04

1.9K 127 26
                                    

Los aplausos y los vitoreos retumbaron en el set de rodaje. Algunos compañeros se dedicaron a cargar los equipos sobre los camiones tras el día de filmación finalizado, y otros tantos se acercaron para felicitarme.

—Gracias a todos por la jornada de hoy.—agradecí desde la generalidad al personal del recinto.—Fue placentero trabajar con ustedes, vayan a descansar a casa.

Saco mis auriculares de mi cuello, y los coloco sobre el apartado de Directores de mi mesa de trabajo, junto al guión, el story-board, y mi claqueta. Suspiro manifestando mi cansancio, observando el gran reloj digital sobre mi cabeza, que rudimentariamente utilizábamos para monitorear el tiempo de filmación. Las 23 y 30 en punto eran marcadas.

—Shall.—me interrumpe una voz masculina.

Era Cooper, uno de los co-protagonistas del largometraje. Con los dedos le señalizo un "sígueme", para que me acompañara a clausurar todo el establecimiento.

—Vamos a ir por unas cervezas ahora con todo el staff, y seguramente luego salgamos de fiesta. Estás más que invitada si quieres ir.

Cooper sigue mis pasos apresurados al camarín. Busco mis pertenencias mientras lo escucho hablar, y voy apagando las luces del establecimiento para cerrar por fin el set de rodaje tras un día ajetreado de trabajo.

—Gracias por la invitación.—le agradezco con dulzura, cerrando la cremallera de mi abrigo.—Pero tengo un compromiso.

—¿Quién es el afortunado?—pregunta, sonriéndome con una curiosidad palpable.

—No involucra hombres, si es lo que estás pensando.—río por lo bajo, buscando las llaves de mi auto en mi bolso.—Voy a ir a la iglesia a confesarme.

Cooper pareció sorprendido. Su rostro gesticuló lo que en simples palabras damnificaría; "explayate". Ante su necesidad de buscar una explicación tras la declaración, me apresuro a poner palabras.

—No maté a nadie aún.—bromeé.—Tengo algunas cosas que resolver, simplemente.

Cierro la puerta detrás mío, y coloco sobre mi cabeza la capucha de mi campera. Lloverá, pensé introspectivamente.

—Entiendo.—dijo en un tono decepcionante.—Espero que la próxima puedas venir. Suerte librándote de tus pecados.

La acotación me hizo reír. Lo vi alejarse sobre la acera mientras extendía su mano.

—Disfruten la noche.—grité desde lejos, observando como el peli negro volteaba al escuchar mi voz.—Nos vemos mañana.

Me otorgó una dulce sonrisa de despedida y volvió sobre sus pasos.

♱ ♱ ♱

La noche tormentosa parecía ser un presagio de lo que iba a acontecer. La basílica parecía un faro costero en el mar; la única señalización de luz en la oscuridad inmensa de la noche.

Con mi paraguas apenas tapando sus intenciones de no empaparme por completo, me adentro con presteza a la basílica, sucumbida por el silencio templado del establecimiento. Como si de una obviedad se tratase, no había nadie en la iglesia a esa hora.

Me dirigí a paso lento hacia el confesionario, adentrándome en lo que parecía ser una pequeña construcción de madera que suscitaba "anónimato" en toda su estructura.
Suspiro meditando mis pensamientos, y el carraspeo árido de una garganta se adelanta a las mismas.

—¿Desea confesarse, señorita?

Cavilo mis palabras paulatinamente, antes de dar voz ante aquella persona incógnita del otro lado de la rendija que nos separaba.

LUJURIA ♱ Nicholas Alexander ChávezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora