El silencio se rompió con la melodía suave de una lira. Trimalción, recostado en su sillón, admiraba su vajilla de plata mientras el esclavo vertía el vino en copas labradas. La cena era más que una comida, era una oportunidad para mostrar su riqueza. Los invitados, reclinados a su alrededor, charlaban y reían mientras los restos de comida se esparcían por el suelo, recogidos prontamente por los sirvientes.Las luces de las lámparas de aceite brillaban suavemente, iluminando los rostros de los comensales que disfrutaban de los platos servidos. Trimalción alzó su copa, brindando por la opulencia de la noche, mientras en el fondo, una danza comenzaba a animar la velada. Los platos se llenaban de manjares, y las risas resonaban en la sala. Era una noche de lujo, de tradición y de poder.Al final de la noche, tras el último brindis, una ofrenda fue hecha a los Lares. Un trozo de carne, pastel y vino fueron depositados a los pies de la estatua, cerrando la velada con una bendición para el hogar y sus habitantes. La tradición marcaba el final de un banquete perfecto.
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Una noche en el triclínium
Non-FictionEl silencio se rompió con la melodía suave de una lira. Trimalción, recostado en su sillón, admiraba su vajilla de plata mientras el esclavo vertía el vino en copas labradas.