Capítulo 1: El encuentro con la moneda

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La pelea de los dioses.

El eco de su pelea resonaba en los confines del cosmos. Eros, el dios de los deseos, dejaba entrever la pasión desbordante que lo caracterizaba, mientras discutía airadamente con Tique, la diosa de la suerte. Sus diferencias eran antiguas, eternas. Para Eros, los deseos eran los motores del universo, caprichosos, sí, pero el verdadero reflejo del alma humana. Para Tique, el azar reinaba sobre el destino, enredado en una red caótica que no atendía los deseos de nadie.

"¡Siempre piensas que el azar lo controla todo!", gritó Eros, frustrado.

"¿Y no es así?", replicó Tique con una sonrisa burlona. 

"Puedes desear lo que quieras, pero el resultado nunca será predecible."

Harto de la disputa, Eros, en un arrebato, tomó una pequeña moneda, brillante y dorada, y la lanzó con fuerza hacia la Tierra. "Veamos qué tan afortunada es esta vez", murmuró, su voz resonando como un trueno. Tique solo observó en silencio mientras la moneda caía, sin preocuparse por el destino que le aguardaba a aquel objeto místico.


Lucas y el encuentro con la moneda

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Lucas y el encuentro con la moneda.

En la Tierra, Lucas caminaba sin rumbo por las calles de su ciudad, distraído, con los auriculares puestos y la cabeza en cualquier lado menos en el presente. El sol de la tarde proyectaba sombras largas sobre el pavimento agrietado, cuando algo brillante capturó su atención. Entre las grietas del suelo, una pequeña moneda brillaba bajo el sol, como si estuviera esperando ser encontrada.

"Qué raro", pensó Lucas mientras la recogía sin mucha importancia. 

No era la primera vez que se encontraba algo raro en la calle, pero esta moneda tenía algo especial, algo...indescriptible. Sin prestarle demasiada atención, la guardó en el bolsillo y continuó su día. Esa noche, sentado en la terraza de su casa junto a sus amigos Nico y Facundo, decidieron hacer lo que mejor sabían: bromear y pasar el rato. Entre risas, Lucas sacó la moneda, recordando el extraño brillo que había captado su atención horas antes.

—¿Y esto? —dijo Lucas, mostrándoles la moneda a los otros dos—. 

¡Seguro que concede deseos o algo!

Facundo se rió, mientras Nico levantaba una ceja, escéptico.

—A ver, pedí algo —retó Facundo, entre carcajadas.

Lucas, con su típica actitud despreocupada, decidió seguir la broma.

—Quiero... la mejor planta de marihuana del mundo.

El aire pareció detenerse por un segundo. Todo seguía igual, hasta que, de la nada, un aroma dulce y embriagante llenó el espacio. Ante ellos, en una maceta que no estaba allí minutos antes, crecía una planta majestuosa, perfecta. El olor era tan puro y seductor que los tres amigos quedaron en silencio.

—No... puede ser... —balbuceó Nico, incrédulo.

Facundo, en cambio, se inclinó hacia la planta y, con un brillo en los ojos, exclamó:

—Tenemos que probarla.

La marihuana perfecta: Henderson

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La marihuana perfecta: Henderson

Cuando los tres amigos probaron la planta, la sensación fue como si el universo entero se comprimiera en ese instante. El humo que llenaba la habitación era denso, cargado denotas florales, cítricas y un toque especiado que era imposible describir. Cada bocanada era una sinfonía de sabores y olores que se combinaban en perfecta armonía. Era, sin lugar a dudas, la mejor marihuana que cualquiera de ellos había probado. Y entonces, sucedió algo extraño. Al unísono, sin siquiera pensarlo, los tres dijeron el mismo nombre:

—Henderson.

El silencio que siguió fue cargado de una mezcla de sorpresa y confusión. No había ninguna razón lógica para que ese nombre surgiera en sus mentes al mismo tiempo, pero ahí estaba, flotando en el aire entre ellos, como un eco de algo más grande. Lucas se rió primero, aunque con una duda creciente en su voz.

—¿Qué... acaba de pasar?

Nico, incómodo, lanzó una mirada rápida a la moneda que aún sostenía Lucas. Algo en su interior le decía que esto no era una simple coincidencia. Por su parte, Facundo estaba completamente fascinado.

—¿Te das cuenta de lo que tenemos? —dijo con un brillo en los ojos—. Esto... esto puede ser solo el comienzo.

Lucas, aún incrédulo, observaba la moneda en su mano, como si intentara comprender lo que acababa de suceder.


El misterio

Esa noche, mientras Lucas guardaba la moneda en su bolsillo, una pregunta rondaba su mente: ¿Qué más podría desear? Pero en el fondo, también crecía una duda: 

¿Qué clase de poder era este y qué consecuencias traería?

Y, aunque no se lo dijeron entre ellos, los tres sabían que algo más grande estaba en juego.

Lo que parecía ser un simple deseo cumplido escondía algo mucho más profundo. Mientras se despedían, el aire aún olía a misterio.

El Hilo del Destino: Suerte y DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora