Capítulo Único

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Por alguna extraña razón, todas las mesas de la cafetería se llenaban rápidamente al momento en que el primer pitido proveniente de la campana sonaba por toda la secundaría.

Todos los alumnos salían con velocidad de sus salones para ir a comer, al baño o simplemente a cualquier lugar donde no hubiera algún maestro repréndiendote porque el perfume de flores de cerezo que traes puesto huele demasiado y desconcentra a tus compañeros de clase.

De todas formas, aquello no era lo extraño, lo que si era extraño era que la mesa donde siempre se sentaba fuera la única que siempre estuviera vacía.

Literalmente era el más retrasado para llegar a la cafetería, solía ser el último en salir de los salones de clases y todavía se tomaba su tiempo para guardar sus libros y libretas en su casillero.

Pero a Espio ya no le importaba eso, en cambio, estaba agradecido de poder comer tranquilamente en cada receso, puesto que nadie se atrevia a sentarse junto a él en su autoproclamada mesa de almorzar.

O bueno, a excepción de una persona.

Sticks The Badger o mejor conocida entre la mayoría de estudiantes como "Lady Sticks".

La había visto de lejos varias veces en la clase de Historia. Incluso habían intercambiado mínimo como unas 6 palabras, y eso nada más fue posible porque ambos se habían equivocado con las llaves de sus casilleros. Pero de ahí en adelante, no hubo otras razones para volver a hablar.

A pesar de eso, desde que habían empezado las clases, ella se sentaba en la misma mesa donde él come.

Específicamente a su lado, todos los días, en cada almuerzo.

Su presencia no le causaba molestia, al contrario, la joven siempre guardaba silencio en la hora del almuerzo, nunca trataba de iniciar plática y mucho menos hacia ruidos molestos cada vez que masticaba su comida.

Pero aún así le resultaba extraño, pero siempre trataba de justificar esa acción con un "es mejor que sentarse junto a un grupo de amigos al que no perteneces".

Y justamente hoy, como todos los días, llegó tarde a su mesa. Ella ya estaba ahí, con un plato extendido lleno de tacos de una extraña carne roja de la que no conocía y un plato hondo lleno de caldo rojo con lechuga encima.

Nunca había visto esos platillos antes, pero le parecieron extraños.

Aún así fingió desinterés y se dirigió hacia la mesa. Coloco su mochila en el suelo y se acomodo en su lugar para prepararse para comer.

Puso su bento en la mesa y lo destapó, el aroma caliente y embriagador de su ramen hizo que una pequeña sonrisa se formará en su rostro.

Saco sus shokubashi de su mochila y los sujetó con dos dedos, agarro unos cuantos fideos y los separó del resto, para después remojarlos de nuevo con el caldo de su ramen, para finalmente comerlos.

Espio se tomaba la calma para comer puesto que no tenía otra cosa que hacer, más que esperar a que los treinta minutos del receso terminarán.

Estaba a punto de dar otra prueba a su almuerzo cuando de repente el sonido crocante de los tacos de su acompañante resonó por su alrededor.

—¿Por qué comes con palillos? —preguntó Sticks con lentitud, mientras dirigía uno de sus tacos con esa extraña carne hacia su boca. El sonido de sus masticadas volvió a resonar.

—Es lo que hacen los japoneses —simplemente respondió.

Creyó que eso era lo único que diría, volvió a envolver los fideos en sus pali- digo, shokubashi y se los llevó a su boca, pero antes de poder siquiera tragarlos, volvió a ser interrumpido.

𝘾𝙤𝙣 𝘾𝙪𝙘𝙝𝙖𝙧𝙖𝙨 𝙔 𝙋𝙖𝙡𝙞𝙡𝙡𝙤𝙨 | EspicksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora