on our way ━━hinakage.

1.

La vida de Kageyama desde su perspectiva, en pocas palabras, era como una montaña rusa. Y si le preguntabas en algún momento sobre lo que pensaba de su carrera seguramente te respondería lo mismo.

Todo era simplemente increíble, así como también podía ser irritante.

Desde que tiene memoria ha estado de cierta manera sumergido en el mundo de las carreras automovilísticas, incluso recuerda su versión más joven sentado frente a la TV esperando el comienzo de uno de los eventos más grandes del mundo; el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Su abuelo también fue partícipe de esto, enseñándole los temas básicos de estas carreras, y esto incluía libros, revistas, periódicos y carreras transmitidas por la TV que eran acompañadas de leche tibia y onigiris, especialmente por las tardes cuando su abuelo tenía tiempo.

Tobio vivió su infancia y adolescencia deseando estar en aquellos autódromos, admirando a grandes pilotos profesionales y soñando con competir contra ellos. Ser el más veloz en la pista.

Después de haber transcurrido tanto tiempo desde entonces, Tobio le agradecía demasiado a su abuelo por todo aquello que le enseñó y por su apoyo incondicional. Después del fallecimiento de su abuelo se dedicó a entrenar para ser el mejor corredor del mundo en la Fórmula 1, para cumplir con la promesa que le había hecho a su abuelo, ser el mejor corredor.

Tobio también recordaba aquellas palabras que su abuelo le dijo después de hacerle aquella promesa de ser el mejor: "Alguien aún mejor vendrá y te encontrará." Lo sentía como algo que quemaba su piel, esperando por esa persona.

Entonces Tobio lo esperaría, y lo vencería.

De alguna u otra manera.

Asistía a las carreras que se realizaban en los autódromos existentes en Japón, buscó un trabajo de medio tiempo para permitirse pagar los boletos de tren y las entradas al evento, aunque sus padres también lo ayudaban. Durante el transcurso de la preparatoria Tobio ya estaba tan sumergido en el mundo de la Fórmula 1 que en cuanto cumplió los dieciocho años deseó obtener su primera licencia de conducir, y lo hizo, sosteniendo su carnet con fuerza y sonriendo. Tampoco tardó en conseguir algunos autos prestados para asistir a carreras —llámese ilegales— acompañado de unos cuantos compañeros que también estaban involucrados en el mundo del automovilismo. Tobio destacó bastante en esas pequeñas carreras y ganaba los premios en efectivo, lo cual estaba bien para él debido a que lo necesitaba, la idea de depender por completo de sus padres debido a su meta no le agradaba del todo. La adrenalina que sentía durante esas carreras bajo la luz de la luna era como una droga de la que Tobio no se sentía capaz de abandonar, porque él amaba eso y quería más, mucho más.

Desde entonces se dedicó a entrenar mucho más cuando se probó a sí mismo y a los demás que él podía manejar un auto, claro, sin compañía de nadie, simplemente estando sólo porque así se sentía mejor. Sus padres —después de intentar convencerlo de que su aspiración de vida no era completamente segura— apoyaron a Tobio financiándolo más, regalándole nada más que un Porsche. Tobio recuerda haber sonreído demasiado durante ése día, haciendo miles de reverencias hacia sus padres y agradeciendo tanto como pudiera mientras sus padres hacían el papeleo de compra correspondiente, y luego cuando finalmente le entregaron la llave a Tobio de su nuevo carro siguió agradeciendoles.

Con libros en mano y cortos vídeos grabados de los constructores de las escuderías de la Fórmula 1, Tobio comenzó a aprender más sobre mecánica con el paso de los días.

Buscó pistas en las que pudiera correr sin ser interrumpido o que le causara problemas, aprendió sobre las pequeñas configuraciones que podía hacerle a su auto e investigó más sobre los monoplazas de las más famosas escuderías de la Fórmula 1. Estaba, sin duda, escalando más alto hacia su sueño.