━━━ CAPITULO 4

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La primera clase del año comenzó con una atmósfera de expectación en el aula. Los alumnos, recién llegados, llenaban las filas con miradas curiosas y algún que otro gesto de cansancio. Pilar se acomodó en su asiento junto a Carolina, ajustándose el uniforme con delicadeza. El azul brillante del tejido le encantaba; se sentía cómoda, casi poderosa, envuelta en aquel color vibrante que parecía resaltar su mirada.

El sonido de unos pasos firmes hizo que todos fijaran su atención en la puerta. Héctor De La Vega, el director del internado, entró en la clase con una presencia imponente. Sus ojos recorrían a cada estudiante con una mirada penetrante, como si pudiera leer sus pensamientos más profundos. Se detuvo frente a ellos, apoyándose en el borde de la mesa, y comenzó a hablar con una voz pausada y firme que resonaba en cada rincón del aula.

⸻Competitividad ⸻pronunció, dejando que la palabra se asentara en el aire. ⸻Esa es la idea que os quiero inculcar a partir de este curso ⸻. Sus ojos recorrieron las filas de alumnos, buscando reacciones. ⸻Venís de las mejores familias de este país, vais al mejor colegio. Por eso tenéis la obligación de convertiros en líderes, en triunfadores, en los mejores.

Pilar rodó ligeramente los ojos, sintiendo cómo un eco lejano de las interminables charlas de su abuelo retumbaba en su mente. Aquellas palabras, siempre cargadas de expectativas y presión, le resultaban familiares hasta la náusea. La idea de triunfar a cualquier costo era un discurso que había escuchado demasiadas veces en su vida.

⸻Eso es lo que he pensado yo siempre ⸻ comentó Iván, con un brillo competitivo en la mirada. ⸻En esta vida, o se es un number one o se es un perdedor.

⸻¡Esa es la actitud! ⸻señaló Héctor, con aprobación evidente. Su tono reforzaba la idea, como un mantra que no admitía discusión.

Pero entonces, Victoria, sentada unas filas más atrás, cruzó los brazos con un gesto desafiante. ⸻¿Y los que tenemos una madre frutera? ¿Los que estamos aquí por una beca? ⸻Su voz sonaba clara, firme, un desafío a la estructura elitista que dominaba el lugar.

Cayetano, desde el otro extremo de la clase, soltó una carcajada ligera.⸻ Ya salió la beca ⸻comentó en tono juguetón, lo que provocó una oleada de risas en la clase.

Héctor no se inmutó. Se dirigió a Victoria con una sonrisa que pretendía ser conciliadora pero tenía un filo cortante. ⸻Razón de más para que seas competitiva ⸻respondió, con una calma calculada. ⸻Tú puedes llegar muy lejos si sabes relacionarte, si tienes picardía. Recuerda esto: "El fin justifica los medios".Ese es el espíritu de este colegio.

Pilar no pudo contener un murmullo de desaprobación.

⸻Qué estupidez ⸻susurró para sí misma, sus palabras impregnadas de desdén. La idea de pisotear a los demás para llegar a la cima le parecía repugnante.

Marcos, sentado en la fila de atrás, no pudo evitar hacer una mueca. Su desdén era evidente, y Héctor lo notó de inmediato. Se acercó a él, con una mirada inquisitiva. ⸻¿Qué pasa, Marcos? ¿No estás de acuerdo? ⸻La pregunta, aunque formulada suavemente, llevaba un desafío implícito.

Marcos negó con la cabeza, sin molestarse en ocultar su disgusto.

⸻No.

Héctor lo miró fijamente. ⸻Entonces, ¿tú qué piensas? insistió.

⸻Que todo lo que ha dicho es una mierda ⸻respondió Marcos con franqueza brutal. Su voz, aunque calmada, tenía un peso que resonó en toda la clase.

El silencio fue cortado por la reacción de Héctor, incrédulo.

⸻¿Perdón? ⸻Su tono había perdido la serenidad.

⸻Que si para ser un triunfador hay que estar metiendo codo y ser un cerdo, yo paso ⸻replicó Marcos, sin bajar la mirada.

Pilar no pudo evitar sonreír, admirando su valentía. Aquellas palabras, tan directas y honestas, la impresionaron. Marcos captó su mirada y le devolvió la sonrisa, un gesto breve pero lleno de complicidad.

El silencio en la clase se volvió denso, como una pausa suspendida en el aire, mientras todos los ojos estaban fijos en Marcos y Héctor. La tensión parecía casi palpable, cada alumno expectante por lo que diría el director. Pero entonces, una sonrisa lenta y enigmática se dibujó en los labios de Héctor De La Vega. Sus ojos brillaron con algo que no era burla, sino un reconocimiento profundo.

⸻¡Bien, Marcos! ¡Bien! ⸻exclamó Héctor, su voz retumbando con una mezcla de entusiasmo y respeto mientras caminaba de vuelta al frente de la clase. Su tono había cambiado, ahora cargado de una energía sincera. ⸻Por fin, una persona sensata. Menos mal que hay alguien que no se traga esta porquería… toda esta mierda, como dice Marcos.

El desconcierto inicial entre los alumnos dio paso a una serie de miradas compartidas, leves sonrisas que asomaban tímidamente en sus rostros. Se produjo un murmullo apenas perceptible, como si de pronto todos comprendieran que algo importante estaba ocurriendo.

Héctor hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran hondo. ⸻El fin no justifica los medios ⸻afirmó, su voz firme pero cálida. Se paseó por el aula con pasos lentos y medidos, cada palabra cayendo como una lección grabada a fuego. ⸻Lo que quiero de vosotros no es que seáis competitivos; es que seáis personas.

Los ojos de los alumnos seguían cada uno de sus movimientos, completamente absortos. Incluso los más escépticos no podían apartar la mirada. Pilar, desde su asiento, sintió cómo una calidez le invadía el pecho. Sus labios se curvaron en una sonrisa genuina, sus ojos verdes brillando con una mezcla de admiración y respeto. Aquellas palabras resonaban en lo más profundo de su ser; había esperado encontrar frialdad y competencia en este lugar, pero este hombre hablaba de humanidad, de integridad.

⸻Que os comprometáis, que seáis íntegros, leales, humanos ⸻continuó Héctor, su voz más suave ahora, casi paternal. No necesito que seáis los mejores. No lo necesito. ⸻Hizo una pausa, dejando que cada palabra calara hondo. Su mirada recorrió la clase, asegurándose de conectar con cada uno de ellos. ⸻Lo que quiero es que seáis buenos.

El aula quedó en completo silencio, cada estudiante sumido en sus propios pensamientos. Aquellas palabras, tan inesperadas, parecían haber desarmado todas las barreras que habían traído consigo. Pilar sentía que había encontrado algo más que un simple discurso; había encontrado un propósito, un guía en este nuevo camino.

Héctor respiró hondo, como si todo lo dicho hubiera salido directamente de su alma. ⸻Si consigo esto, mi tarea como educador habrá tenido sentido ⸻ concluyó, su voz cargada de una pasión auténtica. ⸻Esta es la primera lección del curso… y la más importante.

Justo en ese momento, el timbre sonó, rompiendo el silencio con su eco metálico. La clase pareció despertarse de un trance, los alumnos intercambiando miradas de complicidad, como si compartieran un secreto.

⸻Bienvenidos ⸻dijo Héctor, con una última mirada que lo decía todo. No era solo un saludo; era una invitación a ser mejores.

Pilar, aún sonriendo, supo en ese instante que este hombre sería un gran profesor. No solo por lo que enseñaría en los libros, sino por las lecciones que quedarían grabadas en sus corazones.

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CUARTO CAPÍTULO

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MISSPOTTERSS

𝐀𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞𝐧 𝐢 𝐦𝐞𝐭 𝐲𝐨𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora