CAPITULO 4

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El viento helado le hacía doler las mejillas, pero no le importaba. Caminaba lentamente, sumida en pensamientos que la perseguían desde temprano. La mañana había sido un desastre. Después de semanas de tensiones no dichas y silencios incómodos, todo había terminado. El sabor amargo de la traición aún quemaba su garganta.

El eco de sus propios pasos en la acera parecía ser su única compañía. Se detuvo frente a una tienda cerrada, observando su reflejo en el cristal. Allí estaba ella, con su cabello rubio despeinado por el viento y sus ojos llenos de preguntas. ¿Por qué siempre tenía que pasarle lo mismo? ¿Por qué aquellos en los que confiaba terminaban traicionándola?

No era la primera vez. Las relaciones se le desmoronaban entre los dedos como arena. Y esa mañana había sido el colmo: su más reciente novio, el mismo que le prometía que esta vez todo sería diferente, la había engañado con otra. Otra más. El patrón se repetía, y aunque no quería admitirlo, comenzaba a pensar que quizás el problema era ella.

El frío calaba más profundamente mientras se preguntaba qué había malinterpretado. ¿Era Cupido el que fallaba? ¿O era ella, siempre lanzándose con el corazón abierto en cada nueva relación, solo para acabar recogiendo los pedazos?

Cerró los ojos y suspiró, intentando sacudir esos pensamientos de su mente. Lo único que sabía con certeza era que, aunque el amor se sentía más complicado que nunca, no estaba dispuesta a rendirse... al menos no todavía.

Charlie continuó su caminata, esta vez acelerando el paso como si quisiera dejar atrás los recuerdos que la atormentaban. Cada paso resonaba con la frustración que sentía dentro de sí. Había perdido la cuenta de cuántas veces había jurado no volver a caer en lo mismo, no permitir que nadie la lastimara. Y, sin embargo, ahí estaba de nuevo: sola, engañada, y preguntándose si algún día el amor tendría sentido.

Recordó los primeros días con Tom, cómo todo parecía perfecto. Las risas compartidas, las promesas de un futuro que nunca se cumpliría. ¿Cómo se había desmoronado todo tan rápido? Él le había dicho que era diferente, que esta vez iba en serio. Pero las palabras eran baratas, y las acciones lo demostraron.

Se detuvo frente a un pequeño parque, donde las hojas caídas cubrían los bancos vacíos. El aire otoñal olía a tierra húmeda y nostalgia. Charlie se dejó caer en uno de los bancos, sin importar que el frío atravesara su abrigo. Se abrazó las rodillas, buscando un consuelo que sabía que no vendría tan fácilmente.

"Quizás soy demasiado ingenua", pensó para sí misma. "Demasiado confiada, demasiado dispuesta a creer en las promesas de cualquiera." Pero también sabía que no podía cambiar su esencia. Le gustaba pensar que, en el fondo, las personas podían ser buenas, aunque una y otra vez la vida le demostrara lo contrario.

El sonido de pasos la sacó de su ensoñación. Una anciana paseaba lentamente con su perro, y le dedicó una mirada rápida antes de seguir su camino. Charlie se preguntó si aquella mujer alguna vez había sentido lo mismo, si alguna vez había pasado por este ciclo interminable de desilusión.

Se recostó hacia atrás en el banco, mirando el cielo grisáceo. "Quizás el problema no soy yo", pensó, "quizás simplemente no he encontrado a la persona correcta."

Pero incluso mientras se decía eso, sabía que había algo en ella que necesitaba entender. Algo que, tarde o temprano, tendría que descubrir por sí misma. Porque si no, el amor seguiría siendo ese juego cruel en el que siempre perdía. Y Charlie ya estaba cansada de perder.

Charlie se quedó sentada en el banco, observando cómo las nubes se acumulaban en el cielo, cada vez más oscuras. El cansancio del día comenzó a pesarle, y sin darse cuenta, sus ojos se cerraron, dejándose llevar por el frío aire que la envolvía. No fue hasta que una gota de agua le cayó directamente en la frente que despertó sobresaltada. Se incorporó de golpe y maldijo entre dientes.

La Joven Y.....El Gato!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora