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Sabía que decirle a Alice sobre lo que sentía por la jardinera había sido un tremendo error, la rubia no se cansó de repetirle lo muy enamorado que se veia de Emma, no dejaba de molestarlo con que diera el primer paso...Y Norton no podía.

Le aterraba el hecho de que Emma reaccionara mal, que la chica lo rechazara de manera directa y lo dejara con esa amarga sensación.

Pasaba la mitad de su tiempo amándola y la otra mitad ocultando cuánto la amaba, y prefería estar así. No soportaría el rechazo de la jardinera.

— Demonios Norton, estás siendo un cobarde. —. Reclamó Alice frustrada.

— No estoy siendo un cobarde, tú estás siendo una idiota—. Respondió el pelinegro levantando su mirada hacia ella.

— ¿Porque no solo se lo dices y ya? No es para tanto.

Alice se tumbó en la cama mientras mantenía entre sus manos su pequeño muñequito el cual levantó en el aire y comenzó a apretujar.

— Es solo que no quiero que Emma decida alejarse de mi, apenas hablo con ella, ¿Porque crees que lo tomara bien?.

La rubia se encogió de hombros dispuesta a responder a aquella pregunta cuando la puerta se abrió de repente.

— Norton, necesito tu ayuda en el jardín.— Melly señaló hacia afuera.

Melly era una mujer directa, siempre taciturna y aquella expresión no cambiaba en absoluto a pesar de estar con sus amigos.

El prospector asintió con la cabeza dejando de lado el diario donde estaba escribiendo, llevaba un registro de varios minerales que había encontrado en los últimos años, y disfrutaba el tiempo en el que se dedicaba a anotar sus características y  dibujarlas con sumo detalle.

— ¿Que necesitas?.

— Tú solo ven, apúrate —. Respondió Melly con aquel deje de molestia que era costumbre en ella.

No respondió nada más, cuando era así de cortante era mejor simplemente obedecerla.
Caminó detrás de la entomologa por la mansión hasta que ambos salieron al jardín, rodearon un poco hacia un costado de la vivienda y Melly señaló unas cajas en el piso.

— Son mis abejas, levantalas y ponlas en las estanterías.

Norton frunció el ceño confuso.

— ¿Para que quieres mi ayuda? Si pudiste bajarlas sola.

— No las bajé sola, me ayudó Emma...Seguro anda por aquí —. Respondió Melly señalando nuevamente aquellas cajas de madera.

El simple hecho de la mención de su nombre y saber que ella posiblemente estaba en el mismo lugar provocó un enorme nerviosismo en su interior, su corazón se aceleró de manera casi inmediata y un pequeño rubor apareció en sus mejillas.

Se agachó para recoger las cajas esperando que Melly no haya notado su estado.
Termino de acomodar las cajas donde se le había indicado, sin decir absolutamente nada se encargaba de acomodar la última sobre la estantería más alta.

— ¡Señor Campbell!, me alegra verlo por aquí, ¿Podría ayudarme al terminar?.

La dulce voz de la jardinera provocó que a Norton casi se le cayera la caja, sin embargo la jardinera se apresuró para ayudarle empujando suavemente la madera haciendo un poco de soporte permitiendo a Norton acomodar la caja correctamente.

— Lo lamento...—. Dijo Emma apenada mientras se sacudía las manos.

— No...No hay problema. —. su voz temblaba, estaba seguro de que el nerviosismo se notaba a kilómetros de distancia.

Pero la jardinera no se inmutó, le dirigió una sonrisita y señaló hacia otra parte del jardín.

— Necesito ayuda para llevar algunas cosas a la entrada principal, ¿Podría ayudarme?.

Apretó sus labios asintiendo con la cabeza, muy en su interior no quería estar junto a ella, sabía que estaba demasiado nervioso y agitado como para fingir que no sucedía nada, pero si se negaba la jardinera estaría decepcionada.

Melly los miro cruzando sus brazos y soltando una pequeña risita cuando se alejaron.
Era una mujer meticulosamente observadora y el comportamiento del pelinegro había dicho más de lo que él pudiera esperar, sin duda Norton sentia algo por Emma y por supuesto no dudaria en usar aquella información en su contra para divertirse.

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— Muchas gracias, si no me hubiera ayudado jamás habría terminado. —. mencionó Emma soltando un suspiro agotado mientras dejaba la última de sus macetas en el piso.

La chica se apartó un poco el cabello del rostro para acercarse hasta el mayor poniendo su mano sobre su espalda al verlo tan pensativo observando la maceta que había dejado.

— ¿Todo bien?.

Norton asintió con la cabeza aclarandose la garganta, totalmente ansioso ante el suave toque de la menor.

— S-Si...Todo bien, solo estaba viendo esto —. Tartamudeo el prospector señalando el pequeño brotecito que salía de la maceta.

Emma se inclinó un poco para mirar el contenido de aquella maceta sonriendo enternecida.

— Aún no se abre el capullo, ¿No le parece lindo, señor Campbell? —. Emma puso sus manos en sus rodillas para sostenerse mientras admiraba la plantita.

— Es un capullo muy pequeño...Los demás tulipanes han florecido pero este no, ¿Porque? —. Preguntó intrigado levantando su mirada hacia la jardinera, en su rostro se mantenía aquel leve rubor decorando sus mejillas.

La jardinera suspiró regalandole una amable sonrisa al contrario.

— No todas las plantas crecen a la misma velocidad, siempre hay pequeños brotes que tardan más en florecer debido a lo pequeños que son. —. Explicó pacientemente —. Sobre todo este pequeño tulipán, es demasiado frágil, me temo que no va a sobrevivir aquí afuera...

Norton se sobresaltó al escuchar aquello, el capullo era demasiado pequeño y ciertamente se veía frágil.
Negó rotundamente con la cabeza extendiendo sus manos para tomar la maceta.

— No...Quiero conservarlo, no puedo dejar que muera —. Mencionó nervioso, sabía lo mucho que las plantas significaban para Emma y el tono triste de la jardinera al saber que el brotecito podría morir lo asustaba.

Emma lo miró confusa pero al final asintió con la cabeza, le parecía bastante tierno que el pelinegro estuviera tan decidido a conservar el capullo.

— Adelante, puede conservarlo si  quiere, señor Campbell. —. Respondió en un tono más animado —. Ponlo en tu ventana para que pueda tomar el sol y procura regarlo constantemente, si necesita algo puede pedirme ayuda.

— Me gustaría mucho... Gracias.

Tomo la maceta entre sus manos observando el brotecito con una suave sonrisa.

Hizo exactamente lo que Emma le pidió, mantuvo la maceta en el alféizar de la ventana, dejando que tomara el sol por la mañana y metiéndole a su habitación por la noche, regaba cada cierto tiempo la maceta y pasaba largos ratos mirando el capullo esperando que creciera de manera más rápida.

Incluso había tomado parte de su diario para registrar el crecimiento día a día del tulipán, anotando como era que se veía conforme pasaban los días y como poco a poco el pequeño capullo se iba haciendo más grande y fuerte, cada vez más cercano a florecer.

Moonlit Floor // Identity VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora