Mi nombre es María, pero desde pequeña siempre me han llamado Marieta, primero mis padres y mis hermanos y después todo el mundo conocido.
Sé que esta historia puede parecer fuerte, pero es cierta, por casualidad, o cosa del destino, tuve relaciones sexuales con mi propio padre, y eso hizo que comenzase una relación llena de sexo y pasión con él.
Yo siempre había sido una chica liberal, en cuanto mi cuerpo comenzó a experimentar cambios me sentí atraída por el sexo opuesto, por el placer que significaba el tener relaciones con alguien, y pronto me convertí en una activa de la masturbación, a los 16 años perdí la virginidad, no fue nada que merezca la pena recordar, pero después mejoró y también fui una activa en lo que a follar se refería.
Os puedo asegurar que, lo que más excita a mis ligues, es mi cuerpo, curiosamente, a pesar de tener 18 años recién cumplidos, mi cuerpo es de niña, pechos pequeños pero turgentes, caderas estrechas y un culito también estrecho, mi boca de labios gruesos vuelve loco a los hombres cuando practico mis mamadas, pues yo pronto decidí ser abierta, nunca mejor dicho, en lo que se refería sexualmente, mi coño, boca y culo ya habían sido follados muchas veces la noche que sucedió lo que voy a contaros.
Hacía meses que, quizás por casualidad, no follaba con nadie, y todo hay que decirlo estaba más que cachonda, dispuesta a follarme a quien fuera, a pesar de que tengo muchas amigas, solamente mi amiga Maite es de mi total confianza, mi mejor amiga, y no tardé en contarle lo que me sucedía.
--Si no follas es porque no quieres—me dijo.
--Ya lo sé—dije yo—Pero los niñatos de nuestra edad no sabes hacérmelo como yo quiero. ¡Yo quiero a un hombre que sepa darme lo mío!
Mi amiga se acercó a mí y bajó la voz, pues estábamos en un parque.
--Yo conozco un sitio—me dijo--Donde se practican orgías toda la noche.
Yo me quedé estupefacta.
--¿Si?—pregunté--¿Dónde?
--Que conste que yo nunca he estado—me dijo Maite—Pero dicen que entras y puedes follar con quien quieras.
--Pero no sabes donde es…
--Dicen que es en esta dirección.
Me dio la dirección, yo no dije nada, por mucho que me apeteciera follar no estaba dispuesta a entrar allí. ¿Y si me pegaban algo? ¿Y si era mentira y era un truco para atraer a chicas inocentes?
Pasaron varios días y tampoco conseguí follar, a pesar de que me masturbé de lo lindo, quería más, extrañaba el tacto de un pene dentro de todos mis agujeros follados, así que, una noche, me lié la manta a la cabeza y decidí al menos acercarme al lugar.
Mi madre trabajaba de enfermera y aquella noche tenía el turno de noche, mi padre dijo que iba a salir con unos amigos así que podía decirles que iba a quedarme en casa y después salir, averiguar de ese sitio y volver antes de que regresasen, y así lo hice.
Me puse un vestido corto, pues era un verano caluroso, llevaba unas braguitas blancas de encaje, muy sexys, y decidí no ponerme sujetador, pues mis tetitas podían ir libres al ser pequeñas.
Dentro de un pequeño bolso llevaba mis cosas, además de una caja de seis condones, algo que siempre llevaba allí, pues nunca se iba a presentar un polvo.
El lugar estaba muy lejos de casa, en un pueblo vecino, cruzando una carretera que atravesaba el campo en un polígono, en un barrio bastante peligroso, estuve a punto de echarme atrás. ¿Cómo podía ir? Todavía estaba sacándome el carnet de conducir y no tenía coche, fui a la estación de autobuses y pregunté si había un autobús que fuera a ese pueblo, por suerte, en media hora salía uno.