𝘋𝘪𝘢𝘨𝘯𝘰𝘴𝘪𝘴: 𝘐𝘯 𝘓𝘰𝘷𝘦 ; 𝘜𝘳𝘢𝘯𝘶𝘴 𝘹 𝘕𝘦𝘱𝘵𝘶𝘯𝘦 ༅

𝘜𝘯𝘦

𝗣𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗘𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗿𝗼
   
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Hoy era un día importante, al fin, luego de tanto tiempo intentando, iba a exhibir varias de sus pinturas en una actividad que había desarrollado el museo local de arte. Mentiría si dijiera que no estaba nervioso, todo su cuerpo estaba sumergido en un mar de nervios y sentimientos mezclados de felicidad y ansiedad.
La actividad era sencilla y muy modesta, el Museo les estaba dando la oportunidad a varios pintores de que mostrarán sus creaciones a todos y sí les era posible que lograran vender sus cuadros. Urano no esperaba que nadie comprara sus pinturas, para él, ya era un logro que hayan sido expuestas.

El de cabellos celeste estaba tranquilo en su área de exposición, muchas personas observaban sus pinturas y luego de un tiempo se iban a ver otras. El ambiente estaba bastante animado, lo que le transmitía un sentimiento de alegría y entusiasmo, la verdad, el de anillos estaba feliz, no había otra palabra para describir como se sentía en ese momento. La sonrisa que tenía en rostro era la prueba de su gran estado de ánimo.
— Vaya... Son las mejores que he visto hasta el momento. — Escuchó hablar a alguien cerca de su puesto. Se giró para mirarlo y encontró a un joven de cabellos azules, tan azules como el mismo mar; con una expresión que delataba su asombro ante sus cuadros; y un conjunto de ropa bastante modesto que apenas calzaba en él. — Eres bastante bueno. — Le halago aquel muchacho con una sonrisa.
Urano no sabía que decir, sinceramente, era la primera vez que veía a un chico así de lindo que genuinamente le estuviera dando un cumplido, no era con una intención romántica, claro está, pero se le hacía extraño, se sentía avergonzado. No obstante, logró acomodar sus pensamientos para llegar a contestarle.
— Gracias, solo soy un aficionado. — Respondió de manera cortés con un leve tono carmín en sus mejillas.
— Pues para ser solo un aficionado, tienes talento, ¿a cuánto vendes tus pinturas? — El anillado pensó, como no esperaba vender ninguna no había pensado en un precio.
— Unos... ¿Diez dólares...? — Habló dudoso.
El jóven rió levemente, sacó su billetera y antes de darle el dinero le señaló la pintura que quería. Era un hermoso paisaje de un mar en medio de la oscuridad de la noche, siendo la Luna la única fuente de luz de aquel cuadro.
— Dame ese, por favor. — El de cabellera celeste asintió, fue hacia donde estaba su dibujo y se lo dio. — Esto es tuyo. — Urano tomó el dinero y se dio cuenta que era el triple del precio que le había dicho.
— Déjame busco algo de cambio. — Hizo a retirarse pero el chico lo frenó.
— No, déjalo así, tus pinturas son demasiado hermosas para que las vendas a ese precio, no menosprecies tu trabajo de esa manera. — Una vez más, se quedó sin que decir, otra vez podía sentir como sus mejillas se coloraban otra vez rojas.
— Yo... Gracias, no sé qué decir en realidad. — Rió nervioso, risa que fue contagiada al contrario.
— Está bien, no te preocupes. — Volvió a sonreír. — Tal vez te encargue una, ¿haces pedidos? —
— Sí, hago pedidos. — Podía jurar que al otro chico se le iluminaron los ojos.
— ¡Perfecto! Nos podemos poner de acuerdo, ¿te parece? — Urano asintió. — Dame tu número y te mandaré un mensaje. — Sacó su teléfono y comenzó a apuntar el número que le dictaba el de cabellos celestes. — ¿Y cómo te llamas? — Preguntó.
— Urano. — El de pelo azul volvió apuntar en su teléfono.
— Ahí está, por cierto, me llamo Neptuno, un placer en conocerte, Urano. — Le extendió la mano, fue tomada en respuesta con una sonrisa.
— El placer es mío, Neptuno. — El chico le devolvió el gesto y se fue de ahí.
Esa fue la última palabra que se cruzaron aquel día, pues el resto fueron a través de textos. Al principio solo de negocios, luego a conversaciones más personales e incluso llegando a hablar a altas horas de la noche, era algo nuevo para ambos y a la hora de la verdad les gustaba. Cada vez que hablaban y se encontraban en persona para pasar un buen rato Urano se sentía aceptado y Neptuno se sentía comprendido, ambos se complementaban, lo que le faltaba a uno, lo tenía el otro. Y era más obvio que se estaban enamorando, el no poder dejar de pensar en el otro, el querer saber cómo está, cómo se siente, el extrañarlo y el querer conocer aún más de ambos solo confirmaba aún más ese sentimiento.
¿Eso es el amor? ¿El amor es tan así de superficial?
Bueno, en realidad, eso es solo una pizca de lo que el amor está compuesto, porque a la hora de la verdad.

𝗘𝗹𝗹𝗼𝘀 𝘁𝗼𝗱𝗮𝘃𝗶́𝗮 𝗻𝗼 𝘀𝗮𝗯𝗲𝗻 𝗮𝗯𝘀𝗼𝗹𝘂𝘁𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝗲𝗻 𝗿𝗲𝗮𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱