primera parte

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Juanjo desde que tiene uso de razón le ha gustado cocinar, sobre todo pasteles y todo lo que sea dulce. Su madre, al igual que su abuela ayudaron a que su gusto por la pastelería fuera en aumento hasta que a los dieciséis años decidió que en vez de enfocarse en carreras como medicina, administración, ingeniería que es algo que a su padre le hubiese gustado que siguiese se fueran a la izquierda de sus posibilidades.

Quería ser pastelero, y así fue como con diecisiete años emprendió camino a Madrid dejando atrás su vida en Magallón y estudiando cocina.

Ahora con veinticuatro años, casi veinticinco que en apenas dos meses cumpliría es pastelero y trabaja en una de las mejores pastelerías de Madrid, donde su puesto le costo mucho sudor y esfuerzo para poder llegar hasta donde está hoy en día.

"Juanjo ¿Dónde dejamos lo que compramos?"

Lucas es quien se encarga de las compras de la despensa de la pastelería en algunas ocasiones cuando Juanjo está muy ocupado. Fue el primero quien lo recibió de buena manera cuando recién llegó, y hoy en día es su amigo, lo considera ya como un hermano.

"Dejalo atrás, donde están las cajas para los pasteles"

Lucas asiente y se dirige hasta allí. Hoy era un Lunes cualquiera, no hay mucha gente allí, es de los días que menos se trabaja pero, sin embargo los encargues llegan poco a poco a medida que pasan las horas.

Julia, la dueña de la pastelería una señora de unos sesenta años ingresa a la pastelería con una sonrisa en su rostro mientras habla por teléfono, le sonríe amablemente a Juanjo cuando lo ve detrás del mostrador. Una vez que cuelga decide comunicarle lo que Juanjo llama código rojo.

"Juanjo ¿Cómo estás cariño?"

"Bien ¿y usted Julia?"

La señora de lentes observa el lugar con una sonrisa melancólica, ella había sido con su esposo quien se encargaba de todo pero cuando falleció Pedro todo vino en picada y decidió contratar más personal, fue allí que Juanjo ya casi estaba terminando los cursos de pastelería y al ver el anuncio decidió postularse.

La mujer lo adoro y amo cada pastel que le cocinó para demostrarle su habilidad que inmediatamente comenzó a trabajar allí.

"Te traigo buenas noticias, el chico que te comenté que tal vez comenzaría a trabajar aquí contigo, comienza mañana. Ya se encuentra en Madrid"

Y el mundo de Juanjo se cae en picada, porque para él el que haya alguien más allí se siente como si quisieran desplazarlo, y aunque Lucas le repita una y otra vez que no es así, que tal vez lo que necesita sea un poco de ayuda porque en los últimos dos años la pastelería ha ido en aumento en cuanto a su fama, él no lo acepta.

No le gusta recibir ayuda.

"Julia, no es necesario, sabe que yo puedo hacerme cargo"

Julia niega, ella ha visto como el chico se va a tarde a casa y viene apenas son las siete de la mañana y ni que hablar de que no ha oído que él salga a divertirse de vez en cuando, por lo que toma la decisión de buscar otro pastelero que lo ayude.

"No voy a discutir algo que ya se habló, chico, sabes que es inhumano la cantidad de horas que trabajas, no solamente todos los días, inclusive vienes los domingos cuando él que se encarga es Lucas. Me parece una barbaridad"

Niega con la cabeza, no va aceptar ninguna contra proveniente del maño, quien sopla y termina por aceptar, no le queda de otra.

"Nos vemos mañana, cuando venga Martin vas a ver que el chico te va a caer muy bien"

Julia se despide dándole un beso en la mejilla y palmea su hombro antes de voltear e irse por la puerta. Lucas aparece rápidamente y frunce el ceño al ver a Juanjo tan ido.

Un toque dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora