Capítulo 4: Por amor a una giganta (Interludio)

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"Me gustaría ir contigo."

"¿Ja?"

"¿He tartamudeado?"

...

Matrona tuvo un sueño.

Tuvo pesadillas febriles mientras el veneno desaparecía y su cuerpo tardaba en curarse. Durmió, pero fue un sueño agitado. Sollozaba, jadeaba y se arañaba la pierna. Llamó a su madre y a su padre, a sus padres, que habían muerto hacía mucho tiempo. No había llorado por ellos desde que era pequeña. Se sintió avergonzada. Juró no volver a hablar de ello.

En sueños, la acosaban otros terrores más oscuros y se encontraba indefensa ante ellos.

Aunque era fuerte, en el sueño era tan impotente como los demás. La perseguían el arrepentimiento y la vergüenza. Ser derrotada en batalla y vivir era lo peor que le podía pasar. Ella habría sido feliz de morir en su lugar. En cambio, sufría, y así vivía, y así soñaba. Veía visiones del pasado y del futuro, de días pasados y de cosas que aún no habían sucedido, o que tal vez no sucedieran.

Vio a Naruto, ese granuja insufrible, siendo llevado a la capital encadenado.

Vio caer a Diane, con el cuerpo acribillado a balazos.

Se vio a sí misma como una mujer vieja, solitaria y olvidada.

Y entonces, de repente, Matrona despertó.

(Pausa en escena)

Sol.

No era lo primero que Matrona esperaba ver al despertarse, pero allí estaba.

Unos cálidos rayos de sol caían sobre su rostro a través de la vieja ventana, despertándola suavemente. De repente recordó dónde estaba. Al fin y al cabo, eran sus propios aposentos, con sus paredes oscuras y todo. Alguien se había tomado muchas molestias para hacerla sentir cómoda, dejándola tirada entre un pozo de cálidas pieles. Por un momento, sólo un momento, casi pudo creer que todo había sido sólo eso, un sueño, un producto de su propia imaginación.

Era como si todo aquello nunca hubiera sucedido.

"Mentirse a uno mismo no lleva a ninguna parte". Un oscuro pensamiento cruzó su mente. Nunca volverás a ser lo que eras. Ya no".

Matrona estaba un poco ida, la cabeza le daba vueltas, le dolía el cuerpo y tenía los ojos empañados por el sueño. Estuvo a punto de descartar aquel escabroso susurro, pensando que sería otro sueño febril. Debía de estar dormida. Abría los ojos y se encontraba envuelta en la oscuridad. Estaría como siempre, completa y entera. Aquel horrible terror que le desgarraba los intestinos no era más que un mal recuerdo. El horrible dolor mientras le cortaba la carne de la pierna era poco más que un sueño.

Pero no, el molesto dolor en su pierna era un duro recordatorio de su situación actual y de acontecimientos que preferiría olvidar.

Se resistió a mirar, pero se palpó la cara y se arriesgó a echar un vistazo hacia el sur. En sus ojos brotaron lágrimas calientes y amargas, pero se negó a dejarlas caer. Un pequeño sollozo ahogado se escapó de sus labios y lo reprimió sin piedad, tapándose la boca con una mano antes de que se le escapara otro. Era una guerrera. No lloraría, ni siquiera aquí, sola, en este silencio.

Echó un vistazo al muñón destrozado de su miembro y se horrorizó al ver dónde terminaba la carne y empezaban las vendas. Entonces era verdad.

Pero no fue lo único que encontró allí.

Estaba claro que alguien se había tomado muchas molestias para arreglarle algo en la pierna.

...¿qué era?

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⏰ Última actualización: Oct 25 ⏰

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