El duro camino a casa

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Yeonjun

Permíteme anticiparme a mis acciones diciendo que, cuando esperaste meses por una pareja en la agencia de citas, sólo para que te dijeran que te habían encontrado una coincidencia de noventa y seis por ciento, y él salió corriendo en cuanto te vio sin dar ni una sola razón, lo persigues.

O quizás simplemente fui imprudente.

—Espera —dije a la espalda en retirada del omega.

Corrió más rápido.

No tenía ni idea de qué había hecho mal. Puse un montón de billetes en la mano del anfitrión, apenas consciente de los comensales que se habían girado para verme atravesar el restaurante tras aquel omega.

En realidad, no iba a hacer nada. Sólo quería respuestas.

No importaba la rigidez que me oprimía los pantalones. Se sentía peor con cada tirón de la tela porque había estado tan seguro de que finalmente me correría esta noche con el compañero de cama correcto. Y la forma en que había seguido al anfitrión a través de las mesas, sus fosas nasales abiertas mientras olfateaba, su garganta delicada y expuesta... Era tan pequeño. Delgado y frágil, así que me preocupaba hacerle daño en la cama.

Un aroma llegó a mi nariz cuanto más lo perseguía. Era suyo, ¿verdad? El olor de la tierra húmeda justo después de llover, mezclado con la comodidad de una hoguera encendida. Cuanto más lo respiraba, más se apretaban mis bolas.

Le seguí hasta la salida del restaurante.

—¡Espera! ¿Puedes decirme al menos tu nombre?

Se dio la vuelta y casi tropieza. Yo estaba demasiado lejos para atraparlo; él se sostuvo por sí mismo y me lanzó una mirada terrible.

—¿Cómo mierda no sabes mi nombre?

Abrí y cerré la boca. Incluso su voz sonaba increíble, melódica y rica.

—Yo… No. ¿Se suponía que debería?

La verdad es que me resultaba familiar. ¿Lo había visto antes? Pero sólo ahora que estaba lo bastante cerca, vi el vivo azul zafiro de sus grandes ojos, las oscuras pestañas rozando sus mejillas, el brillo de la humedad en sus labios carnosos. Su cabello rubio caía sobre su frente, tan esponjoso y suave que quería pasar mis dedos a través de él.

Pero había algo más. Algo oscuro a un lado de su garganta, curvándose suavemente sobre su clavícula antes de esconderse dentro de su impecable camisa de botones.

¿Era... un tatuaje?

—Vete a la mierda —El siseo atrajo mi atención hacia su ceño fruncido—. Te dejé todas esas notas y tú jodidamente las tiraste.

—¿Notas? —Parpadeé.

—No importa. Déjame en paz —Se dio la vuelta y se alejó furioso, y no pude evitar fijarme en la inclinación de sus estrechos hombros, las afiladas líneas de su cintura, sus delgadas piernas. Su culo enfundado en un par de pantalones blancos brillantes, cada zancada tirando de la tela tensa sobre él, mostrándome la carne que tenía allí.

Me dolía la polla. Joder.

—Espera. ¿Qué notas? —Lo seguí a cierta distancia para que no sintiera que lo estaba amenazando.

Volvió a girarse. Esta vez tenía los puños cerrados y todo su cuerpo estaba vibrando de rabia. Pero su rostro... sus ojos brillaron y su boca se abrió en un gruñido, y...

Era la primera vez que un omega me amenazaba, y a mi cuerpo en serio, en serio le gustó. Tenía tanta fuerza a pesar de su pequeña estatura.

Y tal vez, a pesar de su apariencia, podría no hacerle daño en la cama.

❝matched with the enemy❞ yeongyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora