Bienvenida...

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Han pasado diez años...

Diez años de estar en fuera de Perú.

El aeropuerto se ve tal cual como lo deje años atrás.

Me hubiera gustado que mi familia viniera conmigo, como los viejos tiempos.

Mis padres se quedaron en Estados Unidos porque ya no pueden venir, ya que no es bueno para su salud por sus edades.

Hubieran venido con mis hermanas, pero ambas trabajan y sus trabajos son muy exigentes, por lo tanto no permiten darse unas vacaciones. Y no podía raptar a mis sobrinos.

Por eso, no me quedo de otra que venir sola.

Al parecer mi carrera está sirviendo mucho aquí, soy astrónoma y me contrataron por un año como profesora aquí, ya que recién están implementando esta carrera en las universidades.

Me dieron la opción de quedarme con mis mejores amigas, Emilia y Anabel viven juntas en un apartamento, pero no quería incomodar ni a mi familia de aquí que son mis tíos y primos, tampoco a mis mejores amigas.

Así que decidí tener un departamento compartido, sé que no es lo más confiable del mundo porque podría tocarme un asesino serial y asesinarme mientras duermo.

Creo que he visto muchas series y películas sobre asesinatos. ¿Siempre debo ver el lado positivo en todo no?

Quizás sea el amor de mi vida o es gay y nos hacemos buenos amigos. Porque si, me dijeron que compartiría el departamento con un chico.

Salgo de mis pensamientos y agarro mis maletas, al salir veo un enorme cartel con mi nombre que me hace reír.

No puedo creer que se hayan puesto de acuerdo en esto...

Me acerco al enorme cartel con una sonrisa, Emilia, Anabel y mis tres primas Mabel, Mariana y Carla han venido a recogerme.

No puedo evitar que me salgan algunas lágrimas, realmente las extrañe.

Las abrazo una por una y ellas intentan hacerse las fuertes para no botar ninguna lagrima. Siempre soy la más sensible aquí.

—No sabes cuánto te hemos extrañado— Suelta Anabel volviendo a abrazarme. Ella es la más cariñosa de las cinco. A pesar de ser más pequeña que yo, hace que me incline un poco cuando pasa su brazos por mi cuello para abrazarme. Sigue tal cual, delgada con lentes y el cabello negro rizado en una cola.

—Dijiste que iba a ser poco tiempo y han pasado diez años perra— Dice Mariana golpeándome el hombro. Al parecer casi nada ha cambiado, sigue siendo la chica que es fría con todos, pero sé que me quiere. Se ríe un poco cuando le doy otro abrazo, ella es más alta que yo por unos centímetros y su cabello castaño oscuro se mezcla con el mismo que es del mismo color.

-Lo siento, no pensé que demoraría diez años en terminar mi carrera completamente- Es verdad, no pensé que demoraría tanto.

-¿Qué tal están todos por ahí? - Habla por primera vez Mabel. Me abraza con uno de sus brazos y nos toma una foto juntas con la otra. Es de mi estatura y su cabellos castaño claro está encima de sus hombros. Nunca le gustó el cabello largo.

-Todo bien, mis padres ya no pudieron venir esta vez, pero igual mandaron unos presentes para todos- Mis padres han estado yendo y viniendo antes de que ya no les permitan viajar por la edad mientras que todos nos establecíamos en Estados unidos.

-Tengo hambre, vamos a comer algo- Dice Emilia, ella casi no me extraño porque hace unos meses fue a visitarme porque tenía un trabajo en la misma ciudad donde vivo. Tiene la piel un poco más bronceada que la última vez que la vi cosa que me sorprende porque es blanca de naturaleza y su cabello está vez está teñido de negro.

Mi vidaWhere stories live. Discover now