¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑨𝒎𝒊𝒔𝒕𝒂𝒅? (III)
Después de la pelea de ese día, ninguno de los tres amigos se volvieron a ver.
Mateo quiso arreglar las cosas con su mejor amigo, pero fue en vano, el no lo quería ni ver. También extrañaba a Valentina, pero después de lo que le dijo seguramente ella no lo quería ni ver en figurita.Por otro lado, la morocha, se la pasaba encerrada en su cuarto, sin querer comer ni hacer nada. Le dolió demasiado lo que le dijo Mateo.
Y Camilo, bueno, es Camilo. Ya le gustaba otra piba pero el se negaba a perdonar a Mateo, no le gustó para nada lo que le hizo.—Valen, tenés que salir a comer algo. —le rogó su mamá, deseando que salga de su cuarto.
—No tengo hambre ma. —contestó mientras se abrazaba a la almohada.
—Pero no estás comiendo nada, dale.
—Despues voy.
—Bueno, pero comes. —dijo algo enojada. —yo me voy a trabajar, cuídate.
La mamá de Valentina, salió sin más del cuarto de su hija, dejándola sola nuevamente.
Valentina se puso a pensar lo mucho que extrañaba pasar tiempo con sus mejores amigos y cuánto los necesitaba.
Estaba sumergida en sus pensamientos, que después de unos minutos se dio cuenta que estaban tocando el timbre de su casa.
—La puta madre. —se quejó ella, al darse cuenta que tenía que ir ella, porque no había nadie más.
Pensó que iba a hacer su mamá, así que busco un buzo porque estaba solo en tanga y cuando encontró uno que le llegué más abajo del culo se lo puso.
Fue hasta la puerta y la abrió encontrándose con Mateo.
—¿Que haces acá? —preguntó ella totalmente confundida.
El morocho no le respondió y se acercó a ella, pegando sus labios a los de la morocha. Al principio Valentina se lo siguió, pero después recordó lo que le dijo el otro día y se separó rápidamente.
—No, no, no. —dijo ella separándose completamente. —¿Vos te pensas que yo soy pelotuda?
—No Valu, para. —le rogó Mateo tratando de acercarse a ella.
—Tomatela.
—Escuchame por favor. —dijo él cerrando la puerta detrás de él. —es todo mentira lo que te dije el otro día.
—No quiero escucharte Mateo, no voy a dejar que me vengas a boludear así nomás. —le respondió ella mientras subía a su cuarto.
—No te estoy boludeando Valen. —dijo siguiéndola. —eu para, para. —la agarró de los hombros haciendo que deje de caminar y hizo que lo miré. —¿Podemos hablar bien?