

Continué hablándole en voz baja por unos minutos más hasta que dejó de llorar por completo.

Cuando levanté la mirada vi a Ángela quien entraba de nuevo en la habitación con un biberón en la mano. Lo agitó por un instante y estiré la mano hacia ella para que me lo entregara.

— Yo sé lo daré, descuida —Le sonreí para que supiera que todo estaba bien, entiendo su enojo y prefiero darle su espacio— Vuelve a la cama —.

No esperé a que respondiera y simplemente me marché con la bebé a su nueva habitación, ahí había una mecedora donde podía mecerla mientras le daba el biberón.

La habíamos equipado con todo lo necesario para ella unas semanas antes de que fuera a nacer entonces me sentía aliviado de no tener problemas mientras estábamos a solas sin su madre.

Quería dejarla descansar lo más que pudiera para evitar tener que lidiar con su mal humor por el resto del día. Normalmente no me afecta pero esta vez yo también puedo llegar a molestarme por el estrés y ambos sabemos lo que pasa cuando eso sucede.

No pasaron ni cinco minutos cuando mi esposa apareció en el marco de la puerta con los ojos llenos de lágrimas. Iba a levantarme pero ella se acercó antes de que lo hiciera y solo me miró sin decir nada.

— ¿Qué pasa? —.

— Es que tengo mucho sueño —Dijo sollozando con mucho sentimiento, casi me pongo a reír por la manera en la que lo dijo pero preferí no hacerlo—.

— Entonces ve a dormir, yo cuido a la bebé cariño —.

— Pero necesito comprar cosas que me faltan porque más tarde vendrá mi madre y no hay nada de comida para ofrecerle —Volvió a sollozar como si fuera demasiado grave su situación y esta vez si se me escapó una risa, no lo pude evitar— No es gracioso —.

𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora