Freddy se encontraba de cena en un restaurante con Andreiña; la preferida de ella. Se establecieron en el segundo piso de este mismo el cual daba una magnífica vista a la hermosa ciudad de los Santos, no había tanta gente, solo habían las necesarias para no abrumar el ambiente.
Andreiña le estaba contando sobre sucesos que le habían pasado últimamente en su vida, ella era profesora de primaria y el tratar con cachorros no era tan fácil como se pensaba, los niños al todavía no saber como controlar las feromonas explotaban y arremetían contra otros infantes en busca de tener dominancia entre los demás. Ella como su guiadora tenía que hacer también de mediadora, era difícil, pero por la forma en que sus comisuras se alzaban radiantemente podría decir que a su esposa le encantaba su trabajo, era normal esos niños le recordaban a su propio hijo.
"¿Y tu Freddy, qué te cuentas?" Andreiña lo observaba con una mirada llena de ternura y amor, esperando por una respuesta a su pregunta.
Trucazo le devolvió la mirada, en verdad no se creía merecedor del amor de su esposa, pero estaba orgulloso de que ella lo haya elegido, él creía firmemente que Andreiña era su alma gemela, su destinada, él lo creía así...
Pero el mundo de los destinados a veces es cruel y caprichoso, emparejó a las personas sin mirar su historia ni su situación.
Así lo sintió Freddy cuando lo vio pasar por la puerta del segundo piso, él le regalaba al mundo una preciosa sonrisa mostrando sus afilados caninos, su piel parecía bañado por el sol contrarrestando con su cabello de color blanco platinado, sus ojos parecían albergar una laguna mágica en ellos, su cuerpo era esbelto, pero no se veía para nada femenino.
En su interior sintió algo despertarse, la figura de aquel hombre lo llamaba e invitaba a reclamarlo, quería pararse y posar su nariz en el cuello del peliblanco, lo hubiera hecho de no ser por la interrupción de su amada esposa.
"¿Freddy?, ¿te pasa algo?" pregunta ella preocupada mientras estiraba sus delgadas manos hacia las de su esposo.
Trucazo parpadeó lentamente y dirigió su mirada hacia Andreiña, se recuperó rápidamente del embobamiento, como no hacerlo cuando se recordó así mismo que tenía una familia ya formada, que se joda su destinado. Sacudió la cabeza en negación y respondió "Lo mismo de siempre amor, los gilipollas de la comisaría siempre andan liándola"
Su esposa se rio ante su comentario, ella volvió a hablar y el comisario intentó seguirle la conversa sin embargo en contra de su voluntad su mirada hizo de las suyas, se desvió hacia aquel hermoso omega, se dio cuenta que venía acompañado de alguien más y a juzgar por su cercanía debía de ser su pareja, la persona que lo acompañaba tenía el mismo color de cabello que ese hombre, a criterio de Trucazo ese tipo no le llegaba ni a lo talones de aquel muchacho, su belleza no era merecedora de ese triste homúnculo.
Estaban hablando muy cerca, el hombre posaba las manos en la estrecha cintura del omega, Freddy sentía su sangre hervir, su rostro estaba fuertemente fruncido y si las miradas mataran ese beta ya estaría bajo tierra hace mil años, se obligó así mismo a apartar la mirada de aquella pareja para concentrarse en su esposa, no lo pudo lograr, su mirada seguía traicionándolo.
Fue tan solo un milisegundo, pero para ellos lo fue todo, las manecillas del reloj se pararon y todo a su alrededor dejó de existir, sus miradas se encontraron y se fundieron rápidamente, como si hubieran esperado miles de años para este momento, sintieron que podían alcanzar el significado de la vida con solo verse. Una electricidad recorrió todo el cuerpo de Trucazo, era un aviso previo de algo eminente, el calor se apoderó de él y sus instintos primitivos dormidos se activaron.
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Recházame --Fredoro
FanfictionAmigos, sé que no leen las etiquetas, sin embargo esto es un omegaverse jeje. Ahhh, además es basado en la canción de Prince Royce.