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—¡Achu! —Un estornudo potente resonó en la habitación, haciendo eco en las paredes. La joven de cabello azabache se encontraba tumbada en la cama, arropada bajo varias mantas que apenas lograban mantener el calor en su cuerpo. Aquella "labor" (que en realidad fue una tarde de diversión improvisada) junto a su amigo Angelo había terminado en una inesperada consecuencia: una terrible enfermedad. Aunque estaba acostumbrada a un ambiente húmedo, esta vez la fortuna no jugó a su favor, dejándola con fiebre y malestar.
—Ay, querida —exclamó el joven de cabello verde mientras se acercaba con pasos ligeros y se cubría el rostro con un pañuelo—. Estás ardiendo, niña —añadió, tocando suavemente su frente con una preocupación genuina en sus ojos.
Willow soltó un gruñido de frustración.
—¡Agh! —suspiró pesadamente, sintiendo el cansancio en cada respiración, para luego girar lentamente su rostro hacia su amigo—. Oye, ¿y eso? —murmuró, con la mirada clavada en aquella prenda que cubría el rostro de su amigo.
—Los gérmenes, querida. Ya sabes, no puedo darme el lujo de resfriarme —respondió Angelo, con una sonrisa burlona—. Además, tengo una cita esta tarde, y debo estar di-vi-na —remarcó cada sílaba con exageración mientras se apartaba y se dirigía a un estante en la habitación.
—Pero tranquila, no estarás sola —añadió con voz tranquilizadora, tomando un frasco del cual extrajo una pequeña pastilla blanca, que alzó juguetonamente en dirección a su amiga.
Willow solo lo observaba en silencio; las palabras parecían un esfuerzo innecesario. Su cuerpo, débil y agotado, prefería el silencio al diálogo. No estaba tan enferma como para preocuparse, pero la inactividad la asfixiaba. Le dolía más quedarse en cama sin poder ver a su novia que la fiebre misma. Sentía que el tiempo se arrastraba lentamente.
—Ten —murmuró Angelo, inclinándose a su lado y ofreciéndole la pastilla con una insistencia suave pero firme. La expresión de Willow se tornó ligeramente disgustada; no le gustaba la idea de tomar medicamentos. No era por miedo, simplemente no lo veía relevante—. Querida, sé que te disgusta tener que tomarla a cada rato, pero es necesario, ya te lo dije —insistió, acariciando con ternura su cabello desordenado—. Además, si no la tomas, tu rubiecita se enojará —agregó, cambiando a un tono burlón y dejando escapar una risa suave.
—Tsk —chasqueó la lengua, desviando la mirada hacia la ventana—. Déjala ahí, la tomaré después —murmuró, apartándose de sus caricias y hundiéndose bajo las sábanas.
—Willow... —murmuró, algo preocupado.
Angelo la conocía demasiado bien; sabía que su amiga era una testaruda sin remedio y que discutir con ella sería una pérdida de tiempo. Decidió dejarlo en manos de alguien que tuviera más influencia sobre Willow, alguien que sí lograra romper aquella barrera de obstinación. Además, el tiempo apremiaba y tenía que marcharse; cierto vampiro, un hombre encantador y peligroso que detestaba la impuntualidad, lo estaría esperando, y Angelo sabía lo mal que se lo pasaría si llegaba tarde.
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Resfriado - Charlie x Willow
Любовные романы¿Qué se hace cuando tu novia está resfriada? ¿Es necesario acercarse o solo limitarse a observar? Quizás un pequeño beso sea lo que desate ese revoloteo de emociones. ✦ Historia corta ✦ Contenido +18 ✦ Los personajes le pertenecen a Supercell ✦ Las...