El Límite entre la Amistad

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Era una noche tranquila en Orario. Las luces de la Torre Babel iluminaban la ciudad como una constelación en la tierra, y las calles bullían de actividad, aunque ya era tarde. En medio de todo ese ajetreo, Bell Cranel caminaba hacia la sede del Gremio. Había estado entrenando hasta tarde, tratando de mejorar, de volverse más fuerte para proteger a todos los que le importaban, y por alguna razón, esa noche sentía una necesidad urgente de ver a Eina.

No era algo planeado, pero sus pies parecían llevarlo a donde ella estaría, trabajando hasta tarde, revisando informes y mapas para asegurar que los aventureros estuvieran preparados antes de entrar a la mazmorra. Cuando llegó, la sede del Gremio estaba más tranquila que de costumbre, con solo unos pocos empleados ocupados en sus tareas. Eina Tulle estaba en su escritorio, concentrada en unos documentos, sin notar que alguien se acercaba.

Bell: Eina.

Ella levantó la cabeza, y una sonrisa suave se dibujó en sus labios al verlo. Había algo en la forma en que Bell decía su nombre que siempre le hacía sentir una calidez especial.

Eina: Bell, ¿qué haces aquí tan tarde?

Bell: Quería verte. ¿Te molesta si me quedo un rato?

Eina lo miró, sorprendida por la sinceridad en su voz. Asintió, invitándolo a sentarse junto a ella. Bell se dejó caer en la silla frente a su escritorio, observándola mientras continuaba con su trabajo. Había algo en la serenidad de Eina que siempre lograba calmarlo, sin importar lo caótica que fuera su vida.

Eina: Estás tan ocupado últimamente, apenas te he visto por aquí.

Bell: He estado entrenando mucho. Pero nunca dejo de pensar en ti.

Eina se sonrojó, desviando la mirada por un momento antes de volver a enfrentarlo.

Eina: Bell, no deberías decir cosas así sin pensarlo.

Bell: Lo pienso... todo el tiempo.

El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Era un silencio lleno de palabras no dichas, de sentimientos que flotaban en el aire, esperando ser reconocidos. Bell no apartaba la vista de Eina, y ella podía sentir la intensidad de su mirada.

Eina: Sabes que mi trabajo es preocuparme por los aventureros... especialmente por ti. Pero no puedes depender de mí para siempre.

Bell: No es que dependa de ti... Es que quiero estar contigo.

Las palabras de Bell resonaron en el aire, y Eina sintió que su corazón latía con fuerza. Había pasado tanto tiempo tratando de mantener la relación profesional que debía tener con él, pero ahora, Bell estaba derribando todas esas barreras con una sinceridad que ella no sabía cómo manejar.

Eina: Bell, no sabes lo que estás diciendo...

Bell: Sí, lo sé. Sé que he pensado en ti todos los días desde que te conocí. Sé que, cada vez que entro a la mazmorra, lo hago para volver y poder hablar contigo de nuevo. Y sé que...

Se detuvo, buscando las palabras correctas, y finalmente optó por lo que sentía.

Bell: Te quiero, Eina.

Eina sintió que el mundo se detenía por un momento. Había imaginado muchas veces lo que sería escuchar esas palabras, pero siempre había creído que era un sueño imposible. Y ahora, Bell estaba frente a ella, mirándola con esa sinceridad que lo hacía tan especial, diciendo las palabras que nunca pensó escuchar.

Eina: Bell, yo...

Ella se quedó en silencio, sus ojos se encontraron con los de él, y en ese momento supo que no había marcha atrás. Las barreras que había construido para protegerse comenzaron a desmoronarse. Lentamente, se levantó de su silla y caminó hacia él, quedando frente a Bell, tan cerca que podía sentir su respiración.

Danmachi, one shot [Bell x Eina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora