Capitulo único

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La casa Kamikaze-Uzumaki no era un lugar que estuviera falto de risas y cálido ambiente familiar, menos aún luego de la llegada de su único hijo quien no podía ser descrito como nada más que una interactiva bola de energía, saltando de un lado al otro mientras hablaba sin parar.

Aun así, Kushina Uzumaki no podía dejar de encontrar curiosa la imagen de su hijo rubio, ahora acompañada por la de un pelinegro en medio de su sala.

A su lado, su mejor amiga frunció un poco los labios en duda antes de volver a repetir la misma pregunta que había estado haciendo desde que llegó 

—Estáss segura de esto Kushina?Sé que fue muy repentino, pero Itachi tuvo que salir de misión y no regresa asta mañana, y realmente no confío en nadie más para cuidar de Sasuke.

—Ya te lo dije Mikoto, ¡No es ningún problema cuidar de Sasuke ttabane! — interrumpió la pelirroja, antes de ampliar su sonrisa y señalar a los dos niños —además Naruto lo adora. No te preocupes, cuidaré bien de él mientras que tú y Fugaku-san tienen su cita romántica.

Eso le valió una mueca de desprecio por parte de la Uchiha, pero misma que se vio opacada con el suave tono rosa que se expandió en las pálidas mejillas de la mujer.

Luego de dar muchos besos e indicaciones a su hijo, Mikoto por fin se fue, no sin antes regalarle una sonrisa agradecida a la pelirroja.

Ahora, por fin a solas con los dos niños, Kushina no puedo evitar la repentina emoción que sintió.

¡Tenía vía libre para estar junto con uno de los hijos de su mejor amiga y ex compañera equipo sin tener que escucharla criticar todo lo que hacía! 

Feliz y emocionada, pensó en cómo podría consentir a su sobrino. Una sonrisa malvada expandiéndose por sus labios al imaginarse poder ganarse el cariño del niño para cuando fueran por él. En su mente, la imagen del adorable Sasuke abrazando su pierna mientras se niega a apartarse de su 'amada tía Kushina' la hizo reír inevitablemente.

—Mamá, ¿Te sientes bien? Tu cara da miedo.

La tierna voz de Naruto la hace parpadear, enrojecido de vergüenza cuando se encuentra con dos pares de inocentes ojos que la miran confundidos.

—No se preocupen niños, solo estaba... Recordando algo que me dio mucha risa, eso es todo.

—¿Por eso mirabas al vacío y hablabas sola...?

Sabiendo que si dejaba a su hijo indagar solo se avergonzaría más, cambio rápidamente de tema.

—¡Sasuke-kun, hace mucho que no te veía ttbane! Dime, ¿Emocionado por pasar el día junto a tu fabulosa tía?

Pero muy contrario a la reacción que esperaba, Sasuke solo la miro fijamente un momento, antes de apartar el rostro a un lado y encogerse de hombros.

—Si, supongo.

'Igual a su madre cuando la conocí' pensó con humor, sin mostrarse intimidada.

¡Lograría hacerse un espacio en aquel indiferente corazón Uchiha, cueste lo que cueste ttabane!




(....)




El día había terminado hace algunas horas, y ahora ambos niños dormían en la habitación de Naruto, cada uno en un futón muy cerca del otro, mientras abrazaban sus respectivos peluches: Naruto uno de rana, y Sasuke uno de dinosaurio.

Rojo tomateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora