5. El curioso caso de Louis Tomlinson.

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Su cabeza va a matarlo. Eso es lo que va a pasar. Casi siente como si fuera a explotarle, como si hubiera estado bebiendo whisky durante una semana entera sin parar, día y noche. Se siente como la peor resaca de su vida. Harry ni siquiera sabe donde está el puto demonio que estaba con él en el último pedazo de recuerdo que tiene antes de que todo se vuelva oscuro.

Necesita explicaciones y la única persona, si es que puede llamarlo así, que puede dárselas, no está cerca o siquiera dejo señales de vida.

Harry observa, recargado contra el pequeño lavamanos de la habitación, la cama vacía en la que despertó hace apenas treinta minutos. ¿Dónde estaba Louis? ¿Siquiera había existido un Louis o todo eso había sido un muy molesto sueño y Harry sí que había bebido demasiado la noche anterior?

Oh, sí. Por favor.

—¿Louis? — murmura con voz ronca y espera.

Pero nada sucede.

Harry abre el grifo, dejando correr el agua fría, y se inclina hacia el lavabo. Se echa un par de puñados de agua en la cara, esperando que el frío lo despierte del todo. Cierra los ojos por un momento, disfrutando la sensación del agua en su piel, sintiendo cómo los latidos de su corazón empiezan a calmarse, aunque sea solo un poco. Deja que sus manos se apoyen en los bordes del lavabo, respirando hondo, intentando recordar exactamente lo que pasó.

—Te ves peor de lo que pensaba — Harry se congela al instante, el agua aun goteando de su rostro.

Ahí está. Louis, de pie justo detrás de él, con una sonrisa torcida en los labios y sus ojos brillando con diversión.

—Tú — Resopla, secándose rápidamente con una toalla

—¿Esperabas a alguien más?

—Esperaba que fueras un producto del alcohol, en realidad — Harry lo mira de reojo en el espejo mientras se seca la cara, su mandíbula tensa — Pero para mi mala suerte, sigues aquí.

Louis suelta una risa baja y burlona, dando un paso adelante, cruzándose de brazos mientras lo observa.

—Esto te servirá — Harry gira lentamente hacia Louis, sus ojos cansados se posan en el pequeño frasco que el demonio le tiende — Necesitamos hablar, es algo... Importante — Harry frunce el ceño, pero no lo cuestiona. En el fondo, agradece las aspirinas.

—Bien — responde, irguiéndose y pasando a un lado del demonio hasta llegar a la cama que le pertenecía — Dame diez minutos.

Harry, sin esperar una respuesta, se encamina hacia la cama. Se inclina, gimiendo ligeramente por la rigidez en sus músculos, y saca una maleta que había dejado olvidada debajo de la cama. Abre la cremallera con un gesto decidido y empieza a buscar algunas prendas de ropa. Saca una camiseta limpia y unos jeans, colocándolos a un lado mientras sigue rebuscando.

—Acabo de decirte que es importante.

Harry lo ignora por un momento más, antes de finalmente levantar la cabeza con un suspiro, sosteniendo las prendas que había sacado.

—Escucha — trata de mantener un tono calmado, pelear con el demonio en ese momento no hará más que empeorar su situación — primero necesito una ducha— Levanta las cejas, casi desafiándolo a contradecirlo — No puedo pensar claramente si me siento como si hubiera pasado por una trituradora.

Louis rueda los ojos, pero no le dice nada más.

Entra al pequeño y estrecho baño del motel, cerrando la puerta tras de sí. El aire sigue impregnado de humedad, como si el baño no hubiera sido ventilado en semanas. Deja la ropa limpia sobre el lavabo, mirándose un momento en el espejo empañado, aun sintiendo los efectos del dolor de cabeza, aunque las pastillas empiezan a hacer su trabajo.

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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