La tensión en la sala era palpable el día en que comenzó el juicio de Jimin. Las bancas estaban llenas de personas, desde reporteros hasta ciudadanos curiosos que querían presenciar de primera mano el caso más comentado del momento. Los flashes de las cámaras iluminaban el rostro de Jimin, quien, a pesar de su apariencia frágil, mantenía la cabeza alta, tratando de mostrar una fortaleza que solo Yoongi, de pie a su lado, sabía que le costaba mantener.
Yoongi ajustó su corbata y revisó sus notas una última vez. Todo su enfoque estaba puesto en demostrar que, aquella noche, Jimin había actuado en defensa propia, que era una víctima de abuso constante y que el sistema le había fallado una y otra vez. Sabía que se enfrentaba a un jurado difícil; después de todo, los prejuicios contra Jimin habían calado profundo en la opinión pública, y su "confesión" había sido filtrada a la prensa, distorsionada por la falta de contexto.
El fiscal, un hombre llamado Kang, era reconocido por su habilidad para manipular las emociones del jurado. Conocía a Yoongi y no perdió la oportunidad de lanzarle una sonrisa de desafío antes de comenzar con su exposición.
—Damas y caballeros del jurado, lo que tenemos ante nosotros es un caso claro de homicidio premeditado —declaró Kang, con un tono sombrío pero seguro—. Park Jimin, bajo la apariencia de una víctima indefensa, planeó fríamente el asesinato de su esposo. No fue defensa propia; fue un acto intencionado.
Las palabras del fiscal hicieron que Jimin se tensara, y Yoongi colocó una mano sobre su brazo, recordándole con ese pequeño gesto que él estaba allí, a su lado, y que no permitiría que lo destrozaran tan fácilmente.
Cuando llegó el turno de Yoongi, se puso de pie y caminó hacia el jurado con una calma calculada.
—Mi cliente, Park Jimin, ha sufrido un infierno que ninguno de nosotros puede imaginar. —Yoongi comenzó su exposición con voz serena, buscando conectar con cada miembro del jurado—. Este hombre fue abusado psicológica y físicamente durante años. Nadie lo escuchó. Nadie le dio una salida. Aquel día, él hizo lo único que podía para salvar su vida. Y hoy, yo estoy aquí para probarlo.
El juicio se extendió por varios días. Los testimonios de los amigos de Jimin, vecinos y testigos expertos pintaron un panorama de abuso constante, de gritos y violencia detrás de las paredes que nadie quiso intervenir. Kim Taehyung, uno de los pocos amigos cercanos de Jimin, testificó sobre las veces que lo había visto con moretones y heridas, sobre las veces que intentó ayudarlo y fue rechazado por miedo.
—Jimin me decía que si alguien se enteraba de su situación, él estaría en mayor peligro —relató Taehyung, con la voz quebrada—. Siempre me preocupó, pero… no quería ponerlo en peligro.
Cada testimonio resonaba con fuerza en la sala. Yoongi utilizaba cada oportunidad para remarcar el temor constante que dominaba la vida de Jimin, construyendo la narrativa de un hombre que, al verse acorralado, hizo lo que pudo para sobrevivir.
Sin embargo, el fiscal Kang no cedía. En su contraexamen, presentó la "confesión" de Jimin como prueba de su culpabilidad. Mostró fotos del esposo fallecido, buscando manipular las emociones del jurado, insinuando que Jimin había orquestado todo para librarse de él. La imagen de Jimin como una víctima comenzó a resquebrajarse ante los ojos de algunos miembros del jurado, y Yoongi lo notó. Sabía que era el momento de dar un golpe estratégico, uno que revertiría el curso del juicio.
Cuando llegó el momento, Yoongi llamó a Jimin al estrado, consciente de que sería la declaración más difícil para él. Jimin respiró profundamente antes de sentarse y, cuando vio la mirada de Yoongi, encontró un poco de consuelo en ese único aliado incondicional.
—Jimin-ssi, ¿puedes contarnos con tus propias palabras cómo era tu vida junto a tu esposo? —preguntó Yoongi, con una voz suave pero firme, dándole el espacio para abrirse sin temor.
Jimin titubeó al principio, pero finalmente habló, describiendo los años de abuso, las amenazas y el miedo constante que lo había hecho creer que no tenía salida. Cada palabra era como un peso que se liberaba de sus hombros, y aunque su voz temblaba, el jurado podía ver la autenticidad de su dolor.
—Yo no quería que muriera… —dijo finalmente, con lágrimas resbalando por su rostro—. Pero él me dijo que si intentaba dejarlo, me iba a destruir. Esa noche… —hizo una pausa, mirando sus manos temblorosas—, me di cuenta de que si no hacía algo, él me iba a matar.
El silencio en la sala era absoluto. Todos los presentes podían ver la verdad en sus palabras, el miedo que lo había llevado a defenderse en un acto desesperado.
Cuando terminó su testimonio, Yoongi se acercó a él y susurró:
—Lo hiciste bien, Jimin.
La defensa había logrado su cometido: habían presentado a Jimin no solo como una víctima, sino como un hombre que, al verse sin alternativas, había luchado por su vida. Ahora, la decisión estaba en manos del jurado.
Al final del día, Yoongi observó a Jimin mientras abandonaban la sala, y notó algo que lo conmovió: una chispa de esperanza en sus ojos, una esperanza que, aunque frágil, le indicaba que Jimin comenzaba a creer que aún podía ser libre.
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La Luz en la Oscuridad
NouvellesYoongi hará hasta lo imposible para demostrar que su dulce vecino es inocente.