estaba en su rincón favorito, un lugar discreto junto a una gran ventana que le permitía ver el jardín exterior. Con sus pequeñas manos, coloreaba un dibujo de flores y mariposas, soñando con un mundo de colores donde se sintiera segura y amada, algo que nunca había tenido en su corta vida. Su cabello rojizo caía sobre su rostro mientras trabajaba con esmero, inmersa en su propio universo.
Aranza era una chica especial. En su corazón habitaba una dulzura que la hacía única, pero también había heridas y cicatrices, fruto de un pasado doloroso. Desde muy pequeña había conocido el dolor y el rechazo, especialmente de su propio padre, quien nunca había mostrado el cariño que ella tanto anhelaba. En cambio, había recibido maltrato y palabras duras, que habían dejado huellas en su tierna alma.
Pero ese día, algo nuevo estaba a punto de suceder.
La directora del orfanato entró al cuarto común, donde varios niños dibujaban y jugaban, acompañada de una mujer de puerta elegante y cálida. Era alta, con el cabello largo y oscuro que caía en suaves ondas sobre sus hombros. Llevaba un abrigo beige que contrastaba con la oscuridad de la tarde, y sus ojos reflejaban una mezcla de amabilidad y determinación. Su nombre era Melissa, una mujer de 29 años, empresaria y soltera, que, a pesar de su éxito profesional, anhelaba algo más en su vida: el amor incondicional de una hija.
-Aquí pasan el tiempo nuestros niños cuando no están en clases -explicó la directora, observando a Melissa con una sonrisa-. Son pequeños muy especiales, cada uno con una historia y un corazón que necesita sanar.
Melissa asintiendo, observando a los niños con atención. Pero fue al girar la vista hacia el rincón donde estaba Aranza cuando algo en ella se detuvo. Había algo en esa “niña”, en su pequeña figura inclinada sobre el papel, en su cabello rojizo que brillaba aun en la penumbra, que la atrapó. Sintió una calidez en el pecho, una especie de certeza inexplicable. En su corazón, algo le susurró que había encontrado lo que tanto había buscado.
- ¿Cómo se llama ella? -preguntó Melissa, sin quitarse los ojos de Aranza.
La directora siguió su mirada y sonriendo.
-Esa es Aranza. Es una “niña” tranquila, dulce y muy especial, aunque ha tenido una vida difícil -dijo en voz baja-. Le gusta dibujar, y suele pasar mucho tiempo sola.
Sin pensarlo demasiado, Melissa comenzó a caminar hacia Aranza, su corazón latiendo un poco más rápido. Quería acercarse con cuidado, no quería asustarla. Al llegar, se agachó para ponerse a su nivel y le habló con una voz suave y cálida.
-Hola, Aranza. ¿Qué estás dibujando? -preguntó, con una sonrisa que irradiaba ternura.
Aranza levantó la vista con algo de timidez, sorprendida al ver a Melissa tan cerca. No estaba acostumbrada a que los adultos le hablaran con tanta amabilidad, con tanta atención. Dudó un momento, pero finalmente le mostró su dibujo: un jardín lleno de flores de colores y mariposas.
-Son flores... y mariposas -susurró Aranza, casi en un suspiro.
Melissa miró el dibujo y se acercó con admiración genuina.
-Es hermoso. Tienes un talento especial para dibujar, Aranza -le dijo, con una sonrisa que hizo que la “niña” bajara la vista, escondiendo una pequeña sonrisa tímida.
Durante los siguientes minutos, Melissa permaneció a su lado, sin apresurarla, hablándole de cosas simples y amables. Le preguntó sobre los colores que le gustaban, sobre sus animales favoritos, sobre lo que le gustaba hacer en su tiempo libre. Aranza, poco a poco, comenzó a relajarse, sintiéndose a gusto con aquella mujer que la miraba como nadie lo había hecho antes: con cariño y una ternura sincera.
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♡~A baby in the breasts~♡
AdventureAranza es una niña especial, de una dulzura que brilla con su sonrisa, y una fuerza que oculta tras sus ojos llenos de inocencia y valentía. Su cabello rojizo enmarca su rostro, y cada hebra parece un hilo de fuego que cuenta historias de momentos d...