maldición de la relatividad

Capitulo 2"familia Disfuncional"

Después de la clase, Stephen caminó por el patio central de la Universidad de la Llama de Prometeo en dirección al café “La Biblioteca de Prometeo”, un lugar popular entre los estudiantes. Su lugar de reunión habitual estaba en una esquina del local, donde unas sillas gastadas rodeaban una mesa llena de libros, revistas y apuntes esparcidos.

Ahí lo esperaban sus amigos, la "Familia Disfuncional". Era un grupo unido por sus intereses poco convencionales y sus personalidades excéntricas. Almendra, su mejor amiga, estaba sentada hojeando un libro de tarot, como siempre. Desde los 20 años, había desarrollado una fascinación por la magia y lo esotérico, y solía hablar con Stephen sobre mitología y leyendas antiguas. Ahora, con 24, conservaba ese entusiasmo casi infantil que siempre la caracterizaba. Junto a ella, Adriel estaba absorto en su teléfono, probablemente mirando algo relacionado con anime o un foro de discusión sobre mitología.

—¡Ronin! —exclamó Almendra en cuanto vio a Stephen acercarse. Era el apodo que habían adoptado para él, una referencia a su amor por la historia y los guerreros solitarios. También simbolizaba un poco cómo él se sentía últimamente: un samurái sin rumbo—. Llegas justo a tiempo. Estaba a punto de hacer una lectura para ver qué nos depara la semana.

—Espero que no sea otro "destino incierto y lleno de desafíos" —bromeó Stephen, dejándose caer en una silla junto a ella. Aunque a veces se mostraba escéptico respecto al tarot, siempre disfrutaba de la manera en que Almendra lo explicaba, como si realmente creyera en cada carta que sacaba.

—¿No vienes de salvar a una doncella en peligro o algo así? —preguntó Adriel, levantando la vista del teléfono con una sonrisa irónica.

Stephen se rió entre dientes, pero había un leve nerviosismo en su expresión. Aunque no les había contado sobre sus poderes, sus amigos sospechaban que algo extraño pasaba con él. Desde hace dos meses, había tenido algunas "coincidencias" donde aparecía en lugares inesperados en momentos críticos.

—Algo así… —respondió con evasiva—. Fue más un golpe de suerte que otra cosa.

Almendra dejó el tarot a un lado y lo miró con curiosidad, sus ojos brillando con esa intensidad que siempre tenía cuando intuía que algo extraño estaba ocurriendo.

—A ver, Ronin. No me digas que has estado entrenando en secreto con alguna orden oculta de guerreros velocistas —dijo con tono de broma, aunque con un toque de seriedad en la mirada.

—Si supiera cómo funciona, te lo diría. Te lo juro —contestó él, sin revelar demasiado. Cambió rápidamente de tema—. Por cierto, Almendra, ¿aún sigues con ese libro sobre magia ceremonial? Dijiste que lo habías terminado hace una semana, ¿o me equivoqué?

—Sí, lo terminé, pero nunca es tarde para volver a leerlo. Estoy segura de que hay cosas que no capté la primera vez. Además, ¿quién sabe? Podríamos encontrar algo útil en sus páginas —respondió, haciendo un gesto con las manos como si invocara algún poder místico.

Adriel, que había vuelto a su teléfono, levantó una ceja sin apartar la vista de la pantalla.

—¿Te imaginas si Almendra de verdad fuera una maga y tú un guerrero superveloz, Ronin? Sería como un anime de esos que veo… aunque no tan original, la verdad. Sería un cliché, pero divertido -

Stephen se rió, pero por dentro sintió una punzada de preocupación. Era extraño cómo sus amigos, sin saber la verdad, hablaban de cosas que parecían tan cercanas a su realidad actual. Almendra y Adriel lo conocían demasiado bien, y aunque él siempre trataba de ocultar sus habilidades, había un límite para las coincidencias.

—Ya, ya. La cosa es que no soy ningún superhéroe ni nada parecido —dijo, restándole importancia—. Pero si alguna vez lo fuera, serías el primero en saberlo, Adriel. Serías mi escudero.

—Prefiero ser el hechicero del grupo —replicó Adriel con una sonrisa.

Almendra sacó otra carta del mazo de tarot y la miró con el ceño fruncido.

—La Torre… otra vez —murmuró, frunciendo el ceño. Era una carta que simbolizaba cambios drásticos, sacudidas inesperadas y rupturas en la vida—. Algo importante está por suceder, Ronin. Algo que podría sacudir todo lo que conoces.

Stephen sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era como si la carta se dirigiera directamente a él, a ese vacío en su memoria y a los problemas recientes para controlar sus poderes. Algo en su interior le decía que Almendra tenía razón, aunque no podía explicar por qué.

—Pues ojalá sea para bien —dijo, intentando sonreír.

A pesar de la calma aparente en la cafetería, Stephen sabía que no podía seguir evitando la verdad por mucho tiempo. Necesitaba descubrir el origen de sus poderes y encontrar una manera de controlarlos, o de lo contrario, ese "cambio drástico" del que hablaba Almendra podría convertirse en un desastre que afectaría no solo su vida, sino también la de sus amigos.

Mientras la conversación en la mesa continuaba, él no podía dejar de pensar en las incógnitas que lo rodeaban. La "Familia Disfuncional" siempre había sido su refugio, un lugar donde podía ser él mismo. Pero ahora, más que nunca, sentía que tenía que protegerlos, incluso si eso significaba mantenerles un secreto tan grande, uno de sus amigos, le lanzó una manzana como de costumbre hacia Stephen el cual, a diferencia de todas las veces, durante 2 años, ahora en menos de un pestañeo, no solo atraparia la manzana sino que prácticamente,
El se habia movido en menos de un pestañeo hacia donde estaba la manzana, la cual estába a casi 20 metros de el, sin que nadie en la universidad pudiera percibirlo,
Para todos había sido solo un pestañeo,  pero para este joven velocista había sido solo 30-40 mili segundos, viendo a su amigo,
Con la manzana en su mano, almendra hablo con voz firme, dirigiendo su mirada hacia su amigo

- vaya quien lo diría, tienes buenos reflejos jaja, el antiguo tu ni siquiera la hubiera atrapado, ese prácticamente se hubiera caído al atraparla, parece que esas vacaciones en el sur de Chile, te ayudaron jaja -