Él siempre iba, sin falta y puntualmente, a las 6:15 a.m al café "Hope and Liberty" y se quedaba a desayunar. Ya había ido tantas veces que siempre que cruzaba la puerta la mesera le pasaba el café y las galletas que le encantaban y se sentaba tranquilamente en la mesa junto a la ventana.
Le gustaba ver como las personas iban y venían sin parar, algunos abriendo sus locales y otros entrando al café y pidiendo sus ordenes habituales y yéndose rápidamente a sus trabajos.
A veces, cuando se aburría y no había llevado un libro o no le interesaba lo que decían los noticieros de la mañana, se ponía a realizar perfiles de la gente que pasaba. Una mujer que le es infiel a su marido, un drogadicto, una borracha, un grupo de mujeres que salen de una fiesta, un hombre con Esquizofrenia (aunque ese pobre tipo no lo sepa, aún)
Otras veces, que eran la mayoría de las ocasiones, se ponía a observar a la mesera-cajera. Sus labios finos y de un color natural, sus ojos marrones que resaltaban por el poco rímel que se ponía, el cabello negro que siempre llevaba atado en una coleta, el uniforme (un poco grande) que siempre usaba y el poco maquillaje que se ponía.
Demonios, siempre que se ponía a observarla se perdía completamente, pero le gustaba perderse. A ella no podía descifrarla ni hacerle un perfil. Se veía tan normal y eso lo volvía loco.
¿Cómo alguien tan normal causaba eso en él?
Pero antes del accidente nunca se había sentido así. Antes solamente se levantaba, se alistaba y se iba directamente a la oficina, tomaba un café con Derek o Penelope, se mandaba unos mensajes con Maeve y se concentraba en realizar sus perfiles.
Luego del asesinato de Maeve su rutina se arruinó y también su mundo se desplomó. No soportaba ni siquiera estar cerca de un café, le ardía la mano al tomar un arma y tenía pesadillas con la muerte de esa mujer a la que una vez amó.
Una noche cuando salió de la oficina y no tenía ganas de tener que enfrentar a sus demonios encontró ese café y decidió entrar. Tenía un estilo antiguo y a la vez moderno, además de que su nombre era original. Se sentó junto a la ventana y pidió un café con leche y galletas. Cuando se lo entregaron vio a esa chica de ojos marrones y cabello negro y sintió que su mundo sufría un cambio. Sentía como su corazón palpitaba, siendo que él lo había pisoteado, aplastado y encerrado en una caja fuerte con 500 combinaciones.
Su corazón se reconstruyó alrededor de la imagen de ella.
No entendía como demonios había sucedido pero se había enamorado de ella, una chica que debería tener apenas 20 mientras que el iba a cumplir 30. Se sentía como una especie de pedófilo al amar a alguien 10 años menor, pero cuando la veía dejaba de pensar en eso. Se volvía... Normal. Dejaba de pensar como "el joven genio Spencer Reid de la Unidad de Análisis Conductual del FBI" para solamente ser Spencer Reid.
Lo que lograba la mesera de un café.
Algunas veces estuvo a punto de pedirle para ir a una cita, pero sus miedos le ganaban. Miedo a ser rechazado, miedo a ser usado, miedo al abandono. Sus estúpidos y mal nacidos miedos.
Pero su mundo colapsó, de nuevo.
Un día no fue al café porque tenía que terminar algunos papeles y si se quedaba a desayunar no tendría mucho tiempo, aunque tenía un mal presentimiento. Cuando llegó a la oficina se sirvió un café e inmediatamente Hotch los llamó a todos a la sala de reuniones. Había ocurrido un asesinato triple.
Penelope le pasó una carpeta y cuando la vio quiso salir corriendo y golpearse la cabeza contra el muro un millón de veces hasta despertar de esa pesadilla. Solamente abrió la boca de sorpresa y se quedó en blanco. No podía pensar en nada, no tenía nada en su cabeza, solamente blanco. Recién volvió a la realidad cuando todos sus compañeros le llamaron.
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La Chica del Café
FanfictionÉl siempre iba a la misma cafetería todos los días, puntualmente a las 6:15 a.m cuando se despertaba para ir a trabajar y a las 1 a.m que era generalmente y si no tenían mucho trabajo la hora en la que salía de la oficina, pero igual iba por un café...