El ángel pelirrojo

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El ángel pelirrojo

Víctor es un chico de 17 años, pelo castaño oscuro y corto. Mide 170 y tiene un cuerpo algo rellenito, no está gordo pero tiene sus chichillas. Este día vestía una desabrochada chaqueta negra con gorro, que llevaba tapándole la cabeza, debajo llevaba una camiseta básica negra de manga corta. Abajo vestía unos pantalones vaqueros negros rotos, además de calzar unas Vans negras y blancas.

Eran las 11 de la mañana, volvía a casa de haber estado con una amiga desayunando en una cafetería. Cuando llegó a su portal, se fijó en que había unos cuántos muebles allí, cosa que le pareció raro. Tal vez algún vecino habría comprado muebles nuevos y estaban subiéndolos a su casa. Víctor no le dio la más mínima importancia y apretó el botón del ascensor esperando a que éste llegara. Una vez llegó, Víctor abrió la puerta y entró apretando el botón de su piso, cuando escuchó algo.

- ¡No cierres por favor! –Gritó alguien desde fuera.

Instintivamente, Víctor sujetó la puerta del ascensor para que éste no se cerrara. Entonces, apareció corriendo un chaval de cabellos pelirrojos tan intensos como el sol, y entró en el ascensor.

- Gracias, de verdad –Dijo aquel chico, que sujetaba en una mano una pequeña lámpara de flexo, y en la otra, un reloj despertador de mesilla.

- No hay de qué –Respondió Víctor sin apenas inmutarse, mirándole de reojo mientras las puertas volvían a cerrarse.

- Es que te vi entrar y supuse que podía aprovechar que usabas el ascensor para no tener que esperar a otro –Explicó el chico, en cuya cara resaltaban un montón de pequeñas y preciosas pecas-. Llevo todo el día subiendo y bajando. –Comentó mientras el ascensor comenzó a subir al piso que Víctor marcó en el panel numérico.

- ¿Estás de mudanza? –Preguntó Víctor mirándole de arriba a abajo.

- Sí, hemos llegado hoy –Contestó aquel chaval jadeando un poco del cansancio de haber corrido para coger el ascensor a tiempo.

El chico llevaba una camiseta de interior blanca de tirantes que dejaba ver su blanca piel cubierta por incontables pecas. Vestía también un pantalón de chándal negro a juego con las deportivas negras. Estaba bastante sudado, hasta olía un poco mal, cosa que le dio un poco de asco a Víctor, pero rápido se le olvidó al ver los preciosos ojos azul cielo de aquel chico. El chaval pelirrojo era un poco más alto que él y estaba delgado, no llegaba a marcar mucha musculatura pero estaba bien definido.

- Bienvenido entonces –Dijo Víctor asintiendo con la cabeza y esbozando una leve sonrisa- ¿Vives con tus padres?

- Exacto ¿Y tú?

- También –Contestó Víctor justo cuando llegaron a su piso y las puertas del ascensor se abrieron- He llegado –Salió seguidamente de allí.

- Yo también –Dijo el pelirrojo saliendo detrás de él.

Víctor se quedó parado mirando a dónde iba aquel chaval, y resultaba que se había mudado justo al piso de enfrente, pues había dejado la lámpara y el despertador al lado del felpudo de la puerta, y se había parado a sacar las llaves del bolsillo del pantalón.

- Vaya, vamos a ser vecinos del mismo piso

- Eso parece –Dijo el pelirrojo mostrando una sonrisa blanca, brillante y preciosa- Soy Ángel, por cierto –Extendió su mano hacia él.

Desde luego que era un ángel. Ese pelo, esos ojos, esa sonrisa, esas pequitas, ese cuerpo. Víctor no había visto un chico más hermoso en su vida.

- Yo soy Víctor –Le estrechó la mano.

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