Treinta y uno de octubre.
Era un grisáceo día viernes, y todo el alumnado salía apresuradamente del Colegio Royal Saint-Paul, esto, por última disposición de la hermana Gray.
Patricia y Annie se despidieron de su amiga con profundo pesar, pero nada podían hacer ya, debido a que por una emergencia en la salud de la señora Elroy, Georges no pudo llevar a tiempo el permiso otorgado por William Ardlay, para que Candice pudiera ir con sus amigas a pasar ese fin de semana en casa de la familia O'brien. En el caso del permiso para Archibald y Allistair Cornwell, el fiel asistente de los Ardlay lo realizó sin inconvenientes, ya que él era el encargado directo de ellos. En cuanto a la señora Sara Lagan, quien, cuidando de la salud de su tía, tampoco pudo ir por sus hijos.
Al despedirse de sus amigas, Candice caminó pasmosamente con las manos cruzadas sobre su pecho hasta llegar a la Segunda Colina de Pony, trepó y se sentó en la copa de un árbol alto y grueso que, por la época otoñal, lucía enjuto. Veía con nostalgia a los últimos alumnos dejar la institución, la tarde arrastraba consigo vientos arrebatadores, elevando y arremolinando las hojas secas de los árboles.
No pasó mucho tiempo para que el joven Granchester llegara a hacerle compañía. Desde aquel beso robado por parte de él a la chica en el Festival de Mayo, es que ellos coincidían en varios lugares discretos en el Colegio, se simpatizaban, platicaban, bromeaban, discutían y peleaban, en eso se basaba su inocente relación. Terence tampoco se iría al castillo de la familia ducal, llevaba años sin hacerlo y al enterarse de que Candice no se iría con sus amigas, pretendía pasar el mayor tiempo posible a su lado.
El ágil muchacho trepó el árbol y se acomodó a su lado, al ver el semblante algo decaído de la muchacha, se le acercó más y trató de distraerla, él sabía perfectamente como hacerlo; así que empezó por incordiarla, encendió y le ofreció uno de sus cigarrillos por lo que, en un santiamén, la muchacha ya se lo había arrebatado de los labios apagándolo al instante. Ante las mil reprimendas de Candice le fue imposible a él no carcajearse, le encantaba verla furiosa. Ella quiso contener la risa, pero con Terence en ese estado le era imposible.
Pasados unos minutos, se les ocurrió hablar algo propio de la fecha, y ella fue quién comenzó a relatarle anécdotas de miedo, cosas que había visto o escuchado en el Hogar de Pony, y también algunas veces en la misteriosa mansión de las Rosas, en Lakewood. Aquello atrajo la atención de Granchester, y así estuvieron platicando por largo tiempo.
En un abrir y cerrar de ojos, el manto nocturno cayó, por lo cual tuvieron que separarse para ir a cenar y posteriormente, dirigirse al edificio de los internados.
Al ya estar en su habitación, Candice no dejaba de recordar su plática con Terence...
—¿Te has preguntado por qué envían fuera a todos los alumnos?
—Supongo que quieren que este tiempo sea especial, quizás para convivencia familiar.
—Pecosa, eso es lo que quieren hacerles creer. Pero sabes, estoy casi seguro de que mienten...
—¿Por qué lo dices?
—He visto algo...
—Dime qué es...
—Mira, siempre en fechas como la de hoy, han venido varios clérigos, monjes y sacerdotes a realizar rezos para santificar el colegio, los he visto actuar de manera extraña, según ellos dicen que es para echar fuera a los espíritus demoniacos que han estado atacando a los alumnos.
—¿Eso es cierto? —Ella lo vio muy atenta y asustada.
—Candy, lo que te digo es verdad.
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+ ▬ ECOS SILENCIOSOS ▬ +
Mystery / ThrillerEn el Colegio Saint Paul, hay algo más que libros y exámenes. Sus viejas paredes ocultan secretos macabros. ¿Podrán Candy y Terry escapar, antes de que los ecos silencios se conviertan en gritos desesperados? ▬▬+▬▬ One shot de suspenso y terror, esc...