único capítulo

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Percival había soñado con este día

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Percival había soñado con este día. Debería estar descansando, ayudando a Nasiens a decorar su nueva botica, pasando tiempo con la persona que amaba en secreto. Pero en lugar de eso, estaba aquí, con el cuerpo lleno de heridas y el alma a punto de romperse.

Se arrastró fuera del almacén, sus manos temblorosas aferrándose a cualquier superficie para mantenerse en pie, pero el siguiente contenedor estaba demasiado lejos. Su cuerpo cedió al dolor y cayó al suelo con un gemido sofocado. El metal frío de un contenedor cercano le sirvió de apoyo mientras trataba de controlar su respiración. La operación que había planeado contra la pandilla fue un desastre. Había caído en una trampa. Dos bandas se estaban fusionando y el caos fue incontrolable. Los disparos resonaban por todos lados, y sus hombres, al igual que los del enemigo, caían. Había pedido refuerzos, pero tardarían en llegar. Y ahora, él estaba solo.

La sangre seguía manando de la herida en su costado, y con cada segundo, la fuerza lo abandonaba más. Sabía que no sobreviviría mucho más tiempo. No llegaría a ver a los paramédicos. Con manos manchadas de sangre, sacó su celular y sonrió con melancolía al ver el nombre que siempre aparecía en su mente: Nasiens <3.

Conocía a Nasiens desde los dieciséis años. Habían vivido tantas cosas juntos, compartido risas, secretos y momentos que ahora parecían parte de una vida lejana. Pero fue solo con el tiempo que Percival entendió lo que siempre había sentido: que estaba enamorado de su mejor amiga. Y aunque le aterraba el rechazo, había decidido que este sería el día en que se lo confesaría... pero la vida había tomado un rumbo cruel.

Respiró hondo, el dolor era agudo, pero intentó controlarse. No quería que Nasiens supiera lo que estaba pasando. Ella pensaba que él estaba simplemente haciendo papeleo en la comisaría, nada peligroso. No quería preocuparla.

El tono de llamada resonó una vez, luego dos... y justo cuando la esperanza empezaba a desvanecerse, la voz calmada de Nasiens se escuchó al otro lado de la línea.

—¿Percival? ¿Todo está bien? Son las once de la noche.

Una sonrisa, aunque débil, apareció en su rostro. Esa voz siempre lograba tranquilizarlo, incluso en los momentos más oscuros.

—Lo estoy, sí... —murmuró, tratando de que su voz sonara normal—. Solo quería hablar, si no estás ocupada.

La suave risa de Nasiens fue como un bálsamo para su alma. Por un momento, Percival pudo olvidar el dolor, la sangre, la muerte cercana. Solo quería perderse en ese sonido.

—Nunca estaría ocupada para ti.

Su corazón se aceleró. Quería creer que aquello era algo más que una simple cortesía, que había algo escondido en esas palabras. Quizás su cerebro lo estaba engañando, pero no le importaba. Quería quedarse en ese instante para siempre.

—Ten cuidado, Nasiens... —bromeó con suavidad, aunque sus fuerzas se estaban desvaneciendo—. Si sigues así, pensaré que te intereso.

El silencio al otro lado de la línea lo hizo estremecer. Luego, un pequeño tartamudeo.

El sonido de tu voz |Persiens|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora