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—¡Pasajeros con destino a Beiris, por favor diríjanse a la puerta G5! — , escucho a través de los auriculares desde lo alto de la sala de espera, donde me encuentro rodeada de personas. Algunas se levantan de sus asientos mientras otras duermen, aguardando por vuelos retrasados. Mi madre me señala que es hora de levantarme y encaminarme hacia una nueva vida que me espera en ese avión, que pronto abordaré.

— Linda, cuídate mucho, ¿sí? Recuerda mantenerte saludable— , me dice con lágrimas en sus ojos color miel, llenos de tristeza. A su lado, mi padre, con su traje impecable y ojos expectantes, observa la escena.

— Me duele que te vayas, ya sabes de lo que hablamos, pero es tu decisión y yo te apoyo. Empezar una nueva vida en otra ciudad es lo mejor— , dice el castaño de ojos verdes, dándome un cálido abrazo después de tantos consejos y palabras de aliento.

Con las despedidas terminadas y toda la información recibida, me dirijo hacia la puerta que indica la ubicación del avión. El aeropuerto bulle de actividad mientras los pasajeros y el personal de tierra se mueven de un lado a otro, completando las últimas tareas antes del embarque. Me acomodo en el asiento asignado mientras observo a las diversas personas que me acompañarán en este largo vuelo de siete horas hacia mi nuevo destino.

Mi compañera de asiento es una señora de edad avanzada, con cabello canoso y gafas, vistiendo un vestido verde pálido con flores. Más allá, veo a una niña pequeña con sus padres y me siento incómoda al pensar que eso no va a pasar conmigo. Me traen un poco de comida porque salí algo rápido del lugar donde vivía, y después de saborear ese manjar, decido cerrar los ojos y dormir para reducir el cansancio del viaje.

Con música suave en mis audífonos, el ruido que me rodea se desvanece gradualmente. El zumbido constante del avión se convierte en una especie de murmullo reconfortante mientras me sumerjo en un sueño reparador. Imágenes de mi vida pasan por mi mente: los recuerdos de mi hogar, la calidez de las conversaciones familiares, los momentos compartidos con amigos. Poco a poco, el sueño me envuelve completamente, permitiéndole desconectar de la ansiedad y la incertidumbre que había sentido momentos antes.

El tiempo parece desdibujarse en el aire acondicionado del avión, mezclados con los sueños y los pensamientos dispersos. En mi mente, imagino cómo será mi nueva vida en Beiris: las personas que conoceré, las experiencias que viviré, los desafíos que enfrentaré. A pesar de la nostalgia por dejar mi hogar, siento una chispa de emoción por lo que está por venir. Este vuelo marca el comienzo de una nueva etapa, llena de posibilidades y oportunidades que me esperan al otro lado.

Así, con la música como mi única compañía y el suave vaivén del avión como mi arrullo, me sumerjo en un profundo sueño, listo para enfrentar lo que sea que me depare mi nueva vida en esta ciudad desconocida y emocionante.

Al abrir nuevamente los ojos, el avión había aterrizado suavemente en la pista del aeropuerto de la nueva ciudad. Estiré mis músculos sintiendo el cansancio del viaje acumulado. Había aceptado la invitación de Lucas, mi hermano, para quedarme con él por un tiempo y estaba emocionada por descubrir mi nueva vida en este lugar desconocido.

Después de recoger mi equipaje y pasar por el control de aduanas, me dirigí hacia la salida. Un cartel luminoso me indicaba los servicios de taxi y transporte público. Siguiendo las indicaciones, subí a un taxi con la dirección que Lucas me había dado por teléfono: "Cerca de un parque, al lado hay un árbol enorme con un pequeño jardín". Recordaba vagamente las referencias, pero al pasar las calles, la mayoría tenía árboles. "Genial, las indicaciones son un asco", pensé con frustración.

El taxi me dejó en una calle tranquila con casas bien cuidadas y jardines verdes. Revisé el mensaje de Lucas y caminé con confianza por la acera, admirando la arquitectura diferente a la de mi ciudad natal. Pronto encontré el número que buscaba: una casa de dos pisos con un pequeño jardín en el frente.

Amor a la carta en VeleroWhere stories live. Discover now