Prólogo

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Una hora después del apocalipsis

Ver a todos peleando hasta arrancarse la piel era horroroso. ¿Cómo habíamos llegado a este punto? Tan solo recuerdo que había llegado de vacaciones con unos amigos y todo se había salido de control por una simple medicina. ¿Cómo una medicina de nombre Beta había causado tanto daño? No lo entiendo.

Miré a la niña que se escondía detrás de mí y suspiré; ella se veía más asustada que yo y no sabía cómo calmarla. Con mi mano le acaricié el cabello, dedicándole una débil y pequeña sonrisa.

—No nos van a encontrar aquí, ¿sí? — Ella tan solo miró por la rendija del armario en donde estábamos escondidas e ignoró mi comentario. Genial.

BetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora